sábado, 28 de abril de 2018

A tu sonrisa



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José de Cádiz


Una luz que ilumina es tu sonrisa

Esa brisa que envuelve tu nobleza

Tu carisma  y ternura me seducen

Tu bondad magnetismo y fortaleza



¡Sonríes, siempre sonríes! Porque eres dichosa

De seguro en el  mundo nadie es más feliz que tú

Amas la vida, a las estrellas, a todo lo que rodea

Los niños han sido siempre tu centro de atención

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Cuando te conocí me obsequiaste una sonrisa

¿Puede alguien sonreír sin conocerme? Me dije

Al instante comprendí que era un regalo de tu nobleza

Sin duda con esa sonrisa puedes conquistar el planeta



Doy gracias a Dios y al destino por haberte conocido

Diariamente y con mil detalles me dices que me amas

Puedes estar segura que eres muy bien correspondida

Te elegí como compañera para vivir siempre a tu lado
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Obviamente en una vida anterior ya nos conocíamos

Hemos sido amigos y esposos por toda la eternidad

Por eso la identificación profunda de nuestras almas

A ello se debe la espiritualidad que nos caracteriza



En la intimidad contigo toco las puertas del cielo

Reposando en el campo me siento en el paraíso

Aves y murmullo del viento cantan una sinfonía

La fuente de agua viva que brota observa curiosaResultado de imagen para Gifs de fuentes naturales

No tengas la menor duda que vives en mi pensamiento

Cuando se ama de verdad no hay ojos para nadie más

Mis sentimientos y emociones te pertenecen completos

Sigue sonriendo dichosa en cada instante de tu vida.




Para María Silvia Andraca Cruz

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sábado, 14 de abril de 2018

El rostro oculto de Marilyn XII




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Cap. XII

"A mis admiradores y a quienes buscan la verdad".

José de Cádiz


Marilyn, era una gran amante, pero también una mujer atormentada por el sufrimiento. Conocerla física e interiormente fue un privilegio. Después de pasar la noche en mi hogar, al otro día decidimos asearlo. Se puso un short y pañoleta comportándose como una ama de casa.

Salí a comprar lo necesario para comer ese día. En lo personal solía alimentarme fuera, pero esta vez me interesaba atenderla a ella y compré una despensa bien surtida.

Percibí que atrás de Marilyn se encontraba Norma Jean, la niña huérfana, marginada y solitaria.  Ansiosa de tener el hogar que nunca tuvo.  Siendo célebre tampoco pudo conservar uno de manera permanente.  Cuando regresé estaba terminando de asear mí departamento.

Debido a la excitación de la noche anterior no tuve tiempo de ocultar una fotografía de Fabiola que adornaba un pequeño buró. Marilyn la vio y preguntó sonriente:

-¡Simpática chica! ¿Tu novia?

--Sí –-contesté titubeando.

--Me gustaría conocerla. Tal vez podamos ser buenas amigas.

Comprendí que una mujer de mundo no se iba a espantar por una relación aún vigente. La diva tenía una mentalidad gringa sin prejuicios de ninguna índole. Me agradó sobremanera su actitud.

Terminando de asear preparamos una riquísima ensalada de frutas. Marilyn no comía tortillas y acompañamos la comida con pan. Nos saciamos con buen apetito y me miró detenidamente al final. Seguramente pensando: “¿qué hago aquí comiendo con un policía?”, pero al instante recobró su sonrisa y sirvió dos vasos de agua.

Noté que su diario estaba intacto encima del buró como aguardando el momento de revelar su contenido. No resistía la tentación de leerlo ni encontraba la oportunidad.  El calor arreciaba y encendí el viejo ventilador.

Seguramente la diva anhelaba el calor de un verdadero hogar. Se comportaba serena y sin artificios. Algo teníamos en común los 2: nos gustaba leer y escribir.  Tal vez era lo que nos unía y daba sentido a nuestras vidas. 

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No pude evitar hacer comparaciones. Si la diva era un torbellino en la cama mi novia no se quedaba atrás.  No obstante, Fabiola era mucho más práctica y después de la pasión se iba rápidamente a su casa. Únicamente platicábamos un ratito cuando aseaba mi cuarto

Siempre pensé que a Fabiola sólo le interesaba el sexo. Era incapaz de entregar su corazón.  Una relación anterior la había dejado marcada y juró no volver a casarse.  A veces la invitaba a comer y se desahogaba contándome los problemas con su único hijo.  La consideraba discreta y nada celosa pero me equivoqué rotundamente. Lo pude comprobar esa tarde.

Marilyn quiso leer otros poemas de mi autoría y se los mostré con gusto. Los leyó con toda calma situación que aproveché para hojear su diario. Si la diva estaba leyendo mi inspiración yo tenía derecho a conocer su vida. 

Abrí el diario con expectación.  Estaba escrito en inglés.  Yo había vivido 5 años en Los ángeles y lo entendía perfectamente.  Noté al instante la excelente redacción que tenía. Sabía que escribía sus memorias pero desconocía sus habilidades literarias.  Leí con avidez la dedicatoria y el prólogo:

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“Para todos los hombres de mi vida. De una estrella errante en busca del amor.  A mis admiradores y a quienes buscan la verdad.  Reciban este diario con un beso y una flor desde el rincón más apartado de mi alma.   M M.

Continuaba…

Escribo este diario cuando la tristeza o nostalgia me invaden. En noches de pesadumbre en que no puedo dormir. La soledad es como un fantasma que me persigue toda la vida.  A veces tan insoportable que salgo a la calle a platicar con el barrendero.

Escribo para escapar de una realidad que me asfixia y prohíbe ser feliz. Quiero dejar un testimonio a la posteridad como la celebridad que soy. No soy eterna y pretendo dejarles un pedacito de mí.

Como sabrán no tengo familia y a mi padre no lo conocí.  Mi madre tuvo que internarme en hospicios para poder trabajar. Cuando me preguntan quién es mi padre contesto: “Abraham Lincoln”, y tengo una foto de él en la pared de mi casa. Lo admiro por haber abolido la esclavitud en EE.UU.

De niña me sentí rechazada y más tarde traté de llamar la atención con los reflectores ansiosa de que me quisieran aunque sea un poquito.   Creo que la felicidad no está hecha para mí. El amor verdadero no lo he conocido.  Los hombres se acercan a mí por deseo o curiosidad.

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El destino me ha dado fama y fortuna pero me ha negado privilegios como la maternidad. Eso me duele pero nunca lo confieso. Ser madre es un gozo que toda mujer necesita para sentirse realizada. Cuando pude embarazarme el cine me lo impidió. En mi primer contrato con la Twenty Century Fox exigían que fuera soltera. 

Mi vida de actriz ha sido una pose permanente que oculta verdaderamente lo que soy.  He decidido quitarme la careta y abrir mi corazón.  No voy a ocultar más mis sentimientos ni emociones más recónditos.  Esa Marilyn que todos conocen no soy yo. Sino un ser humano completamente diferente. 

A los astros del cine nos consideran frívolos y carentes de valores. Afirman que vivimos en un mundo de oropel muy apartados de la realidad.  Hay algo de verdad aunque no del todo cierto.  Somos superficiales, hedonistas, y nos cuesta diferenciar entre ficción y realidad. Tan narcisistas que una arruga nos pone a llorar.  Representamos tantos personajes que terminamos por no saber quiénes somos.  Es el precio que pagamos por besar a muchas bocas.

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Como artistas somos sensitivos y los desengaños nos duelen más que la mayoría.  La fama nos puede encumbrar o aniquilar. El adulterio y las drogas en el cine son tan comunes.  Empecé siendo modelo con numerosas aventuras que me volvieron ambiciosa.  En cada relación hubo desengaños y caía en una nueva frustración. Nunca lograron llenar este gran vacío interior.  

La popularidad con frecuencia marea y hace perder la cabeza. Recibimos tantos elogios que empezamos a gravitar en las nubes.  Entonces recurrimos a los estupefacientes para aliviar estados de angustia o frustración.  En lo personal he probado todas las drogas aunque no soy adicta. Mi amor propio me mantiene a flote.

Mi madre confeccionaba vestidos en los estudios de cine donde trabajaba. No tener padre me produjo una sensación de orfandad toda la vida.  Siempre tuve la impresión de ser un estorbo para quienes me trataban.  Vivía pensando que nadie me quería. Me he casado en tres ocasiones para no estar sola y sentirme protegida.  Lamentablemente no encontré la felicidad con mis parejas.  Yo buscaba comprensión pero ellos buscaban sexo.

Mis debut en Holllywood multiplicó mi lista amantes.  De Elia Kazan a Marlon Brando, pasando por Frank Sinatra y James Dean.  Los contratos en el cine, para quien no lo sabe, se firman en la cama.

La vida me trajo a un set cinematográfico que me convirtió en una estrella.  Bueno, soy un simple ser humano. Pronto descubrí que la fama no trae la felicidad. Tampoco el dinero.  Un espejismo que todos los actores persiguen.

Tengo miedo a la muerte y jamás me suicidaría. Creo firmemente en Dios y en los valores de la fe.  Aún con una vida licenciosa los principios que me inculcaron las monjitas jamás se me han olvidado.  Voy a misa los domingos de incógnito. Siempre luchando entre mis apetitos carnales y destellos de conciencia.

He cometido muchos errores que la vida me ha cobrado muy caro. Como haberme enamorado de un hombre casado y además primer mandatario. Tuve algunos abortos provocados al principio de mi carrera que afectaron mi matriz y quedé estéril. 

Me casé a los 16 en plena II guerra mundial. Mis tutores iban a cambiar de domicilio y no sabían qué hacer conmigo. Entonces ofrecieron mi mano a James que era mi vecino.  Un chico apuesto y osado.  Pronto lo reclutaron en La marina para ir a la guerra. Me dejó trabajando en una fábrica de paracaídas.

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Un fotógrafo me invitó a posar desnuda para una revista. Insistió tanto que me convenció ofreciéndome mucho dinero.  Enseguida conseguí un contrato de modelo.  Si hubiera sabido lo que me esperaba jamás hubiera aceptado.  Fue mi lanzamiento y mi condena.

Ocasionalmente, mi madre me llevaba a los estudios de la RKO donde laboraba.  Ahí conocí a grandes luminarias del cine mundial.  Soñaba con ser tan aclamada como ellas. A las actrices las veía bellas, seductoras, glamorosas.

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Quería ser tan hermosa como Lupe Vélez, o tan misteriosa como Greta Garbo. Marlene Dietrich, me impresionó con esas piernas preciosas y un vozarrón de trueno.  A Mary Picford, la conocí en plena decadencia y dicen que fue esposa de Rodolfo Valentino.

A Greta, "la divina", la veía caminar en los pasillos tan despacito como una serpiente.  Pocas veces sonreía y era tan gélida como un copo de nieve. Cómo me fascinaba ver a Gary Cooper ponerse la corbata frente a un espejo, ¡qué elegante y guapote se veía con esos ojos azules burilados en el cielo!

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Douglas Fairbanks, me saludaba diciendo: “!hola pequeñita!”, y me regalaba dulces, globos y en mi cumpleaños una muñeca.  Me besaba y se iba rápidamente a la filmación.  Yo iba corriendo a decirle a mamá que un señor me había besado.  Ella sonreía acariciándome el pelo.

A Mae West, la recuerdo siempre provocativa en las locaciones. Tenía unos senos enormes y una sonrisa pícara. Dolores del Río, tan modosita como una princesa, ¡me encantaba su vestuario!  Todos actores de primer nivel. Me emocionaba escuchar el grito del director: “¡Luces, cámara, acción!”.  Me sentaba en primera fila.

Pero todo pertenece al pasado y ya no me interesa.  Debo aprender a vivir en el presente.  Haber aceptado posar desnuda cambió mi destino.  Una chica inexperta que se dejó envolver por los reflectores. 

Es demasiado tarde para arrepentirme. Norma Jean, es una chica sensible y de gran corazón.  Amo la naturaleza y a los huérfanos. Admiro el conocimiento y el talento. Mis defectos y virtudes aquí se los voy a mostrar.  En horfanatos me aficioné a la lectura.

Me gusta leer a los clásicos: Dikens, Poe, Cervantes, Shakespeare.  La poesía me hace reflexionar.  El cine nunca me ha dado un papel verdaderamente valioso.  Para los productores sólo soy "la rubia tonta". Mis fans son la única familia que tengo.

Tengo pocos amigos, un perro, un fotógrafo, y una chica a quien le tengo mucho cariño.  En el cine hay demasiados intereses creados. Todos te miran con envidia o hipocresía.  Para los hombres soy un filete suculento que quisieran devorar.  Eso me hace sentir vulnerable.

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Creo que los estoy abrumando con mis aprehensiones. Seguramente querrán adentrarse en mi vida como en un documental.  Espero lograr un poquito de su comprensión al final. Tal vez encuentren una explicación racional a las interrogantes de mi vida, porque yo no la he encontrado”. 
    
Así terminaba el prólogo. Hice una pausa y observé a Marilyn absorta leyendo mis poemas.  Tomé un vaso de agua. Eran anécdotas dispersas de buena parte de su vida que excitaban mi imaginación.  Como tantas mujeres célebres Marilyn tuvo necesidad de contar sus memorias. Tal vez presintiendo que moriría joven y que el público querría saber detalles.





miércoles, 11 de abril de 2018

El rostro oculto de Marilyn XI



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Cap. XI

El placer y sufrimiento son extremos que se tocan.

José de Cádiz


Marilyn insistió en conocer mi departamento. La llevé y escuchamos música. Le pedí que bailáramos desnudos y nuestros sentidos se dispararon. Me enervaron sus caderas blancas y tersas como alabastro. Nada hay más excitante que contemplar un par de montañas a nuestra entera disposición.
La música nos arrastró a un torbellino de caricias. Le sugerí que se recostara boca abajo. Besé y estrujé sus encantos con lascivia. Recliné mi cuerpo en el suyo y la rubia gimió de placer.  Deslicé mis manos por su cintura mordiendo ligeramente el lóbulo de sus orejas. Acaricié en círculos sus pezones bien erectos.
Sus mejillas encendidas denotaban intenso erotismo. Se volteó súbitamente y me rodeo la cintura con sus piernas. Sus manos ansiosas hurgaban cada parte de mi cuerpo. Friccionó mi pene con delicadeza como si temiera hacerle daño.  No supe cuánto tiempo transcurrió pero me sumergí en un mar de sensaciones indescriptibles. Cada molécula de nuestros cuerpos vibraba como cables de alta tensión.
La excitación y el sudor nos mojaron completamente. Me dolían los testículos y apunté mi miembro a su vulva en una penetración lenta y profunda. Marilyn arqueaba su cuerpo en cada orgasmo.  Posteriormente adoptó la posición más salvaje y primitiva. Una hembra voluptuosa con un varón insaciable.  Me propuse prolongar el placer tanto como fuera posible.
Quedamos exhaustos y completamente relajados hasta la una de la mañana.  Me dormí y desperté con una erección más violenta.  Palpé en la oscuridad el cuerpo tibio de una mujer. Recordé que tenía como huésped a una diva. Ignoraba si estaría dispuesta a continuar la sesión. No me atreví a despertarla. Tomé un baño de agua fría y me volví a dormir.

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El placer y sufrimiento son extremos que se tocan. La eterna dualidad de la cual pretendemos escapar.  Aquella madrugada viviría una de las experiencias más desconcertantes de mi vida. En lo profundo del sueño la rubia empezó a gritar:
 
--¡No, no, por favor! ¡Déjeme! ¡Se lo suplico! –se quejaba visiblemente consternada.

Me desconcerté sin saber qué hacer. Se me ocurrió despertarla y la sacudí vigorosamente.  Deseaba que mis palabras la tranquilizaran pero no fue así. Ella gritaba con más fuerza aún.

--¡No, no, por favor! ¡Déjeme, soy una niña! ¡Soy una niña!

Abrió los ojos aterrorizada como a punto de ser lanzada a un precipicio. Comprendí que se trataba de un shock y recordé su consternación pasada.  Nunca pensé que las secuelas de un trauma fueran tan terribles y estaba reviviendo su violación.  Mil ideas se agolpaban en mi mente. Expresé con serenidad tratando de parecer natural:

--Por favor, corazón, tranquilízate. Nadie te hará daño aquí.  Todo fue una pesadilla.  

Se agitó dolorosamente en la cama. 
La abracé y besé con gran ternura. Mis palabras la serenaron un poco pero continuaba llorando. Se aferraba a mi cintura temblorosa. Deslicé suavemente mis dedos en sus cabellos. 

¿Era el motivo de sus fracasos matrimoniales? ¿Un trauma que la marcó para siempre?  Lamentablemente sus parejas no entendieron su sufrimiento emocional.  Fue demasiado el daño para alojarse en su subconsciente todo el tiempo. Los seres humanos reaccionamos al dolor de diferente manera. Una niña es particularmente sensible y su psiquis se alteró diametralmente.

Había leído lo suficiente para saber  que un trauma se cura reviviendo el impacto provocado.  ¿Estaría la bella dispuesta a contarme su experiencia? Estuvimos largo rato sin hablar cobijados con las primeras luces del alba. Es tan hermoso un amanecer con la mujer deseada.

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En el lecho se comparten emociones y sentimientos.  Pero no es la fuente de la felicidad más plena.  Ésta se encuentra en una dimensión superior a los sentidos. Le pregunté con mucho tacto:

 --Norma, ¿qué sucedió aquella vez en tu infancia?

Guardó silencio y cerró los ojos apesadumbrada. Negó con la cabeza. 

--Si gustas podemos hablar otro día.  Trata de descansar. Mientras tanto prepararé el desayuno. 

--¡No por favor no te vayas! Tengo mucho miedo. Trataré de recordar todo si lo crees necesario pero no me dejes sola. En mi mente hay imágenes borrosas como en una película cortada.

La alenté con gran ternura:

--Dicen que el alma descansa cuando se comparten las penas.

Después de varios minutos decidió hablar:

--Tenía nueve años cuando sucedió todo.  Yo vivía con un matrimonio maduro y nunca me atreví a hablar de ello con nadie.  Ni siquiera con mi madre que vivía. Temía que no me creyeran o me consideraran loca.

 Respiró profundamente y continuó:

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El señor se mostraba cariñoso todo el tiempo. Yo lo veía como un padre y cifraba en él todo mi cariño. Su esposa era buena y me daba de comer antes de irme a la escuela.  Una noche la señora tuvo que ausentarse para visitar unos parientes en un condado de los Ángeles. Desgraciadamente, no regresó hasta otro día, situación que aprovechó su marido para….

Un nudo en la garganta cortó su voz. Parecía atravesar el túnel del tiempo como densos nubarrones. Sobrecogida de angustia prosiguió:

--Yo presentía que algo iba a ocurrir. Supliqué a la señora me llevara con ella pero se negó rotundamente afirmando que no era necesario.  Guardé silencio resignándome a mi suerte. ¡Dios mío cómo puede haber tanta crueldad en un hombre! –Marilyn sollozaba incontenible.

Dejé que se desahogara y después de unos instantes prosiguió:

--Esa noche cerré la puerta de mi cuarto pero había una ventana muy alta.  Los niños podemos presentir el peligro en cualquier situación.  En la madrugada sentí que alguien me tocaba --Marilyn se estremeció de nuevo.  

Intenté postergar su narración pero era demasiado tarde. Si querer había abierto un dique que la arrastraba despiadadamente al pasado. Su sinceridad me conmovió más:

--Cuando sentí sus manos en mis piernas grité con todas mis fuerzas. Me abrazó de la cintura por detrás inmovilizándome por completo.  Le supliqué que no lo hiciera pero se mostró más violento golpeándome sin misericordia. Comprendí que aquel hombre no era mi padre sino una bestia feroz dominada por el deseo.  Yo trataba de evitar la penetración pero él parecía excitarse más con mi resistencia: 

--¡No, no, por favor! ¡Se lo suplico! ¡Soy una niña! ¡Soy una niña! Sentí como si la zarpa de un tigre me desgarrara por dentro.

Marilyn se arrinconó en la cama cubriéndose la cara con las manos. Lloró incontenible durante más de una hora. La acaricié tratando de hacer menos dolorosa su catársis. Pude ver todo como en una pantalla del tiempo. En seguida se durmió adoptando la posición de un feto. Como remontándose al vientre materno donde nadie pudiera hacerle daño.  Donde sólo su madre la arrullara cantándole una canción de cuna.

Me levanté con gran sigilo a preparar el desayuno. Todo había resultado emocionalmente agotador. El sol se filtró por una ventana pero no me preocupaba estando con ella. Desde lo alto observé que cinco policías vigilaban el edificio. Preparé café, jugo de naranja, hot cakes. Aguardé pacientemente.

Después de 2 horas la actriz seguía dormida. Pedí a Dios despertara con un nuevo semblante.  Que terminara ahí su sufrimiento. El cielo debía brindarle toda posibilidad de ser feliz. Despertó y me saludó con una chispa de cordura y sobriedad:

--Hola, cariño, me apena mucho lo sucedido. ¿Te asusté demasiado con mis gritos?

--No, preciosa, para nada. Estoy acostumbrado a los imprevistos.

Se levantó, tomó una toalla, y se dirigió al baño. Salió de la regadera y sirvió dos cafés.  Parecía dispuesta a continuar conversando pero ahora desde otro ángulo:

--Si piensas que ya lo sabes todo de mí estás equivocado.  Posteriormente vinieron cosas más terribles.  Nunca volví a ser la misma.

 Yo la escuchaba sin parpadear:   

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--Soy una mujer insatisfecha todo el tiempo. Ni el sexo, ni el dinero, ni la fama llenan el vacío de mi alma.  Nada en la vida me hace feliz.

Sonrió amargamente y agregó:

--A partir de aquella noche tuve una gran necesidad de tocarme. Sintiéndome posteriormente muy sucia, porque mi educación católica me inculcaba otra cosa.  Terminaba llorando.

--Norma, ¿cuántas veces te has enamorado?

--Dos veces. De Arthur Miller, y John F. Kennedy.

--¿Tu primer esposo no cuenta?

--Creo que fue una ilusión pasajera. James, nunca me perdonó haber posado desnuda. Me abandonó y me vi sola y desprotegida. 

 --Afirman que fuiste el gran amor del beisbolista Joe Demaggio

--El amor no se demuestra con golpes. Era demasiado celoso y posesivo, exigía me retirara del cine.  Me pegaba frecuentemente. Un día me fui de su casa para siempre y nos divorciamos.  Pero, eso sí, ¡es un toro en la cama! Cuando estoy sola lo llamó.

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--Cuéntame tu relación con Arthur Miller.

--Me enamoré de su inteligencia y talento.  Había leído sus libros y buscaba el cariño de un padre.  Deseaba tener un hijo y me embaracé muy pronto. A los 3 meses perdí a mi bebé. Arthur me acompañó a filmar una película en Londres y allá me abandonó.

--¿Por qué?

--Bueno… tuve una aventura amorosa con un guionista.

--A ningún marido le gusta una esposa infiel.

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--No puedo controlar mis atracciones. Soy una mujer impulsiva con el sexo. Me sentía frustrada por la pérdida de mi bebé.  Lamento haber desilusionado a Arthur.

--Supongo que con John Kennedy fuiste inmensamente feliz.

--Es verdad. Yo tenía línea directa a La casa blanca y lo visitaba con frecuencia. Era tierno y cariñoso todo el tiempo.  Su esposa encontró mis pantaletas en su oficina. Un detective le informó de nuestra relación.  Jaqueline Kennedy me odia encarecidamente. 

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--Es natural, le estabas quitando al marido. 

--Hoy comprendo la situación.  En aquel momento el amor me cegó.

--Ya veo que el amor es ciego y sordo. Dicen que “el corazón tiene razones que la razón desconoce”.

--Creí morir cuando John ya no contestó mis llamadas y me refugié en las drogas y el licor.  Entonces tuve una relación con un capo.

--¿Con un capo?

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--Sí, se llama Sam Giancana.  Frank Sinatra me lo presentó en Las vegas. Ese día nos tomamos unas copas y no supe más de mí.  Giancana, odia a los Kennedy y dice que John llegó a la presidencia gracias a sus contactos sindicales. Jura que lo traicionaron y que algún día se vengará.

--¡Qué barbaridad!

 --En mi diario anoto puntualmente estas anécdotas.  Lo dejaré en tu buró por si deseas conocerlas.

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Por lo visto la estrella no tenía reservas. El público sabía que escribía un diario y tenerlo a mi disposición era como tener el tesoro de Alí Babá y los cuarenta ladrones. O mejor aún,  las memorias de Adolfo Hitler y Eva Braun. Un texto que contenía revelaciones que jamás imaginé. 




AL CALOR DE TU REGAZO José de Cádiz Abrázame fuertemente como cuando yo era un niño me arrullabas con dulzura y besabas con cariño Luego cua...