Un diario revelador y explosivo
José de Cádiz
Marilyn no sólo resultó una gran amante sino también
divertida y partidaria de la
limpieza. Después de pasar la noche en mi hogar decidimos asearlo. Salí a
comprar lo necesario para comer ese día. Me interesaba atenderla a ella.
Comprendí que atrás de esa sonrisa se encontraba la niña huérfana, marginada y solitaria. Una chica ansiosa de tener el hogar que nunca tuvo. Siendo célebre tampoco pudo conservar sus matrimonios de manera permanente. Regresé de compras cuando terminaba de asear mí cuarto. Una pañoleta enmarcaba perfectamente su rostro.
Comprendí que atrás de esa sonrisa se encontraba la niña huérfana, marginada y solitaria. Una chica ansiosa de tener el hogar que nunca tuvo. Siendo célebre tampoco pudo conservar sus matrimonios de manera permanente. Regresé de compras cuando terminaba de asear mí cuarto. Una pañoleta enmarcaba perfectamente su rostro.
Debido a la
excitación de la noche anterior no tuve tiempo de ocultar una fotografía de mi novia que
adornaba un pequeño buró. Marilyn la vio y preguntó sonriente:
-¡Qué chica tan simpática! ¿Tu novia?
--Sí –-contesté titubeando.
--Me gustaría conocerla. Podemos ser buenas amigas.
Comprendí que una mujer de mundo no se iba a espantar por mi noviazgo. La actriz tenía una mentalidad gringa sin prejuicios de ninguna índole. Me agradó sobremanera su actitud. Saqué los víveres de las bolsas y preparamos una rica ensalada de frutas.
-¡Qué chica tan simpática! ¿Tu novia?
--Sí –-contesté titubeando.
--Me gustaría conocerla. Podemos ser buenas amigas.
Comprendí que una mujer de mundo no se iba a espantar por mi noviazgo. La actriz tenía una mentalidad gringa sin prejuicios de ninguna índole. Me agradó sobremanera su actitud. Saqué los víveres de las bolsas y preparamos una rica ensalada de frutas.
Marilyn no
comía tortillas y acompañamos la comida con pan. Nos saciamos con buen apetito
y me miró detenidamente al final, quizá pensando: “¿Qué hago aquí comiendo con
un policía?”, pero al instante recobró su sonrisa y sirvió dos vasos de agua.
Noté que su diario estaba intacto encima de la mesa como aguardando el momento de revelar su contenido. No resistía la tentación de leerlo pero no encontraba la oportunidad. El calor arreciaba y encendí el ventilador.
Noté que su diario estaba intacto encima de la mesa como aguardando el momento de revelar su contenido. No resistía la tentación de leerlo pero no encontraba la oportunidad. El calor arreciaba y encendí el ventilador.
Por primera
vez la diva sentía el calor de un verdadero hogar. Se comportaba serena y
sin artificios. Algo teníamos en común los 2: nos gustaba leer y escribir.
Era lo que daba sentido a nuestras vidas.
No pude evitar acordarme de Fabiola y hacer comparaciones. Si la diva era un torbellino en la cama mi novia no se quedaba atrás. No obstante Fabiola era mucho más práctica y después de una prolongada sesión se iba rápidamente a su casa. Únicamente platicábamos un poco cuando aseaba mi departamento.
No pude evitar acordarme de Fabiola y hacer comparaciones. Si la diva era un torbellino en la cama mi novia no se quedaba atrás. No obstante Fabiola era mucho más práctica y después de una prolongada sesión se iba rápidamente a su casa. Únicamente platicábamos un poco cuando aseaba mi departamento.
Siempre pensé que a
Fabiola sólo le interesaba el sexo pero era incapaz de entregar su corazón.
Una relación anterior la había dejado marcada y juró no volver a casarse. Cuando comíamos juntos se desahogaba contándome los problemas con su hijo. La consideraba prudente y nada celosa pero creo que me equivoqué rotundamente. Lo pude
comprobar esa tarde.
Marilyn quería leer otros poemas de mi autoría y se los mostré con gusto. Se puso a leerlos con toda calma situación que aproveché para tomar su diario. Si la diva estaba leyendo mis poesías yo tenía derecho a conocer su vida.
Marilyn quería leer otros poemas de mi autoría y se los mostré con gusto. Se puso a leerlos con toda calma situación que aproveché para tomar su diario. Si la diva estaba leyendo mis poesías yo tenía derecho a conocer su vida.
Lo abrí con
expectación. Estaba escrito en inglés y por haber vivido 10 años en California lo entendía. Noté al instante la
excelente redacción que tenía. Sabía que escribía un diario pero
desconocía sus habilidades literarias. Leí con premura la dedicatoria e
inicio:
“Para todos los hombres de mi vida. De una estrella errante en busca del amor.
A mis admiradores y a quienes buscan la verdad. Reciban este
diario con un beso y una flor desde el rincón más apartado de mi alma.
M M.
Y continuaba:
Y continuaba:
Escribo este
diario cuando la tristeza o nostalgia me invaden. En noches de
pesadumbre en que no puedo dormir. La
soledad es como un fantasma que me persigue toda la vida. A veces tan insoportable que salgo a la calle
a platicar con el barrendero.
Lo inicié hace años para escapar de una realidad que me prohíbe ser feliz. Siendo célebre lo continué para dejar un testimonio
a la posteridad. Sé que no soy eterna y pretendo dejarles un pedacito de
mí.
Como sabrán no
tengo familia y a mi padre no lo conocí. De niña mi madre tuvo que
internarme en orfanatos para poder trabajar. Cuando me preguntan quién es mi padre, contesto:
“Abraham Lincoln”, y tengo una foto de él en la pared de mi casa. Lo admiro por
haber abolido la esclavitud en EE.UU.
Siempre me
sentí rechazada y más tarde traté de llamar la atención con los
reflectores ansiosa de que me quisieran aunque sea un poquito. La felicidad
no está hecha para mí y el amor verdadero no lo he conocido. Los hombres
se acercan a mí por deseo o curiosidad.
El destino me ha dado fama y fortuna pero me ha negado grandes privilegios como la maternidad. Eso me duele pero nunca lo confieso. Ser madre es un gozo que toda mujer necesita para sentirse realizada. Cuando pude embarazarme el cine me lo impidió. En mi primer contrato con la Twenty Century Fox especificaban que no tuviera hijos.
Mi vida de
actriz ha sido una pose permanente que oculta realmente lo que soy. Por primera vez
he decidido quitarme la careta y mostrar mi corazón. No voy a ocultar más mis sentimientos porque esa Marilyn que todos conocen no soy yo. Sino un ser humano completamente
diferente.
A los astros
del cine nos consideran frívolos y carentes de valores. Afirman que vivimos
en un mundo de oropel muy apartados de la realidad. Hay algo de verdad aunque
no del todo cierto. Somos superficiales,
hedonistas, y nos cuesta diferenciar entre ficción y realidad. Tan narcisista que una arruga nos puede poner
a llorar. Representamos tantos personajes que terminamos por no saber
quiénes somos. Es el precio que pagamos por besar a tantas bocas.
Como artistas
somos sensitivos y los desengaños
nos duelen más que a la mayoría. La fama
nos puede encumbrar o aniquilar. El adulterio y las drogas son
tan comunes en Hollywood. Las aventuras
interesadas me convirtieron en una golfa. Buscaba pronto quien llenara
ese vacío interior sólo para caer en una nueva frustración.
La popularidad
con frecuencia marea y hace perder la cabeza. Recibimos tantos elogios que
empezamos a gravitar en las nubes. Entonces recurrimos a los
estupefacientes para aliviar estados de angustia o frustración. He
probado todas las drogas y en mis inicios tuve que ejercer la prostitución para poder sobrevivir.
Mi madre
confeccionaba vestidos en los estudios de cine donde trabajaba. No tener papá me produjo una sensación de
orfandad toda la vida. Desde
niña tuve la impresión de ser un estorbo para quienes me trataban.
Siempre vivía pensando que nadie me quería. Me he casado varias veces para no estar
sola y sentirme protegida. Desgraciadamente no encontré la felicidad con
mis parejas. Yo buscaba comprensión pero ellos buscaban sexo.
Desde que me inicié como modelo tuve amantes. De Elia
Kazan a Marlon Brando pasando por Frank Sinatra. Viví un tórrido romance con James Dean. Lo
conocí cuando estudiábamos en el Actor Studio en Nueva York. Todos saben que los contratos de cine se firman
en la cama.
La vida me
trajo a un set cinematográfico que me convirtió en una estrella. Pronto descubrí que la fama no trae la
felicidad, tampoco el dinero. Un
espejismo que todos los actores persiguen.
Temo a la
muerte y jamás me suicidaría. Creo firmemente en Dios y en los valores
de la fe. Los principios que me inculcaron las monjitas del hospicio nunca se me han olvidado. Suelo ir
a misa los domingos aunque de incógnito.
He cometido muchos errores que la vida me ha cobrado demasiado caro. Como haberme enamorado de un hombre casado y además presidente de USA. Tuve algunos abortos provocados al principio de mi carrera que afectaron mi matriz y quedé estéril.
Me casé a los
16 en plena II guerra mundial. Mis tutores iban a cambiar de domicilio y no
sabían qué hacer conmigo. Ofrecieron mi
mano a James que era mi vecino. A mi marido lo reclutaron en La marina para irse a la guerra. Me dejó trabajando en una fábrica donde un fotógrafo me invitó a posar para una
revista. Me negué pero insistió tanto
que me convenció. Gracias a una portada conseguí un contrato de modelo. Le cobré amor al oficio.
De niña mi madre me llevaba a los estudios de cine donde trabajaba. Ahí conocí a grandes luminarias del cine mundial. Soñaba con ser tan aclamada como ellas. Las veía bellas, seductoras, glamorosas.
Deseaba ser
tan hermosa como Lupe Vélez, o tan misteriosa como
Greta Garbo. Marlene Dietrich, me impresionó con esas piernas preciosas y un
vozarrón de trueno. A Mary Picford la conocí en plena decadencia y dicen
que fue esposa de Rodolfo Valentino.
A Greta,
"la divina", la veía caminar en los pasillos tan despacito como una
serpiente. Pocas veces sonreía y era tan gélida como un copo de nieve. Cómo me
fascinaba ver a Gary Cooper ponerse la corbata frente a un espejo, ¡qué
elegante y guapote se veía con esos ojos azules como burilados en el cielo!
Douglas Fairbanks, me saludaba diciendo: “!Hola pequeñita!”, y me regalaba dulces, globos y en mi cumpleaños una muñeca. Me daba un beso y se iba de prisa a la filmación. Iba a decirle a mamá que un señor me había besado. Ella sonreía acariciándome el pelo.
A Mae West, la
recuerdo siempre tan provocativa en las locaciones. Tenía unos senos enormes y una sonrisa pícara. Dicen que la encarcelaron por desnudarse en una obra de teatro. Dolores del Río, era tan modosita como una princesa y me fascinaba su vestuario.
Todos ellos actores de primera. Me emocionaba escuchar el grito del director--: ¡Luces, cámara, acción!
Todo eso pertenece
al pasado y ya no me interesa. Debo aprender a vivir en el presente. Si
hubiera sabido lo que me esperaba jamás hubiera aceptado posar desnuda. Sin saber
que la gloria y el infierno me aguardaban. Una chica inexperta que se dejó envolver por
los reflectores.
Es demasiado
tarde para arrepentirme. Norma Jean es una chica sensible y de
corazón tierno. Amo la naturaleza y a los huérfanos. Mis defectos y
virtudes aquí se los voy a mostrar.
Admiro el
conocimiento y el talento. Me gusta leer a los clásicos: Flaubert, Neruda,
Cervantes, Shakespeare. La poesía me hace reflexionar. El cine nunca me ha dado un papel
verdaderamente valioso. Para los productores sólo soy "la rubia tonta" , y mis fans son la única familia que tengo.
Tengo pocos
amigos en este medio es difícil encontrarlos. Un perro, un fotógrafo, y una
amiga a quien le tengo mucho cariño. En el cine hay demasiados intereses
creados. Todos te miran con envidia o
hipocresía. Para los hombres soy un
filete suculento que quisieran devorar. Eso
me hace sentir vulnerable.
Seguramente
los estoy abrumando con mis aprehensiones y querrán adentrarse en mi
vida como en una película del
tiempo. Espero un poquito
de su comprensión al final. Tal vez encuentren una explicación racional a
las interrogantes de mi vida porque yo no la he encontrado”.
Fragmentos de la novela, "El rostro oculto de Marilyn", próxima a publicarse.
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