lunes, 20 de diciembre de 2021

 

El rincón del esoterismo

Mi encuentro con La llorona


Cádiz  Molina


Durante  mi  niñez escuché  historias  acerca  de  esta dama de ultratumba.  Vienen  desde  la  época de La colonia y  sobreviven  actualmente.  En mi infancia cuando me sentía incomprendido  leía cómics: “El  caballo  del  diablo”,  “Cárcel  de mujeres”,  “Los  súper sabios”,   “Los  super machos”,  “Kalimán”,   “Memín  Pinguín”, etc.  Cuando  me  castigaban en la escuela  también lo hacía.  La "literatura barata" era para mí una válvula de escape.  Gracias a ella  me aficioné  a la cultura.  Actualmente leo cosas más interesantes.  

Las  anécdotas  que más me apasionaban eran las verbales.  Escuché pasajes francamente tenebrosos.  Mi  abuelita hablaba de chamanes y duendes.  Los albañiles y campesinos mencionaban  La   llorona  como  si hablaran de  la  vecina:  “Anoche oí a la llorona y algo malo va a suceder”, sus alaridos eran como un vaticinio trágico.    Nunca creí en nada de eso.  Pensaba que eran miedosos e imaginativos.  “La llorona  no  existe”, me decía. 


Posteriormente me enteré que  existen diferentes dimensiones o  planos  de conciencia.  Que  un  difunto accede a la 4a o 5a  dimensión.  Los fantasmas son tan reales como el cerro que tienes enfrente.  Lo he podido comprobar.  Podemos comunicarnos con  ellos.   Le perdí el miedo a  los  seres  de ultratumba cuando me sucedió lo siguiente:

Una noche yo dormía profundamente.  Mis vecinos escucharon a la llorona durante toda la semana.  Pues bien, a las 3 PM desperté como si me hubieran tocado delicadamente.  La noche era silenciosa.  Sólo un taxi se paró frente a mi casa y bajó algún pasajero.  Había una quietud inquebrantable.  De pronto, escuché un alarido largo y estremecedor.  No sentí miedo sino  curiosidad.  Me quedé quieto para cerciorarme que no estaba soñando.  De nuevo escuché los gritos y eran de una mujer sufriendo lo indecible. 



Vivo frente  a la carretera nacional y pensé que había ocurrido un accidente.  No había tal cosa y aquel ser se acercaba en dirección a mi casa.  Comprendí al instante de quien se trataba.  Había llegado el momento de conocerla. Tomé las llaves de la puerta pero el cerrojo no cedió.  La calle estaba semi alumbrada.  Me fue imposible abrir.  Golpeaba la cerradura en mi afán por verla pero no pude hacerlo.  La llorona pasaba  justo frente a mi casa.   Seguro que otros también la escucharon porque sus alaridos eran demasiado fuertes.  La consumía una gran pena.  Tomó una calle cuesta arriba donde se desató una ladrería de perros que apagaron lentamente sus gemidos.  No la vi y solo tuve el gusto de escucharla.  No ha llegado el momento pero llegará.  Y cuando la tenga enfrente le preguntaré: “¿Qué te   pasa  buena  mujer por  qué sufres tanto?  ¿Podría ayudarte en  algo?  Me hubiera  encantado  conocer  su  aspecto.  Dicen que  usa ropas vaporosas y camina sin pisar el suelo 

¿Qué sucedió en mi comunidad?  

Al otro día se escuchaban comentarios por todos lados.  Aún los escépticos nos rendimos ante la evidencia.  No sé si fue el inconsciente colectivo pero a los 15 días hubo un  aparatoso  accidente automovilístico donde murieron  7  adultos y una niña.  Quedaron  destrozados y los recogieron a pedazos.  Toda la comunidad acompañó y eran de diferentes familias.  En efecto, no fui  el  único  que  la  escuchó.  


No  he  vuelto  a  tener  otra  experiencia  similar.  Creo firmemente en los fantasmas.  También en duendes, hadas y chamanes.   No  temo a  los desencarnados.  Me gusta visitar  panteones muy  antiguos  que tienen leyendas como esta:  “Falleció la Sra.  Rosenda Fernández el 27 de julio de   1929. Su  esposo e  hijos le rinden  un  homenaje”.   Me imagino a la  señora  en  vida.   ¿Era  guapa,  valiente,  rica? ¿Qué tendría  de especial?  ¿Su  esposo  la engañó y se  dejó morir?  ¿Se casó  por interés o  por  amor? Y entonces dejo volar mi imaginación.


Afortunadamente, conozco  las 7  dimensiones  del alma.   Sé a  dónde van  los  desencarnados.   Donde nos  reuniremos todos algún día.  El alma y espíritu  son  inmortales.  Será mejor familiarizarnos con las ánimas en  pena...  ¿No  les  parece?




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