Confesiones pre matrimoniales

José de Cádiz


Frente al altar, y antes de recibir la bendición del padre, Jaqueline le dice a su prometido:

--Mi amor, tengo que confesarte algo.

Romualdo, la regresa a ver intrigado, y pregunta:

--¿De qué se trata?

--Pues, verás... debo sincerarme: ya no soy virgen.



--¿Y esperaste este momento para decírmelo?

--Perdóname, tenía miedo de perderte.

--Bueno, siendo así, yo también tengo algo que decirte:

--Te escucho, mi vida.

--Tengo 6 hijos.

--¿Quieres decir que eres casado?

--No, los tuve con diferentes mujeres.  Soy padre soltero.  Mi sueño es reunirlos a todos para que los eduquemos tú y yo.

--Pero yo quiero tener mis propios hijos.  Déjalos que los eduquen sus madres.

--Cariño, ellos no tienen madre. Viven en un albergue familiar.

--¿Seguro que son tus hijos, Romualdo?

--Totalmente. Hasta se parecen conmigo.

--¡O sea que eres un putañero de primera!



--Mi vida, te podría decir lo mismo, pero no es el momento.  Digamos que tengo el instinto paternal muy desarrollado.



--Lo siento, no voy a crear chamacos que no son míos.  Debiste decírmelo antes.

--Jaqueline, estamos en la misma situación.  ¿Cuántos hombres hubo en tu vida?

--¡Ahora me vas a tomar por una puta!

--Para nada, mi cielo, simplemente que podemos negociar, llegar a un acuerdo.

--¿Negociar? Ni que estuviéramos en un mercado.

--Tesoro, entra en razón, estamos frente al altar.

--Bueno, ya que hablas de negociar, te cobraría mil pesos mensuales por cada chamaco.

--Es demasiado.  Tu virginidad vale mucho más.  Yo te cobraría 50 mil por haberla perdido.

--¡¡!!