lunes, 25 de enero de 2016

EL DÍA QUE ME ACOSTÉ CON MARILYN






Cap. XIV

Una portada que le costó su primer matrimonio


José de Cádiz




El diario de Marilyn me tenía atrapado y no me dejaba ni ir al baño. Era 
como retroceder en el tiempo y asomarme al mundo cotidiano de una futura diva. Cuando Norma Jean era una jovencita ingenua enamorada de su marido. Aún carecía del glamour y sofisticación de una estrella de cine. Sus ambiciones eran como las de cualquier chica de barrio. No podía concebir que hubiera sido una respetable ama de casa y también una obrera. Su máxima ambición era tener un hogar y un  esposo que la protegiera. No cabe duda que la vida da muchas vueltas y el destino le tenía reservadas grandes sorpresas: 

30 de febrero, 1943



"Me negué a posar desnuda y el fotógrafo me ofreció una fortuna. Quedé pasmada sin saber qué decirle.  Demasiado dinero que nunca había tenido en mis manos. Una voz interna me decía que sí pero mi conciencia me decía que no. En ese momento recordé todas mis privaciones. Pensé en lo que estaría sufriendo mi marido.  Nada me alegraría tanto como ir a verlo. Todas las cosas tienen un precio y el fotógrafo conocía muy bien el mío. Diez mil dólares vence la resistencia de cualquiera. Se propuso convencerme y lo logró con inteligencia. Le pregunté qué más tendría yo que hacer.  Contestó: "Solo posar frente a la cámara".  Clarita, me guiñó un ojo aprobando mi decisión.  Me desnude en un camerino y me paré enfrente de todos.  El fotógrafo levantó mi rostro y trató de serenarme. "No te preocupes que todo saldrá bien". Me tomó como doscientas fotos de frente y de perfil. Yo estaba fría como una estatua pero el técnico ni lo notó.  Al final sentí que todo había cambiado.

10 de marzo, 1943

"¡Estoy radiante y feliz!Jimi dice en una carta que pronto vendrá a verme. Le darán una semana de asueto para convalecer a mi lado. Me comenta que lo hirieron por tratar de salvar a un compañero. Una granada los alcanzó y estuvieron hospitalizados 15 días. Mi marido aún usa muletas pero ya está fuera de peligro. Dice que arde en deseos de besarme y algo más por supuesto.  Me muero por verlo y tengo miedo de su reacción cuando se entere que posé desnuda. Tengo que decírselo yo o se lo dirá otra gente. Dios quiera y comprenda que la necesidad me tentó. Me arrepiento encarecidamente y la revista aún no sale a la venta. Ojalá el rollo se haya velado.  El dinero lo guardé y no pienso gastármelo.  Se lo daré íntegro a Jimi. 

28 de marzo, 1943  

Esta mañana creí morir de vergüenza al verme en un puesto de periódicos.  Clarita, se encargó de llevarme la publicación con mi foto en la portada. Tengo la impresión que todo mundo me mira con morbo y curiosidad. ¿Por qué tuvieron que elegir la más impúdica y obscena? Ahora mis compañeras en la fábrica me dicen: "te ves sensual y hermosa". Como calificando mi descaro y no quiero ni salir a la calle. Tengo miedo que la gente me reconozca y piensen que soy una mujerzuela.  Me aterra pensar que pronto llegará mi marido y no sé lo qué voy a decirle. ¿Qué explicación le daré? Es tan celoso e impulsivo cuando se enoja

5 de abril, 1943

Se cumplió lo que tanto temía.  Algunas personas me reconocen en la calle. Al salir del trabajo una pareja se paró frente a mí y preguntó-: ¿Eres la chica que posó para Play boy? No supe qué contestar y seguí caminando como si nada. Todas mis compañeras y hasta el gerente compraron la revista, menos yo. No sé por qué tanta alharaca por una horrible foto mostrando mis senos. Los reportajes que vienen sobre la guerra son mucho más interesantes pero nadie habla de ellos. Claro, en el fondo me agradan tantos elogios. ¿Ya se enterarían mis suegros?  Son un matrimonio chapado a la antigua y mi suegro es un machista. Nunca me han querido por ser huérfana pero ahora me van a odiar.  Espero nunca lo sepan y sigan trabajando en su granja como siempre.

19 de abril, 1943

Han pasado los días y también la euforia de la revista. Dicen que ya se agotó y sacarán una nueva edición. No quiero que aparezca nuevamente porque pronto llegará mi marido.  Me dedico a trabajar en cuerpo y alma  para olvidarme del asunto. Ya no quiero escuchar más comentarios a favor ni en contra. Me tienen harta ese enjambre de chismosos que no tienen cosas más productivas que hacer. Espero a mi marido y anhelo sentir su virilidad. Anoche lo soñé tan fuerte y apasionado como siempre. Últimamente he tenido sueños eróticos que me espantan.  En alguno un hombre negro y desconocido me penetraba y creo que tuve un orgasmo. Muy de madrugada me levanté a tomar un vaso de agua. Leí un poco para tranquilizarme y escribí en mi diario.  Mi más fiel compañero desde que mi marido se fue.





28 de abril, 1943

¡Por fin regresó Jimi! Con el uniforme oliendo a pólvora y cargando una enorme mochila.  Lo veo tan guapo y fortachón como siempre. Nos besamos con ímpetu y tuvimos relaciones hasta la madrugada. Nunca habíamos demorado tanto haciendo el amor.  Lamento que solo estará conmigo una semana y se irá de nuevo a la guerra. Esta contienda no nos permite ser felices y solo vino a distanciarnos. Jimi, dice que si le doy un hijo lo haré el hombre más feliz. Hago todo lo posible por embarazarme y espero cumplir su sueño. Me gustaría tener dos niños pero me vería obligada a dejar el trabajo.  La situación de mi marido es francamente inestable. Nuestro amor es de larga distancia.  ¿Qué se sentirá estar embarazada? ¡Un niño vendría a dar alegría a mi vida!  Mi madre se pondrá feliz si le doy un nieto. Mañana iré a verla al hospital con mi marido.

1 de mayo, 1943

Qué bonito amanecer en brazos del hombre amado.  Hoy me levanté temprano a prepararle el desayuno.  Le encanta comer hotcakes y huevos con tocino. Almorzamos con gran apetito y conversamos un rato. Luego me tuve que ir a la fábrica. Jimi me acompañó y se comportó solícito todo el tiempo. Tomamos el autobús que me lleva diariamente al trabajo. Compró el periódico buscando partes de guerra. Dice que solo es cuestión de tiempo y que Hitler pronto se rendirá. Al menos son las esperanzas que dan a la tropa los generales norteamericanos. Yo lo dudo porque ese Hitler es más belicoso que un león cazando búfalos.   El presidente Franklin afirma que EE.UU debe salvar al mundo. No entiendo su discurso porque Hitler dice lo mismo. Mi marido trajo algún dinero y dice que más adelante aumentaran su pensión. No encuentro oportunidad para hablarle de la revista.  ¿Debo decírselo o mejor me quedo callada? Necesito hablar con él cuando esté a punto de marcharse.  No, mejor lo haré mañana.





5 de junio, 1943

Hoy me llevó Jimi a casa de sus padres. Viven en un pueblito cercano en las afueras de Los ángeles.  Sentí su rechazo inmediatamente y apenas me saludaron. Estoy segura que ya saben todo porque en su mirada había desdén.  Tuve que soportar algunos desaires como ponerme a dar de comer a una parvada de gatos y luego a los puercos. Jimi, ni siquiera lo notó y se la pasó comiendo pizzas y tomando cervezas con su papá. Nunca me sentí más ignorada e incomprendida. Salí al patio a contemplar las nubes del atardecer.  A lo lejos se ve una enorme montaña y me gustaría llegar a la cima. Imagino que desde ahí podré tocar el cielo con las manos. Regresamos a casa en el más completo silencio. Cenamos con frugalidad y Jimi ya no me dirigió la palabra.  En la intimidad me tomó con brusquedad y me sentí ofendida con sus exigencias.  Me pidió hacer cosas que yo nunca he hecho a un hombre. Ha cambiado tanto en un solo día. 


10 de junio, 1943


Mi marido se levantó muy temprano y salió de casa dando un portazo. No fue a dejarme al trabajo y le dejé el desayuno en la mesa. Me fui a la fábrica pensativa hasta regresar en la tarde.  Es claro que ya mis suegros lo pusieron al tanto. Cuando regresé Jimi tomaba cervezas y hojeaba una revista.  Sí, en efecto, era la publicación con mi portada. Me ignoró completamente y siguió leyendo como si nada. Pero yo sabía que se avecinaba una tormenta.  Le preparé la cena y lo invité a la mesa.  Me miró detenidamente en sus ojos había furia y reproche.  Preguntó--: ¿Por qué tuviste que desnudarte como una cualquiera? ¿Lo hiciste por dinero, verdad? No eres feliz conmigo porque soy pobre. Ahora seré el hazmereír de todos los que me conocen". No supe qué contestar y quería que la tierra me tragara.  Iba a decirle que lo hice para ayudarlo pero no lo permitió.  Salió furioso y no regresó en toda la noche.


15 de noviembre, 1943


Hoy sucedió algo que demuestra que me casé con un energúmeno. Trato de hacer las paces con mi marido siendo cariñosa. Invité a Jimi a tomar un helado en una cafetería del bulevar de los Ángeles
.  Ahí me saludaron una pareja de amigos que hacía tiempo no veía.  Dice mi marido que el esposo me miraba con lascivia y por eso lo tomó de las solapas sacudiéndolo vigorosamente enfrente de todos.  Se armó una revuelta de todos queriendo pelear contra todos. Yo me moría de vergüenza y salimos rápidamente del lugar.  En casa me reprochó diciendo que yo provoco a los hombres con mi coquetería--: ¿Ves lo que provocan tus desnudos? ¡Eres una mujerzuela y no te importó nuestro matrimonio! Por primera vez me dio una bofetada que me dejó muda del dolor.  Sentí odiarlo en ese momento. Nunca me había pegado. En la intimidad no dejé que me tocara.  






19 de noviembre, 1943

Estoy completamente abatida.  Ya no aguanto los celos de mi marido. Todo parece indicar que ya no me ama. Solo le interesa el sexo a todas horas. En el baño, en la cama, en el sofá.  Ya me sacó de trabajar y accedí para darle gusto. Se encela hasta con mis vecinos y no soporta que me saluden en la calle. Pienso regresar a la fábrica cuando él se vaya. Entre más lo quiero más arrogante se vuelve. Pronto se irá de nuevo a la guerra y podré descansar de sus arrebatos. Ha demorado a propósito su partida. Hablaré con el gerente para ver si puedo regresar al trabajo cuando se vaya. Anda de malas todo el tiempo y ya no es cariñoso conmigo. Esta noche me encerré en la cocina a escribir: "Me arrepiento de haberme casado tan joven.  No lo volveré a hacer.  El amor no es como lo pintan.  Los celos son un ácido que todo lo corroe. Las mujeres queremos ser tratadas con delicadeza y no como yeguas en celo". 


  
Cerré el diario un momento.  Obviamente en esos párrafos se refería a su primer matrimonio con el soldado. Aquellos acontecimientos, aunque dispersos, resultaban electrizantes. Me sorprendió la fluidez y mente abierta de Marilyn. Me impactaba conocer esa parte de su vida. La diva hojeaba uno de mis libros cuando le pregunté:


--Oye, Norma, ¿por qué solo reseñas algunos días y otros los pasas por alto?  ¿No sucedía nada interesante en ellos? Será que los diarios revisten un estilo muy especial.  Nunca había leído algo parecido.







--Tienes razón, solo apunto acontecimientos que dejaban huella en mí, los que me sobrecogían por su impacto.  Ignoro si los diarios se escriben de esa manera. Sabrás que hay días alegres y otros aciagos. La vida diaria es demasiado simple para escribirla tal cual. Vale la pena apuntar lo que nos hace felices o desdichados.  Mostrar nuestros sueños y debilidades. Hacer interesante lo trivial.
 
--Tienes razón, ahora comprendo.  ¿Te apetecen unas fresas con crema?


--Me apetecen cosas un poquito más interesantes –contestó guiñando un ojo con picardía.


Marilyn parecía no tomarse la vida demasiado en serio.   Traje las fresas y continuamos nuestras lecturas. Fuertes toquidos en la puerta nos interrumpieron.  Pensé que era el cartero y abrí en el acto.


Grande fue mi sorpresa al ver a Fabiola erguida y cariñosa.  Expresó:

--¡Hola cariño por fin te encuentro! --me besó.

Guardé silencio, debía informarle que no estaba solo.

--Fabiola, tengo algo que decirte.


--¡Uuy cuánto misterio! ¿Qué sucede?

--¿Recuerdas te comenté me asignaron cuidar a una celebridad?

--¿Se trata de la Monroe, verdad? Leí que está de vacaciones en Acapulco.


--Acertaste, es ella.

--¿Y cuál es el problema? Si es tu trabajo cuidarla. ¡Me llevarás a su hotel para conocerla en persona!


--Fabiola, ella se encuentra aquí en este momento.


-¡¿Cómo?! ¿Pero qué demonios hace aquí?


--Está viviendo una situación muy crítica.  Es una historia triste que debo contarte.
 
--¡Q cínico  eres! –furiosa, me lanzó una bofetada que alcancé a esquivar. --¡Guárdate tus explicaciones, idiota! 

--¡Espera!, ella ya te conoce en fotografía. Me pidió presentarte.


--¡Que te lo crea tu abuela, mentiroso! Debiste ser sincero conmigo.  


Fabiola bajó las escaleras a toda prisa y yo la seguí suplicante. La detuve cuando abordaba su auto.


--Por favor, escúchame. Ella y yo somos buenos amigos.  Sube para que la conozcas. Verás qué grata persona es.


Fabiola, dudó un momento, pero la curiosidad pudo más que sus celos y preguntó:


--¿En serio se encuentra Marilyn ahí?


--Ven conmigo, y verás.



Aceptó subir con cierta reserva.  En su mirada había expectación y curiosidad.  No era para menos conocer personalmente a toda una celebridad. 




Fragmentos de la novela, "El día que me acosté con Marilyn", próxima a publicarse.





  










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