viernes, 14 de febrero de 2020

Te regalo 100 gramos de felicidad 2


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José de Cádiz

"La felicidad y el optimismo es un estimulo para cambiar la vida. Es una garantía de salud mental". Aristóteles


Cuando llegamos a este mundo ignoramos que es el viaje más interesante jamás emprendido. Una aventura inquietante con boleto de regreso. Como salir de vacaciones a un puerto desconocido y no llevar maletas, traje de baño, ni gafas para el Sol. Desconocemos cuando regresaremos a nuestro lugar de origen. Nos gusta tanto el balneario que nos quedamos vivir aquí. Un viaje tan emocionante como impredecible.
Es muy común que nos enamoremos de esta tierra. Olvidamos que dejamos un reino celestial mucho más sublime y armonioso. Sin importarnos sufrimientos o alegrías nos negamos a morir. A veces renegamos de las circunstancias cuando nos sentimos desdichados. La vida con todos sus altibajos nos resulta seductora. Una aventura excitante que tiene imprevistos y riesgos que podemos disfrutar.
El hombre por naturaleza anhela la felicidad pero no visualiza los móviles para alcanzarla. Desconoce el camino y sus alternativas. En este libro trataremos de dilucidarlos. Por supuesto, no está en nuestras manos la elección de nuestro destino. Partiremos de una premisa fundamental: las circunstancias las hemos creado previamente con nuestras acciones. Me refiero a vidas anteriores. No es la primera vez que estamos en este mundo. A veces nos parece como si un hado maligno nos mantuviera firmemente atados a los acontecimientos. Como vivir en una impenetrable burbuja de cristal. Sucesos tristes terminan por agobiarnos.
Vivir por vivir no tiene sentido y necesitamos estímulos externos e internos. Cobrarle amor a la vida. Tener sueños con metas bien definidas. Mantener ilusiones y esperanzas a cualquier edad. Enamorarnos de un oficio, de un ideal, de una persona. Todos anhelamos una vida digna y afortunada. Nadie quiere sufrir y sin embargo es la tónica general de este mundo. Desgraciadamente, nuestros defectos son un obstáculo para la dicha. ¿Te has preguntado por qué no encuentras la felicidad tan anhelada? ¿Qué te impide ser dichoso?

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Nuestra obligación es luchar para encontrarla. No existe la suerte y la misma se construye a cada instante. El pasado no lo podemos cambiar, el futuro es consecuencia del presente, solo nos pertenece el ahora. Si queremos que nuestras circunstancias cambien debemos cambiar interiormente. Hacernos un análisis de conciencia. Conocer nuestras posibilidades y limitaciones.
Todo se origina en la mente: las grandes urbes y monumentos; la historia de los pueblos; sucesos de la vida. Todo lo que nos rodea se gestó primero en una idea. Si aspiramos a ser dichosos debemos mentalizarnos. Decretarlo ahora mismo. “Pide y se te dará, toca y se te abrirá”, dice la Biblia. No basta con pedirlo, hay que trabajar para lograrlo.
Tenemos el poder de crear con nuestros pensamientos. Si damos amor, recibiremos amor; si repartimos alegrías, experimentaremos lo mismo. Si somos egoístas, no debemos pretender que los demás sean generosos. Si odiamos, los demás harán lo mismo. Es la ley de reciprocidad. Se hace imperativo transformarnos radicalmente. Dice el maestro Zoroastro que debemos tener: "pensamientos rectos, hablar recto, y acciones rectas”, para mantener el equilibrio y cordura como baluartes de la dicha. Los profetas no se equivocaron cuando nos sugieren, amar y perdonar.
No es fácil cambiar nuestros viejos moldes de pensamiento. Es como girar una rueda en sentido contrario. Tampoco es imposible. Somos máquinas humanas movidas por el inconsciente. Necesitamos hacer nuestro mejor esfuerzo con fe y decisión. El yoga, la meditación, y la oración son elementos valiosos. Hay un solo camino para encontrar la felicidad: servir a los demás. Hay diferentes caminos para encontrar a Dios. En la antigüedad, Moisés hizo milagros con la oración. Por Ej., liberar a su pueblo hebreo de la esclavitud de los egipcios. David, Abraham, y Josué también hicieron prodigios.
Leonardo de Vinci, dijo un día que el hombre podía volar. Julio Verne, expresó en una novela que el ser humano llegaría a la luna y podría comunicarse a grandes distancias. Fueron considerados locos y soñadores. “El que puede y el que dice que no puede, generalmente los dos tienen razón”, reza un proverbio chino. Debemos eliminar la mentalidad del “no puedo”. La psicología, astrología, y filosofía nos pueden ayudar. La máxima de Sócrates sigue vigente: “Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al universo”. El 90 por ciento de las personas desconocen su yo interno.

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El lenguaje de los astros… la cosmogonía del gran creador.

La astrología es la ciencia más antigua del mundo. Todos los pueblos la han practicado. Hombres ilustres como Izac Newton, Leonardo de Vinci, Paracelso, Ptolomeo, Hipócrates, Nostradamus, Alan Leo, no ignoraban que los astros influyen en los acontecimientos terrestres. Las mareas, la menstruación, crisis nerviosas, tienen mucho que ver con la luna. Una carta astral es el mapa celeste de nuestra vida.
Lamentablemente, en la actualidad está muy desacreditada. Mercaderes y charlatanes han hecho de ella una bufonada. Hay muy pocos astrólogos experimentados. Los horóscopos no son la verdadera astrología. Para empezar no es una suerte de adivinación. Es una ciencia con cálculos geofísicos y matemáticos. Marca nuestras virtudes y defectos. La astrología verdadera es esotérica y para iniciados. En vidas pasadas la hemos investigado.
Estos hombres fueron investigadores del cosmos y llegaron a brillantes conclusiones. Un mapa astral describe la vida presente, pasada, y futura. El carácter y las configuraciones astrales se pueden cambiar. “Los astros inclinan pero no obligan”. Las acciones, buenas o malas, ahí se registran. Hay facturas por pagar que nos aguardan. Me refiero a la ley del karma.
Venimos de múltiples reencarnaciones. Si una persona dio mucho amor en una vida pasada, será afortunada en la actual. Todo lo que recibimos no los merecemos. “No hay efecto sin causa ni causa sin efecto”. Un niño nace en colchón de plumas o en la miseria. Nuestras relaciones son armoniosas o conflictivas. Los rasgos físicos, bellos o desagradables, reflejan nuestra alma. "Lo exterior es reflejo de lo interior".
Un cuerpo hermoso no es producto de la casualidad. Esas personas han cultivado su aspecto, su alimentación. La carta astral describe cómo será nuestra pareja, los hijos, la mejor profesión. La herencia y los genes. Y lo más importante, nuestras oportunidades de ser felices. Debemos potenciar nuestras virtudes y disminuir debilidades. Investigué a fondo el tema y así me enteré que nací para escribir. Si te interesa como ciencia, te sugiero leas a Alan Leo, el padre de la astrología moderna. Brinda una verdadera riqueza informativa.
En cuanto a la psicología, puedes empezar leyendo el psicoanálisis de Freud. La interpretación de los sueños, el inconsciente, la sexualidad. Muchas de sus tesis están rebasadas pero es el padre de la psicología actual. Hay diversas ramas para estudiarla y elige la que tú necesites. Alfred Adler, Carlos Gustavo Jung, entre otros autores. La psicología es el estudio del alma. Te ayuda a descubrir complejos y traumas. Los diferentes caracteres y tu potencial sexual. En suma, nos ayuda a conocer nuestros demonios. Nos remonta a experiencias traumáticas de la infancia. Aflora nuestro subconsciente.
Por otra parte, la filosofía nos proporciona valores cívicos y morales. Nos vuelve analíticos y reflexivos. La ética y la filosofía la inventaron los griegos. Cultivaron el cuerpo y fundaron los primeros gimnasios. Nos ayuda a encontrarle sentido a la vida. Un filósofo ama el conocimiento y promueve la creación de hombres de tipo superior. Los grandes filósofos: Platón, Aristóteles, Confucio, José Vasconcelos, Pitágoras, han dejado una estela de luz y marcaron su huella. Sus preceptos siguen vigentes.
Hoy en día el conocimiento superior se encuentra al alcance de cualquiera. Bendita era del Internet donde podemos investigar cualquier materia. Estudiar una licenciatura, maestría, o doctorado. Hacen falta filósofos en el mundo que nos ayuden a salvar el planeta. Hemos destruido el ecosistema y podemos recuperarlo. Los países poderosos están con un dedo en el misil. Platón, planteaba que todos los gobernantes debieran ser sabios. Lamentablemente, un pueblo ignorante no podrá tenerlos. Tenemos el gobierno que nos corresponde.
Nos encontramos en un ambiente determinado por méritos propios. Los padres y maestros que previamente hemos elegido. El grosero materialismo nos hizo olvidar nuestro origen celestial. A veces nuestros enemigos nos pueden dar las mejores lecciones. Hay mucho que aprender de los demás. Adaptarse a cualquier medio es de gente pensante. Los dinosaurios se extinguieron por no adaptarse al nuevo clima. Atraemos lo que somos en esencia. “Un nivel del ser atrae a otro nivel del ser”.

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Ya lo dijo Amado Nervo: “somos los arquitectos de nuestro propio destino”. Dios nos dio libre albedrío para elegir entre el bien y el mal. El buda define así la ley del karma: “Este tipo de energía es infinita e invisible y es consecuencia de las acciones del ser humano”. Jesús de Nazaret lo dijo de esta manera: “No hagas a otros lo que no quieras que hagan contigo”. No hay nadie que haga el bien y le vaya mal. Sufrimos porque nuestros defectos nos impiden ser dichosos.
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Venimos a este mundo a ser felices pero extraviamos el camino. La elección y discernimiento nos distinguen de otras especies. ¿Qué pasaría en un mundo donde todos fuéramos honestos, nobles, generosos? Sería mucho más armonioso y no habría guerras. Algo semejante al paraíso de Adán y Eva. No obstante, existen los polos positivo y negativo. El ying y el yang.
La ley de los opuestos.
Son necesarias las antítesis. Para apreciar la hermosura debe existir la fealdad. La gloria no se concibe sin el infierno. La justicia no se apreciaría sin la injusticia. La sabiduría brilla en un mundo de ignorancia. La luz necesita un fondo de oscuridad. “La virtud estriba en encontrar el justo medio de todas las cosas”, opinan los franceses.
Somos un manojo de defectos pero podemos ser un ramillete de virtudes. Nuestros egos así lo confirman: El orgullo y la humildad, la pereza y diligencia, la lujuria y castidad, la envidia y caridad, la ira y la paciencia, la codicia y generosidad, la gula y la templanza. El padre eterno nos quiere de regreso en completo estado de perfección.
Los grandes maestros insisten que debemos eliminar los 7 defectos capitales o viviremos bajo su imperio hasta la muerte. Es tan corta la vida para desaprovecharla. El nazareno expresó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al padre si no es por mí”. El Judaísmo e Islamismo llegaron a la misma conclusión.
Nuestros yoes se manifiestan inconscientemente. Debemos eliminar el conformismo y la influencia astral. Obstruyen nuestro bienestar mental y emocional. Nos impiden ver el lado positivo de la vida. Una persona codiciosa no se conforma con nada. Una persona iracunda siente deseos de venganza. El orgullo nos hace sentir superiores a los demás. La pereza nos impide trabajar y progresar. Los lujuriosos son proclives al adulterio. El envidioso sufre por el bien ajeno. ¿Puede alguien así tener paz y serenidad como factores de la dicha?

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"El sosiego interior que apetecemos, está en nosotros pero no lo vemos, está en nosotros pero no lo vemos". Buda.

La felicidad resulta una utopía cuando nuestros egos nos dominan. Vivimos a merced de los instintos y circunstancias. Debemos aspirar a una vida superior en todos sentidos. No necesitamos ser santos ni iluminados. Basta con ser equilibrados y despertar nuestra conciencia dormida. En occidente nos educan para encontrar la riqueza material. En el oriente se prioriza la mente y el bienestar emocional.

Las mejores cosas de la vida son gratis.
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La vida es una línea quebrada hacia arriba y hacia abajo. Es alternativa con puntos negros y blancos. Una vida de confort nos puede llevar al ocio y a los peores excesos. Acertó quien dijo: “el ocio es el padre de todos los vicios”. Las personas felices ponen sus talentos al servicio de terceros. Son los mejores prospectos de la dicha.
Quien todo lo tiene al nacer carecerá de incentivos para superarse. Un campeón olímpico que ha ganado todas las medallas ya no aspira a ganar una más. El hombre más rico del mundo, Carlos Slim, es un anciano y sigue amasando fortunas. ¿Pensará llevárselas al más allá? Una cadena de triunfos nos puede estancar en nuestra evolución. Necesitamos fracasar y conocer la frustración ocasionalmente.
Grandes futbolistas y estrellas de cine han sucumbido a las drogas. Cantantes célebres han caído estrepitosamente por el alcohol. Empresarios que se jactan de las privaciones de su infancia y cómo lograron superarlas. Personas muy ricas con el corazón vacío. Capos de las drogas y gobernantes mendigando amor. Jóvenes con enfermedades terminales. Hay quienes carecen de libertad o de salud. El aire, la luz del sol, el agua, la tierra, son gratis, y sin embargo no los valoramos. El burdo materialismo nos hizo perder la esencia de la vida.

"Si quieres vivir una vida feliz, átala a una meta, no a una persona o a un objeto". Albert Einstein

miércoles, 12 de febrero de 2020

Te regalo 100 gramos de felicidad 1


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José de Cádiz

“La felicidad es lo único que merece la pena. El momento para ser feliz es ahora. El lugar para ser feliz es aquí. La forma de ser feliz es hacer que otros lo sean". Robert Green

Es la mayor aspiración del ser humano. No hay otra meta más valiosa en esta vida. De una forma u otra todos aspiramos a ser dichosos. Es una ilusión fugaz pero muy pocos encuentran. Nuestros defectos o egos nos impiden ser felices. Envidiamos a los demás lo que poseen sin tomar en cuenta nuestro propio potencial. No necesitamos fama ni fortuna para ser felices.
La vida moderna y la tecnología nos imponen artefactos que pocas veces necesitamos. La sociedad nos inculcó la idea de que el dinero es sinónimo de estatus. Que quienes tienen fortuna son dichosos. Es un espejismo cruel y además una falacia. Emprendemos una carrera desbocada para obtenerlo. Trabajamos, estudiamos, o sacrificamos nuestros valores con tal de ser ricos. Sin importarnos atropellar a los demás.
No digo que carezcamos de aspiraciones y tengamos que vivir en la miseria. Tampoco que el dinero sea una maldición. Simplemente que cultivemos otros valores. Que nos preocupemos más por la riqueza interna que externa. De nada sirve poseer fortunas si carecemos de amor o de libertad. Si estamos enfermos o nuestro prestigio está por los suelos. Estar en paz con uno mismo es el primer paso para ser feliz. Interesante lo que afirma Platón: “Buscando el bien de nuestros semejantes encontramos el nuestro”.
¿De veras quienes tienen fortuna son Dichosos? Pongo en tela de juicio esta aseveración. La Real Academia Española define así la felicidad: “es un estado de grata satisfacción espiritual y física”. Por lo tanto, la salud y el bienestar emocional no se pueden comprar con dinero. Tampoco el amor, la paz, ni la belleza o el talento. Dicen los humanistas que no hay mayor satisfacción que hacer el bien. La generosidad está en relación directa con la ley del karma. A cada acción le sigue una reacción. “Lo que siembres eso cosecharás”.
La soledad no se puede paliar con dinero, ni la fe adquirirla con una tarjeta. La verdadera amistad no se negocia. “La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos”, opina Henry Van Diquen. En la universidad leí este enunciado: “El ser humano más dichoso es el que hace feliz al mayor número de personas”. Nuestra felicidad está relacionada con la de los demás. Somos parte de un todo en el universo.
Existe la riqueza espiritual y material. En esta época de violencia extrema no hay mayor tesoro que la paz y un corazón tranquilo. Amar y ser bien correspondidos nos hace sentir en el paraíso. Brindar una sonrisa, visitar un enfermo, regalar un pan nos dan enorme satisfacción. “Hay más felicidad en dar que en recibir”, sentencia la Biblia. Debemos aprender a dar sin medida. Un ascenso o el éxito profesional nos llenan de júbilo. La abundancia está íntimamente relacionada con el corazón.

“La riqueza de un hombre se mide, no por lo que adquiere, sino por lo que da”. Set, profeta de la civilización Atlante.

Dar las gracias o recibir la bendición de un extraño nos fortifica. Existen diferentes apreciaciones de la felicidad. Según la edad, posición social, educación, inteligencia, principios, etc. Un niño puede ser inmensamente feliz con un dulce o un juguete nuevo. Un cantante si su disco se vende, un político si puede robar, un empresario acrecentando su fortuna, un escritor si logra el éxito mundial. A ti, en lo personal, ¿qué te hace feliz lector? ¿Tienes bien clara la idea?
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“Ten cuidado con lo que pides, se te puede conceder”.

Tenemos la ilusión de casarnos y tener hijos inteligentes, bellos, disciplinados. Desgraciadamente, los celos y el orgullo nos impiden ser felices. Reñimos por cualquier motivo y la ira nos impulsa a lastimar a nuestra pareja. Solemos confundir el amor con el deseo y viene el desengaño. Nos hieren mucho el divorcio o la traición. ¿Dónde quedó el amor? La pasión se extingue como llamarada de hojas secas. Amar es procurar lo mejor al ser amado. Aceptarlo como un regalo con sorpresas y decepciones. El amor para que funcione tiene que ser recíproco.
Los filósofos han tratado de encontrar la fórmula de la felicidad. Confucio, Aristóteles, o Platón la analizaron detenidamente y concluyeron: “la verdadera dicha es simplemente una actitud. Una visión. Un modo desde el cual, observar la vida. La felicidad está dentro de uno y debe cultivarse cada día. A través de las cosas más sencillas, más simples. Más elementales”. Intentaron orientarnos con cápsulas de sabiduría.
Avatares e iluminados tuvieron la misión de ayudarnos: Zoroastro, Pitágoras, El buda, Jesús de Nazaret, Saint Germaín, afirman que eliminando nuestros egos encontramos la felicidad. En la introspección, los detectamos. En la meditación, los eliminamos. El yoga, y la oración, nos ayudan mucho en esta noble tarea. La fe en la divinidad es una luz que impide que nos extraviemos. Tenemos diferentes maneras de concebir al Creador. Todas muy respetables.

¿Qué significa la felicidad para ti?

Elegí este tema como tarea de un taller literario. Un ensayo que me diera la oportunidad de conceptualizar. Hace tiempo escribí un artículo sobre ella. El primero en mi vocación de escritor: "Felicidad, ¿dónde te encuentras”, creo que el título habla por sí mismo. Qué alegría sentí cuando fue publicado en El Sol de Acapulco. Significaba que lo habían valorado y alguien lo leería. Por primera vez me percaté que tenía aptitudes.
Todos sabemos lo que nos hace felices. Yo lo soy, haciendo lo que me gusta: escribir, leer, orar, comer en paz, bailar, hacer el amor, ir al campo, publicar y tener muchos lectores. Me emociona promocionar mis textos y ver que pueden tener 5 o 25 mil lectores en un día. No me gusta defraudarlos y siento una enorme responsabilidad. Me siento bendecido por Dios y le doy gracias. Me fascina este concepto de José Ortega y Gasset: “Felicidad es la vida dedicada a ocupaciones para las cuales cada hombre tiene singular vocación”.

La imagen puede contener: océano, texto que dice ""No hay que descuidemos tanto como el deber de ser felices" -Robert Louis Stevenson"

Me he preparado a conciencia para ser buen escritor. Busco la excelencia y originalidad, no quiero perderme en la montaña de la indiferencia. He tomado todos los cursos imaginables. El éxito está en relación directa con la preparación. Es lo que realizamos para alcanzarla lo que nos aporta la dicha. Interesante como dilucida Aristóteles la excelencia: “Somos lo que hacemos día a día". De modo que la excelencia no es un acto sino un hábito”.
El 20 de marzo es el día internacional de la felicidad. Tal vez por ser el equinoccio de la primavera. Alguien seguramente jubiloso lo decretó. Dale Carnegie, nos dice cómo recuperar el entusiasmo: “¿Estás aburrido de la vida? Entonces lánzate a hacer un trabajo en el que crees, con todo tu corazón. Vive por él, muere por él, y toda la felicidad que creías que nunca ibas a conseguir, será tuya”. La dicha está perfectamente ligada con la auto realización. Con los sueños y metas de cada ser humano.

Platón concluye: “Cada cual posee el secreto de su propia felicidad”.

Qué interesante sería poder comprar la felicidad en un tiangüis. Cara o barata pero adquirirla por gramos. “¿Me puede vender cien gramos de felicidad?”, pediríamos. El empleado, con una sonrisa, no las serviría en un recipiente elegante. Al llegar a casa la compartiríamos con nuestra familia. En lugar de eso, en el súper, nos ofrecen tiempo aire para esclavizarnos. Nos convierten en marionetas para perder miserablemente el tiempo.

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Charles Chaplin, el mejor cómico inglés que se inmortalizó haciendo reír al público, fue un excelente guionista y cineasta. Un genio de la actuación. En su infancia sufrió pobreza extrema, desamor de sus progenitores, fracasos, desilusiones, pero se sobrepuso y marchó a EE.UU. Luchó incansablemente hasta que la suerte le sonrió. El actor teatral dejó para la posteridad estas palabras:
--La vida es una obra de teatro que no permite ensayos… por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida… antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.
¡Hey, hey, sonríe! Más no te escondas detrás de esa sonrisa… muestra aquello que eres, sin miedo. Existen personas que sueñan con tu sonrisa, así como yo. ¡Vive! ¡Intenta! La vida no pasa de una tentativa. ¡Ama! Ama por encima de todo, ama a todo y a todos.
¡Acepta! La vida, las personas, haz de ellas tu razón de vivir. Entiende a las personas que piensan diferente a ti. ¡Eh! Mira… mira a tus espaldas, cuántos amigos… ¿ya hiciste a alguien feliz hoy? ¿O hiciste sufrir a alguien con tu egoísmo?

Un capítulo del libro, “Te regalo 100 gramos de felicidad”. 

AL CALOR DE TU REGAZO José de Cádiz Abrázame fuertemente como cuando yo era un niño me arrullabas con dulzura y besabas con cariño Luego cua...