jueves, 18 de mayo de 2017

EL ROSTRO OCULTO DE MARILYN





Cap. V1

Un paseo en yate bajo las estrellas

José de Cádiz


Subimos en silencio al barco y abandonamos la isla de “La roqueta”. La nave se adentró en alta mar hasta perderse como minúsculo puntito. Una mesa bien dispuesta nos aguardaba a bordo. Una cocinera negrita nos trajo toallas para ducharnos y quitarnos la arena.  Le comenté a Norma que no traía más ropa que la que llevaba puesta. Me dijo bromeando que no había problema y que podía bañarme en traje de Adán si se me antojaba. Reí para mis adentros.

Marilyn era una mujer desinhibida pero yo no tenía tanta confianza para mostrarme ante ella desnudo. El  calor del trópico y el agua resultaban deliciosos. Cuando salí del baño me llevé otra agradable sorpresa. La rubia me llevó a un clóset lleno de ropa y calzado fino para caballero. Explicó:

--Es del dueño del barco y no te preocupes, tengo permiso de tomar lo que quiera de aquí. Ponte una ropa adecuada y recuerda que la noche es larga. 

Elegí una camisa verde de lino, pantalón negro y zapatos del mismo color. Quería verme elegante en aquella cena.  Marilyn se puso un vestido rosa con un escote precioso que la hacía ver fenomenal. La vi tan deslumbrante que parecía una chica diferente a quien me contaba todas sus penas. Eran claros sus altibajos emocionales.

En la mesa había exquisitos manjares y bebidas finas. La diva parecía entusiasmada por pasar una velada llena de encanto. Encendió el modular con una música que parecía amenizada por los mismos ángeles. Pequeñas lamparitas adornaban el espacioso comedor. Sirvió dos aperitivos y me invitó a brindar:

--Hagamos de esta noche una fecha memorable. Quiero que sea la mejor de mi estancia en el puerto.  Olvidarme que soy Marilyn y presumir que soy libre; bailar, reír, tomarme unas copas.  Sentirme acariciada por un hombre con ternura. Ilusionarme con un mundo que no es mío.




Yo la escuchaba intrigado y sorprendido. Se encontraba conmigo una Diosa que podía tener el mundo a sus pies si se lo proponía.  Pero ella parecía no percatarse de ello.  Sacudí la cabeza para cerciorarme que no estaba soñando. Me costaba trabajo creer que aquella celebridad fuera tan infeliz. Pero la realidad ahí estaba con un cuerpo escultural y labios entreabiertos.

Cenamos faisán y caviar como dos colegiales hambrientos.  Luego me pidió que descorchara una botella. La obedecí como un fiel vasallo a su reina. Quería hacerla sentir dichosa aunque sea por breves momentos.  Prolongar aquella velada en lo posible. Serví dos copas y expresé:

--Deseo que este paseo sea extraordinario. Quiero verte alegre y despreocupada.  Daría lo que fuera por darte la felicidad que mereces. No sé lo que nos depare el futuro pero eres una fantasía convertida en realidad. Voy a atesorar lo que vivamos en lo más profundo de mí ser.

Chocamos con delicadeza las copas.  Enseguida me pidió le declamara el poema que tanto le había gustado en la playa.  También solicitó otras poesías de mi autoría. Un recital exclusivamente para ella.  Le gustó sobremanera la siguiente:


Mujer de ensueño


Ámame, como sólo la eternidad lo sabe hacer.

Mírame, como a un niño en el regazo de su madre.

Acaríciame, como las nubes acarician el vacío.

Muéstrame, la verdad de esta vida terrenal.

Mátame, cuando te canses de mirar la eternidad.

Cántame, la sinfonía de la naturaleza.

Cuéntame, los diálogos secretos entre un duende y una mariposa.

Tócame, las más hermosas melodías con el clarín.

Motívame, a tratar de alcanzar el firmamento.

Regálame, una estrella el día de mi cumpleaños.

Invítame, una copa con nieve de volcanes o llena de iceberg.

Enséñame, que la vida despierta cuando la muerte está dormida.

Permíteme, regalarte mi esencia, estrecharte en mis brazos y colmar tu inocencia.

Ayúdame, a cruzar el puente entre lo finito e infinito.

Anhelo, conocer tus secretos cuando estás dormida, cuando guardas silencio y cuando me miras.

Concédeme, la dicha de saber  que  la felicidad se encuentra detrás de esa montaña y que el universo, ¿nos pertenece?

Prometo, amarte indefinidamente, comprender tu silencio y mirarte siempre de frente.





Norma escuchó embelesada el poema pero esta vez al final no lloró. Se paró y me besó con delicado frenesí. Yo correspondí la caricia presintiendo que se avecinaba un huracán. Recordé que tenía que ser cauto para que todo se fuera dando lentamente. No debía pensar ella que sólo me interesaba el sexo, sino también su parte interna.

Llené de nuevo las copas.  Le sugerí subiéramos a la cubierta para contemplar el mar en la semioscuridad. Viajar de noche en un yate resulta una experiencia francamente alucinante.  Hacerlo con una mujer como Marilyn era pactar con los 4 elementos.  Escuchamos en silencio el murmullo de las olas.

Hay momentos que se quedan grabados en el alma para siempre.  Es como tener un pie en el cielo y otro en la tierra.  La vida es extraordinaria y debemos disfrutarla al máximo.  Amarla, glorificarla, porque es el mejor regalo que Dios nos da.  Sólo la valoramos cuando estamos a punto de perderla.

La abracé de la cintura por detrás y estuvimos unos instantes sin hablar. Todo el universo parecía comulgar con nosotros bajo el cielo estrellado. Nunca me sentí tan extasiado en ningún lugar. Por momentos sólo se escuchaba el murmullo del viento, ¿o era el canto de las sirenas que los marinos escuchaban temerosos?  





--¿En qué piensas, Norma?

--En mi vida y en la tuya.  En lo que nos deparará el porvenir. Me hubiera gustado conocerte antes de ser actriz. Mi vida hubiera tomado otro giro. Te voy confiar algo que muy pocos saben.

--Tú dirás.

--Me casé muy joven con un chico apuesto.  Estaba enamoradísima o al menos así lo creí.  Lo hice para escapar de los orfelinatos a los que nunca me adapté. No hubo un noviazgo formal y naturalmente mi matrimonio fracasó.  Mi marido se enlistó en La marina para irse a la II guerra en Europa.  Me dejó trabajando en una fábrica de paracaídas. Ahí fui descubierta por un fotógrafo.

--¡Qué interesante!

--Cuando era adolescente soñaba con un novio que me llevara al cine y comprara chocolates, nueces.  Que saliéramos a caminar y contemplar el atardecer. He conocido infinidad de hombres pero jamás nadie me ha invitado a un parque. ¿Por qué, Joe? ¿Por qué no ven en mí a la mujer sensible?  La vida me ha negado cosas tan bellas.

--Será que no podemos tenerlo todo en la vida.  No te preocupes, yo te llevaré al cine y te compraré palomitas. Luego lloraremos juntos con alguna película. ¿Acepta mi invitación, bella princesa?

Sonrió divertida y agregó:

--Quiero que después del cine me lleves a tu casa.  Conocer tu hogar y cocinarte una comida sabrosa. Leer un libro, escuchar música, asomarme a tu mundo aunque no me pertenece. Sentirme un ama de casa por breves momentos. 




--Pero, Norma, es que yo ni siquiera tengo casa. Vivo en un modesto edificio de departamentos.  Por favor no me pidas eso.

--¡Qué tonta soy!  Dijiste que tenías novia y puedo causarte inconvenientes. Perdóname, has sido tan amable conmigo.

--No, no es eso. Simplemente no quiero que te lleves una mala impresión de mi hogar.  Con Fabiola nos llevamos bien y no guardamos secretos.  Bueno, si es tu deseo te llevaré.

Contestó: 

--Eres tan comprensivo conmigo.  Vente, vamos a bailar al bar. Quiero divertirme hasta el amanecer. Pero, antes, ¡alcánzame si puedes, Jajaja!

Norma se quitó las zapatillas y corrió como niña traviesa por toda la cubierta. Yo la seguí como un lobo a su presa. Me sentía infantil jugando de esa manera pero me agradaba mucho.  Era verdad que todos llevamos un niño dentro y aquello lo confirmaba.  Sin embargo una inquietud me atosigaba, el temor que todo terminara abruptamente.  




La alcancé y de premio me dio otro beso que prometía el paraíso. Bajamos al bar y puso una música tropical sabrosa: “La bamba”, que nos motivó a bailar. La bebida estaba surtiendo efecto.  Bailamos swing, Cha cha chá, rock and roll. Tomamos con moderación y alguna tregua.  Luego cambió esos ritmos por algo más romántico: Beatles, Gleen Miller, Frank Sinatra que nos arrullaron con sus creaciones.

Los dos deseábamos prolongar esa velada tanto como fuera posible. Ninguno quería sustraerse a la magia de la noche.   No queríamos despertar de una quimera y encontrarnos con otra realidad. La felicidad es tan fugaz como el viento.  Vi tan alegre a Marilyn que pensé que ya no tendría sufrimientos.  Qué equivocado estaba con mi apreciación.




Tan abstraídos bailábamos una balada que no me percaté que Marilyn se había quedado dormida en mis brazos.  Como si inconscientemente quisiera transportarse a un lugar inexistente. Agotada por el ritmo y los movimientos sensuales de su cuerpo. Me detuve en el acto mientras el disco seguía girando como la vida misma.

¿Pretendía la rubia  evadir sus circunstancias tan quebrantadas como un vendaval? Tan dolorosas como un viacrucis.  Norma Jean era prisionera de la fama y su belleza la estigmatizaba como maldición. De otra manera no habría tenido esos tropiezos que le habían robado el sosiego. Que la habían condenado a la amargura y ostracismo.  ¿Qué más podía hacer ella para superar su situación?

La música sin ella había perdido su encanto. Sin su risa ni resplandor el salón estaba vacío.  No esperaba aquel desenlace y tomé en mis brazos a una alondra viajera que había traído a mi vida regocijo y sorpresas.  La cargué delicadamente y busqué un camarote. Lo encontré y deposité su cuerpo en la cama. Una preciosidad se encontraba a escasos centímetros de mí. Contemplé sus labios y senos tan perfectos.  La apreté ligeramente y aspiré su aliento. Su perfume era realmente enloquecedor. Un estremecimiento me recorrió de pie a cabeza.  A punto estuve  de soltar la bestia interior que todos llevamos dentro. Sacudí la cabeza y reaccioné.

La besé con gran dulzura y sonreí. Sabía lo que aquella ninfa necesitaba y entendía su sufrimiento. De ninguna manera profanaría su sueño con mis arrebatos. Le quité sus zapatillas para que durmiera a gusto. Acomodé su cuerpo de tal manera que no sintiera la mínima molestia. Me acurruqué a su lado e hice un esfuerzo por evitar cualquier tentación.




Con el aire frío de la noche no pude evitar el impulso de abrazarla. Al contacto de aquella piel de terciopelo mi pene se enderezó furioso.  Sólo se escuchaba el golpeteo de las olas contra el casco del barco.



Fragmentos de la novela, "El rostro oculto de Marilyn", próxima a publicarse.






sábado, 6 de mayo de 2017

EL ROSTRO OCULTO DE MARILYN





Cap. XV

Rumbo a la fama

José de Cádiz



Aquel diario me tenía atrapado y no me dejaba ni ir al baño. Era como retroceder en el tiempo y asomarme al mundo cotidiano de una futura diva.  Cuando Norma Jean era una jovencita ingenua enamorada de su marido.  Aún no poseía el glamour y sofisticación de una estrella de cine.  Sus ambiciones eran como las de cualquier chica de barrio. No podía concebir que hubiera sido una respetable ama de casa y también una obrera.  Su sueño era tener un hogar y un esposo que la protegiera.  No cabe duda que la vida da muchas vueltas y el destino le tenía reservadas grandes sorpresas:

7 de noviembre, 1942

"Ante mi negativa el fotógrafo me ofreció una fortuna por posar desnuda. Me quedé pasmada sin saber qué decirle. Era demasiado dinero que nunca había tenido en mis manos. Una voz interna me decía que sí pero mi conciencia me decía que no.  Recordé todas mis privaciones y pensé en lo que estaría sufriendo mi marido.  Nada me alegraría tanto como ir a verlo.  Todas las cosas tienen un precio y el fotógrafo conocía muy bien el mío. Diez mil dólares vence la resistencia de cualquiera. Le pregunté qué más tendría yo que hacer y contestó con toda calma: "Solo posar frente a la cámara". Clarita, me guiñó un ojo aprobando mi decisión. Me quité la ropa detrás de un biombo y me paré tímidamente enfrente de todos. El técnico levantó mi rostro diciendo: “Tranquilízate todo saldrá bien”.  Me tomó como doscientas fotos de frente y de perfil.  Yo estaba fría como una estatua pero el profesional ni lo notó.  Al final sentí que todo había cambiado.

15 de noviembre, 1942

Tengo sentimientos de culpa.  Nunca pensé que fuera capaz de hacer tal cosa. Anoche no paré de llorar y hoy fui a confesarme con el padre Gregory. Lo conocí en los orfanatos cuando nos visitaba o las monjitas nos llevaban a misa los domingos. El padre Gregory está viejito y su pelo encanado completamente.  Después de misa me hinqué en el confesionario diciendo--: Ave María purísima.  Contestó: “Sin pecado concebida”. --Padre, soy Norma, la del orfanato, y quiero confesarme.  Me preguntó: “¿qué ha sido de tu vida? Me dijeron que te casaste”.  --De eso precisamente quiero hablarle. Y le conté todo lo sucedido sin omitir detalles.  Me escuchó silencioso y al final expresó: “¡Condenada muchacha cómo se te ocurre desnudarte por dinero! Siempre fuiste la más inquieta del grupo y lo que hiciste se llama prostitución encubierta. No debiste hacerlo nunca y te irás al infierno aunque seas bonita”.  Sentí que el piso de hundía bajo mis pies. Al final concluyó en forma consdecendiente: “Pero, bueno hija, tengo para ti una indulgencia, rezarás durante 15 días diez padres nuestros y veinte aves Marías.  Te quiero más seguido en misa”.  Salí de la iglesia un poco más tranquila.




30 de noviembre, 1942

¡Estoy radiante y feliz! Jimi dice en una carta que pronto vendrá a verme.  Le darán 15 días de asueto para convalecer a mi lado.  Comenta que lo hirieron de una pierna por tratar de salvar a un compañero.  Una granada los alcanzó y estuvieron hospitalizados 15 días.  Espero con ansias su regreso y lo cuidaré con mucho cariño. Ardo en deseos de besarlo y sentir su virilidad entre mis piernas. Es tan ardiente haciendo el amor que me enciende todita. Mi marido aún usa muletas pero ya está fuera de peligro.  Tengo miedo de su reacción cuando se entere que posé para una revista.  Dios quiera y comprenda que la necesidad me tentó. Me arrepiento encarecidamente y la publicación aún no sale a la venta.  Ojalá y el rollo se haya velado.  El dinero que me dieron lo guardé y no pienso gastármelo.  Se lo daré íntegro a Jimi porque él lo necesita más.

5 de diciembre, 1942

Sucedió lo que tanto temía. Esta mañana creí morir de vergüenza al verme en un puesto de periódicos. Mi amiga, Clarita, se encargó de llevarme la publicación con mi portada.  Tengo la impresión que ahora todos me miran con morbo y curiosidad. ¿Por qué tuvieron que elegir la más impúdica y obscena? Siento mucho miedo de salir a la calle y que piensen que soy una mujerzuela.  Las obreras y hasta el personal técnico compraron la revista, menos yo.  Mis compañeras me dicen con perzpicacia: “Te ves sensual y hermosa”, como calificando mi descaro y atrevimiento.  Me aterra pensar que pronto llegará mi marido y no sé lo que voy a decirle.  Los reportajes que vienen sobre la guerra son mucho más interesantes pero nadie habla de ellos.  Claro, en el fondo me agradan tantos elogios.  ¿Cuál será la reacción de Jimi? Es tan celoso e impulsivo cuando se enoja.





21 de diciembre, 1942

Han pasado los días y también la euforia de la revista. Dicen que ya se agotó pero sacarán una nueva edición. ¡No, eso no puede ser! Ya algunas personas hasta me reconocen en la calle.  Esta mañana cuando me dirigía a la fábrica una pareja se paró frente a mí y preguntó: “¿Eres la chica que posó para la portada de Yank?”, guardé silencio muy apenada y no supe qué contestarles.  Seguí caminando de frente como si nada.  No sé por qué tanta alharaca por una horrible foto mostrando mis senos.  ¿Ya se enterarían mis suegros? Son un matrimonio chapado a la antigua y mi suegro además es un machista. Nunca me han querido por ser huérfana pero ahora me van  a odiar.  Espero nunca lo sepan y sigan trabajando en su granja como siempre.

15 de diciembre, 1942

Afirman los diarios que la guerra pronto terminará y todo es cuestión de tiempo.  Al menos son las esperanzas que dan a la tropa los generales norteamericanos.  EE. UU apoya a Inglaterra en su lucha contra los alemanes. Dudo mucho que la contienda termine pronto porque ese Hitler es más belicoso que un león cazando búfalos.  El presidente Franklin D. Roosvelt afirma que es necesario salvar al mundo de la dictadura nazi.  Por su parte Hitler jura que todos los males del mundo vienen del socialismo ruso.  Cada quien ve el mundo de acuerdo a sus intereses. Todos tratando de llevar agua a su molino.

22 de diciembre, 1942

Me dedico a trabajar en cuerpo y alma para olvidarme del asunto. Ahora pienso mucho en el regreso de Jimi. Ya no quiero escuchar más comentarios a favor ni en contra.  Saliendo de la fábrica me fui a un parque cercano y me senté enfrente de un kiosco. La tarde era fresca y quise contemplar las palomas que comen ávidamente. Noté que unos jóvenes me miraban con insistencia y tuve que retirarme del lugar.  Ya me hartó ese enjambre de chismosos que no tienen cosas más importantes qué hacer. Últimamente padezco de insomnio y falta de apetito. Para colmo he tenido sueños eróticos que me espantan.  Anoche soñé a mi marido tan fuerte y apasionado como siempre. En otra ocasión un joven negro me penetraba y creo que tuve un orgasmo.  De madrugada me levanté a tomar un vaso de agua. Leí un poco para tranquilizarme. Escribí en mi diario. Mi más fiel compañero desde que mi marido se fue.



5 de enero, 1943

¡Por fin regresó Jimi! Con el uniforme oliendo a pólvora y cargando una enorme mochila.  Lo veo tan guapo y fortachón como siempre. Anoche nos besamos con ímpetu y tuvimos relaciones hasta la madrugada. Nunca habíamos demorado tanto haciendo el amor.  Lamentablemente sólo estará conmigo una semana y se irá de nuevo a la guerra. Esta contienda nos impide ser felices y sólo vino a distanciarnos. Jimi dice que si le doy un hijo lo haré el hombre más feliz. Hago todo lo posible por embarazarme y espero cumplir su sueño. Me gustaría tener varios niños aunque me vería obligada a dejar el trabajo.  La situación de mi marido es francamente inestable. Nuestro amor es de larga distancia.  ¿Qué se sentirá estar embarazada? ¡Un niño vendría a darle alegría a mi hogar! 

7 de enero, 1943

Qué bonito amanecer en brazos del hombre amado.  Me levanté temprano a preparar el desayuno a Jimi. Le encanta comer huevos con tocino y tomar café con leche. Almorzamos con gran apetito y conversamos brevemente. Luego me tuve que ir al trabajo y mi marido me acompañó. Se comportó solícito todo el tiempo. Tomamos el autobús que me lleva diariamente a la fábrica.  Jimi compró el periódico buscando partes de guerra.  Afirma que la contienda pronto terminará y podremos estar juntos nuevamente.  Me trajo algún dinero y dice que más adelante aumentarán su pensión.  No encuentro oportunidad para hablarle de la revista.  ¿Debo decírselo yo o que se lo digan otros? Creo que debo hablar con él cuando esté a punto de marcharse.  No, mejor lo haré mañana.

10 de enero, 1943

Hoy me llevó Jimi a casa de sus padres.  Viven en un pueblito cercano en las afueras de Los Ángeles.  Yo sentí su rechazo inmediatamente y apenas me saludaron. De seguro ya lo saben todo porque en su mirada vi el desdén.  Tuve que soportar sus desaires cuando me pusieron a dar de comer a una parvada de gatos y luego a los puercos. Mi marido ni siquiera lo notó y se la pasó comiendo pizzas y platicando con su papá. Nunca me sentí más incomprendida e ignorada. Salí al patio a contemplar las nubes del atardecer que parecen besar las montañas.  A lo lejos hay una enorme y me encantaría llegar a la cima. Imagino que desde ahí podré tocar el cielo con las manos. Regresamos a casa en el más completo silencio. Cenamos con frugalidad y Jimi ya no me dirigió la palabra.  En la intimidad me tomó con brusquedad y me sentí ofendida con sus exigencias.  Me pidió realizarle cosas que yo jamás he hecho a un hombre. Ha cambiado tanto repentinamente.

15 de enero, 1943

Mi marido se levantó muy temprano y salió de casa dando un portazo. No fue a dejarme al trabajo y le dejé el desayuno en la mesa. Me fui a la fábrica pensando en su cambio de actitud hasta regresar en la tarde.  Es claro que mis suegros ya lo pusieron al tanto. Cuando llegué a casa me sorprendió encontrar a Jimi tomando cervezas y hojeando una revista.  Sí, era la publicación con mi portada. Me ignoró completamente y siguió leyendo. Pero yo sabía que se avecinaba una tormenta.  Le preparé la cena y lo invité a la mesa.  Me miró detenidamente, en sus ojos había furia y reproche.  Preguntó--: ¿Por qué tuviste que desnudarte como una cualquiera? ¿Lo hiciste por dinero, verdad? No eres feliz conmigo porque soy pobre. Ahora seré el hazmerreír de mis amigos". No supe qué contestarle y quería que la tierra me tragara.  Iba a decirle que lo hice para ayudarlo pero no lo permitió.  Salió furioso y no regresó en toda la noche.

19 de enero, 1943

Hoy sucedió lo que demuestra me casé con un energúmeno. Tratando de hacer las paces con mi marido lo invité a una nevería en en el centro de Los Ángeles.  Ahí me saludaron un matrimonio de amigos que hacía tiempo no veía. Afirma Jimi que el marido me miraba con lascivia y por eso lo tomó de las solapas sacudiéndolo vigorosamente enfrente de todos.  Se armó una revuelta de todos contra todos. Me moría de vergüenza y salimos rápidamente del lugar.  En casa me reprochó diciendo que yo provoco a los hombres con mi coquetería: “¿Ves lo que provocan tus desnudos? ¡Eres una mujerzuela y no te importó nuestro matrimonio!”. Por primera vez me dio una bofetada que me dejó muda del dolor.  Sentí odiarlo mucho en ese momento. Jimi nunca me había pegado. En la intimidad no dejé que me tocara.



  
21 de enero, 1943

Estoy completamente abatida.  Ya no aguanto los celos de mi marido y todo parece indicar que ya no me ama. Únicamente le interesa el sexo a todas horas. En el baño, en la cama, en la cocina.  Ya me sacó de trabajar y accedí para darle gusto. Se encela hasta con mis vecinos y no soporta que me saluden en la calle. Pienso regresar a la fábrica cuando él se vaya. Entre más lo quiero más arrogante se vuelve. Pronto se irá de nuevo a la guerra y podré descansar de sus arrebatos. Ha demorado a propósito su partida. Hablaré con el gerente para ver si me admiten nuevamente. Jimi anda de mal humor todo el tiempo y ya no es cariñoso conmigo. Esta noche me encerré en la cocina a escribir: "Me arrepiento de haberme casado tan joven. El amor no es como lo pintan.  Los celos son un ácido que todo lo corroe, ahogando sentimientos y emociones. Las mujeres queremos ser tratadas con delicadeza y no como yeguas en celo". 

Cerré el diario un momento.  En estos párrafos se refería a su primer matrimonio con el soldado. Aquellos acontecimientos, aunque dispersos, resultaban significativos. Me sorprendió la fluidez y mente abierta de Marilyn. Me impactó conocer esa parte de su vida. La actriz hojeaba uno de mis libros cuando le pregunté:

--Oye, Marilyn,  ¿por qué nada más reseñas algunos días y otros los ignoras?  ¿No sucedía nada interesante en ellos?  Tal vez los diarios revisten un estilo muy especial.  Nunca había leído algo semejante.
--Tienes razón, sólo apunto acontecimientos que dejaban huella; que me sobrecogían por su impacto.  Ignoro si los diarios se escriben de esa manera. Sabrás que hay días alegres y otros aciagos. La vida cotidiana es demasiado simple para escribirla tal cual. Vale la pena apuntar lo que nos hace felices o desdichados.  Mostrar nuestros sueños y debilidades. Hacer interesante lo trivial.

  --Tienes razón, ahora comprendo.  ¿Te apetecen unas fresas con crema?

--Me apetecen cosas un poquito más interesantes –-contestó guiñando un ojo con picardía.

Marilyn parecía no tomarse la vida demasiado en serio.  Traje las fresas y continuamos nuestras lecturas. Fuertes toquidos en la puerta nos interrumpieron.  Pensé que era el cartero y abrí en el acto.
Grande fue mi sorpresa al ver a mi novia erguida y cariñosa.






--¡Hola, tesoro, por fin te encuentro! –-me besó.

Guardé silencio, debía informarle que no estaba solo.

--Fabiola, tengo algo que decirte.

--¡Uuy cuanto misterio! ¿Qué sucede?

--¿Recuerdas te comenté me asignaron cuidar a una celebridad?

--¿Se trata de la Monroe, verdad? Leí que está de vacaciones en Acapulco.

--Acertaste, es ella.

--¿Y cuál es el problema? Si es tu trabajo cuidarla. ¡Me llevarás a su hotel para conocerla en persona!

--Fabiola, ella se encuentra aquí en este momento.

--¡Cómo! ¿Pero qué demonios hace aquí?

--Verás, ella está viviendo una situación muy crítica.  Es una historia triste que debo contarte.

 --¡Qué cínico  eres! –-me lanzó una bofetada que alcancé a esquivar--. ¡Guárdate tus explicaciones, idiota!

--¡Espera!, ella ya vio tu fotografía y no le caes nada mal.

--¡Que te lo crea tu abuela, mentiroso! Debiste ser sincero conmigo.
  
Fabiola bajó las escaleras hecha una fiera y yo la seguí suplicante. La detuve cuando abordaba su auto.

--Por favor, escúchame, ella y yo somos buenos amigos.  Sube para que la conozcas. Verás qué grata persona es.

Fabiola, dudó un momento.  Pero la curiosidad pudo más que sus celos y preguntó:

--¿En serio se encuentra Marilyn ahí?

--Sube conmigo, y verás.

Aceptó subir con ciertas reservas.  En su mirada había expectación y un brillo especial.  No era para menos conocer personalmente a toda una celebridad.



Fragmentos de la novela: "El rostro oculto de Marilyn", próxima a publicarse.








AL CALOR DE TU REGAZO José de Cádiz Abrázame fuertemente como cuando yo era un niño me arrullabas con dulzura y besabas con cariño Luego cua...