Cap. XV
Rumbo
a la fama
José de Cádiz
Aquel diario me tenía atrapado y no me dejaba ni ir al
baño. Era como retroceder en el tiempo y asomarme al mundo cotidiano de una
futura diva. Cuando Norma Jean era una
jovencita ingenua enamorada de su marido.
Aún no poseía el glamour y sofisticación de una estrella de cine. Sus ambiciones eran como las de cualquier
chica de barrio. No podía concebir que hubiera sido una respetable ama de casa
y también una obrera. Su sueño era tener
un hogar y un esposo que la protegiera.
No cabe duda que la vida da muchas vueltas y el destino le tenía
reservadas grandes sorpresas:
7 de noviembre, 1942
"Ante mi negativa el
fotógrafo me ofreció una fortuna por posar desnuda. Me quedé pasmada sin saber
qué decirle. Era demasiado dinero que nunca había tenido en mis manos. Una voz
interna me decía que sí pero mi conciencia me decía que no. Recordé todas
mis privaciones y pensé en lo que estaría sufriendo mi marido. Nada me alegraría
tanto como ir a verlo. Todas las cosas tienen un precio y el fotógrafo
conocía muy bien el mío. Diez mil dólares vence la resistencia de cualquiera.
Le pregunté qué más tendría yo que hacer y contestó con toda calma: "Solo
posar frente a la cámara". Clarita, me guiñó un ojo aprobando mi
decisión. Me quité la ropa detrás de un biombo y me paré tímidamente
enfrente de todos. El técnico levantó mi rostro diciendo: “Tranquilízate todo
saldrá bien”. Me tomó como doscientas fotos de frente y de perfil.
Yo estaba fría como una estatua pero el profesional ni lo notó. Al
final sentí que todo había cambiado.
15 de noviembre, 1942
Tengo
sentimientos de culpa. Nunca pensé que
fuera capaz de hacer tal cosa. Anoche no
paré de llorar y hoy fui a confesarme con el padre Gregory. Lo conocí en los
orfanatos cuando nos visitaba o las monjitas nos llevaban a misa los domingos.
El padre Gregory está viejito y su pelo encanado completamente. Después de misa me hinqué en el confesionario diciendo--:
Ave María purísima. Contestó: “Sin
pecado concebida”. --Padre, soy Norma, la del orfanato, y quiero
confesarme. Me preguntó: “¿qué ha sido de tu
vida? Me dijeron que te casaste”. --De
eso precisamente quiero hablarle. Y le conté todo lo sucedido sin omitir detalles. Me escuchó silencioso y al final expresó: “¡Condenada
muchacha cómo se te ocurre desnudarte por dinero! Siempre fuiste la más inquieta
del grupo y lo que hiciste se llama prostitución encubierta. No debiste hacerlo
nunca y te irás al infierno aunque seas bonita”. Sentí que el piso de hundía bajo mis pies. Al
final concluyó en forma consdecendiente: “Pero, bueno hija, tengo para ti una
indulgencia, rezarás durante 15 días diez padres nuestros y veinte aves Marías. Te quiero más seguido en misa”. Salí de la iglesia un poco más tranquila.
30
de noviembre, 1942
¡Estoy
radiante y feliz! Jimi dice en una carta que pronto vendrá a verme. Le darán 15 días de asueto para convalecer a
mi lado. Comenta que lo hirieron de una
pierna por tratar de salvar a un compañero.
Una granada los alcanzó y estuvieron hospitalizados 15 días. Espero con ansias su regreso y lo cuidaré con
mucho cariño. Ardo en deseos de besarlo y sentir su virilidad entre mis
piernas. Es tan ardiente haciendo el amor que me enciende todita. Mi marido aún usa muletas pero ya
está fuera de peligro. Tengo miedo de su
reacción cuando se entere que posé para una revista. Dios quiera y comprenda que la necesidad me
tentó. Me arrepiento encarecidamente y la publicación aún no sale a la venta. Ojalá y el rollo se haya velado. El dinero que me dieron lo guardé y no pienso
gastármelo. Se lo daré íntegro a Jimi
porque él lo necesita más.
5
de diciembre, 1942
Sucedió
lo que tanto temía. Esta mañana creí morir de vergüenza al verme en un puesto
de periódicos. Mi amiga, Clarita, se encargó de llevarme la publicación con mi
portada. Tengo la impresión que ahora todos me miran con morbo y curiosidad. ¿Por qué tuvieron que elegir la más
impúdica y obscena? Siento mucho miedo de salir a la calle y que piensen que soy
una mujerzuela. Las obreras y hasta el
personal técnico compraron la revista, menos yo. Mis compañeras me dicen con perzpicacia: “Te ves sensual y
hermosa”, como calificando mi descaro y atrevimiento. Me aterra pensar que pronto llegará mi marido
y no sé lo que voy a decirle. Los reportajes
que vienen sobre la guerra son mucho más interesantes pero nadie habla de
ellos. Claro, en el fondo me agradan
tantos elogios. ¿Cuál será la reacción
de Jimi? Es tan celoso e impulsivo cuando se enoja.
21
de diciembre, 1942
Han
pasado los días y también la euforia de la revista. Dicen que ya se agotó pero sacarán una nueva edición. ¡No, eso no puede ser! Ya algunas personas hasta me reconocen
en la calle. Esta mañana cuando me dirigía a la fábrica una pareja se paró frente a mí y preguntó: “¿Eres la chica que posó
para la portada de Yank?”, guardé silencio muy apenada y no supe qué
contestarles. Seguí caminando de frente como si nada. No sé por qué tanta
alharaca por una horrible foto mostrando mis senos. ¿Ya se enterarían mis suegros? Son un matrimonio
chapado a la antigua y mi suegro además es un machista. Nunca me han querido por ser
huérfana pero ahora me van a odiar. Espero nunca lo sepan y sigan trabajando en
su granja como siempre.
15
de diciembre, 1942
Afirman
los diarios que la guerra pronto terminará y todo es cuestión de tiempo. Al menos son las esperanzas que dan a la
tropa los generales norteamericanos. EE.
UU apoya a Inglaterra en su lucha contra los alemanes. Dudo
mucho que la contienda termine pronto porque ese Hitler es más belicoso que un león
cazando búfalos. El presidente Franklin
D. Roosvelt afirma que es necesario salvar al mundo de la dictadura nazi. Por su parte Hitler
jura que todos los males del mundo vienen del socialismo ruso. Cada quien ve el mundo
de acuerdo a sus intereses. Todos tratando de llevar agua a su molino.
22 de diciembre, 1942
Me
dedico a trabajar en cuerpo y alma para olvidarme del asunto. Ahora pienso mucho en el regreso de Jimi. Ya no quiero escuchar más comentarios a favor ni
en contra. Saliendo de la fábrica me fui
a un parque cercano y me senté enfrente de un kiosco. La tarde era fresca y
quise contemplar las palomas que comen ávidamente. Noté que unos jóvenes me miraban con
insistencia y tuve que retirarme del lugar.
Ya me hartó ese enjambre de chismosos que no tienen cosas más
importantes qué hacer. Últimamente padezco de insomnio y falta de apetito. Para
colmo he tenido sueños eróticos que me espantan. Anoche soñé a mi marido
tan fuerte y apasionado como siempre. En otra ocasión un joven negro me penetraba y creo que tuve un orgasmo. De madrugada me levanté a tomar un vaso de
agua. Leí un poco para tranquilizarme. Escribí en mi diario. Mi más
fiel compañero desde que mi marido se fue.
5
de enero, 1943
¡Por
fin regresó Jimi! Con el uniforme oliendo a pólvora y cargando una enorme
mochila. Lo veo tan guapo y fortachón como siempre. Anoche nos besamos con
ímpetu y tuvimos relaciones hasta la madrugada. Nunca habíamos demorado tanto
haciendo el amor. Lamentablemente sólo estará conmigo una semana y se irá de
nuevo a la guerra. Esta contienda nos impide ser felices y sólo vino a
distanciarnos. Jimi dice que si le doy un hijo lo haré el hombre más feliz.
Hago todo lo posible por embarazarme y espero cumplir su sueño. Me gustaría
tener varios niños aunque me vería obligada a dejar el trabajo. La
situación de mi marido es francamente inestable. Nuestro amor es de larga
distancia. ¿Qué se sentirá estar embarazada? ¡Un niño vendría a darle
alegría a mi hogar!
7
de enero, 1943
Qué
bonito amanecer en brazos del hombre amado. Me levanté
temprano a preparar el desayuno a Jimi. Le encanta comer huevos con
tocino y tomar café con leche. Almorzamos con gran apetito y conversamos
brevemente. Luego me tuve que ir al trabajo y mi marido
me acompañó. Se comportó solícito todo el tiempo. Tomamos el autobús
que me lleva diariamente a la fábrica.
Jimi compró el periódico buscando partes de guerra. Afirma que la contienda pronto terminará y
podremos estar juntos nuevamente. Me trajo
algún dinero y dice que más adelante aumentarán su pensión. No encuentro oportunidad para
hablarle de la revista. ¿Debo decírselo yo o que se lo digan otros? Creo
que debo hablar con él cuando esté a punto de marcharse. No, mejor
lo haré mañana.
10
de enero, 1943
Hoy
me llevó Jimi a casa de sus padres.
Viven en un pueblito cercano en las afueras de Los Ángeles. Yo sentí su
rechazo inmediatamente y apenas me saludaron. De seguro ya lo saben todo porque
en su mirada vi el desdén. Tuve que soportar sus desaires cuando me pusieron a
dar de comer a una parvada de gatos y luego a los puercos. Mi marido
ni siquiera lo notó y se la pasó comiendo pizzas y platicando con su papá. Nunca
me sentí más incomprendida e ignorada. Salí al patio a contemplar las
nubes del atardecer que parecen besar las montañas. A lo lejos hay una enorme y me encantaría
llegar a la cima. Imagino que desde ahí podré tocar el cielo con las manos.
Regresamos a casa en el más completo silencio. Cenamos con frugalidad y Jimi ya
no me dirigió la palabra. En la intimidad me tomó con brusquedad y me
sentí ofendida con sus exigencias. Me pidió realizarle cosas que yo jamás he
hecho a un hombre. Ha cambiado tanto repentinamente.
15
de enero, 1943
Mi
marido se levantó muy temprano y salió de casa dando un portazo. No fue a
dejarme al trabajo y le dejé el desayuno en la mesa. Me fui a la fábrica
pensando en su cambio de actitud hasta regresar en la tarde. Es claro que mis suegros ya
lo pusieron al tanto. Cuando llegué a casa me sorprendió encontrar a Jimi tomando cervezas y hojeando una revista.
Sí, era la publicación con mi portada. Me ignoró completamente y siguió
leyendo. Pero yo sabía que se avecinaba una tormenta. Le preparé
la cena y lo invité a la mesa. Me miró detenidamente, en sus ojos había
furia y reproche. Preguntó--: ¿Por qué tuviste que desnudarte como una
cualquiera? ¿Lo hiciste por dinero, verdad? No eres feliz conmigo porque soy
pobre. Ahora seré el hazmerreír de mis amigos". No supe
qué contestarle y quería que la tierra me tragara. Iba a decirle que lo
hice para ayudarlo pero no lo permitió. Salió furioso y no regresó en
toda la noche.
19
de enero, 1943
Hoy
sucedió lo que demuestra me casé con un energúmeno. Tratando de hacer las paces
con mi marido lo invité a una nevería en en el centro de Los Ángeles. Ahí
me saludaron un matrimonio de amigos que hacía tiempo no veía. Afirma Jimi que
el marido me miraba con lascivia y por eso lo tomó de las solapas sacudiéndolo
vigorosamente enfrente de todos. Se armó una revuelta de todos contra
todos. Me moría de vergüenza y salimos rápidamente del lugar.
En casa me reprochó diciendo que yo provoco a los hombres con mi
coquetería: “¿Ves lo que provocan tus desnudos? ¡Eres una mujerzuela y no te
importó nuestro matrimonio!”. Por primera vez me dio una bofetada que me dejó
muda del dolor. Sentí odiarlo mucho en ese momento. Jimi nunca me había pegado.
En la intimidad no dejé que me tocara.
21
de enero, 1943
Estoy
completamente abatida. Ya no aguanto los celos de mi marido y todo parece indicar que
ya no me ama. Únicamente le interesa el sexo a todas horas. En el baño, en
la cama, en la cocina. Ya me sacó de trabajar y accedí
para darle gusto. Se encela hasta con mis vecinos y no soporta que me
saluden en la calle. Pienso regresar a la fábrica cuando él se vaya. Entre más
lo quiero más arrogante se vuelve. Pronto se irá de nuevo a la guerra
y podré descansar de sus arrebatos. Ha demorado a propósito su partida.
Hablaré con el gerente para ver si me admiten nuevamente. Jimi anda de mal humor todo el tiempo y ya no es cariñoso conmigo. Esta noche me encerré en la cocina a
escribir: "Me arrepiento de haberme casado tan joven. El amor no es como lo pintan. Los celos son
un ácido que todo lo corroe, ahogando sentimientos y emociones. Las mujeres queremos ser tratadas con delicadeza
y no como yeguas en celo".
Cerré
el diario un momento. En estos párrafos se refería a su primer matrimonio
con el soldado. Aquellos acontecimientos, aunque dispersos, resultaban
significativos. Me sorprendió la fluidez y mente abierta de Marilyn. Me
impactó conocer esa parte de su vida. La actriz hojeaba uno de mis
libros cuando le pregunté:
--Oye,
Marilyn, ¿por qué nada más reseñas
algunos días y otros los ignoras? ¿No sucedía nada interesante en ellos? Tal vez los diarios revisten un estilo muy especial.
Nunca había leído algo semejante.
--Tienes
razón, sólo apunto acontecimientos que
dejaban huella; que me sobrecogían por su impacto. Ignoro si los
diarios se escriben de esa manera. Sabrás que hay días alegres y otros aciagos.
La vida cotidiana es demasiado simple para escribirla tal cual. Vale la pena
apuntar lo que nos hace felices o desdichados. Mostrar nuestros sueños y
debilidades. Hacer interesante lo trivial.
--Tienes
razón, ahora comprendo. ¿Te apetecen unas fresas con crema?
--Me
apetecen cosas un poquito más interesantes –-contestó guiñando un ojo con
picardía.
Marilyn parecía
no tomarse la vida demasiado en serio. Traje las fresas y continuamos
nuestras lecturas. Fuertes toquidos en la puerta nos
interrumpieron. Pensé que era el cartero y abrí en el acto.
Grande
fue mi sorpresa al ver a mi novia erguida y cariñosa.
--¡Hola,
tesoro, por fin te encuentro! –-me besó.
Guardé
silencio, debía informarle que no estaba solo.
--Fabiola,
tengo algo que decirte.
--¡Uuy
cuanto misterio! ¿Qué sucede?
--¿Recuerdas te comenté me asignaron cuidar a una celebridad?
--¿Se
trata de la Monroe, verdad? Leí que está de vacaciones en
Acapulco.
--Acertaste,
es ella.
--¿Y
cuál es el problema? Si es tu trabajo cuidarla. ¡Me llevarás a
su hotel para conocerla en persona!
--Fabiola,
ella se encuentra aquí en este momento.
--¡Cómo! ¿Pero
qué demonios hace aquí?
--Verás, ella
está viviendo una situación muy crítica. Es una historia triste
que debo contarte.
--¡Qué cínico
eres! –-me lanzó una bofetada que alcancé a esquivar--. ¡Guárdate tus explicaciones,
idiota!
--¡Espera!,
ella ya vio tu fotografía y no le caes nada mal.
--¡Que
te lo crea tu abuela, mentiroso! Debiste ser sincero conmigo.
Fabiola
bajó las escaleras hecha una fiera y yo la seguí suplicante. La detuve cuando
abordaba su auto.
--Por
favor, escúchame, ella y yo somos buenos amigos. Sube para que la
conozcas. Verás qué grata persona es.
Fabiola, dudó un momento. Pero la curiosidad pudo
más que sus celos y preguntó:
--¿En
serio se encuentra Marilyn ahí?
--Sube conmigo, y verás.
Fragmentos de la novela: "El rostro oculto de Marilyn", próxima a publicarse.
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