sábado, 3 de junio de 2017

EL ROSTRO OCULTO DE MARILYN





 Cap. XIII

Un diario revelador y explosivo

José de Cádiz


Marilyn no sólo resultó una gran amante sino también divertida y partidaria de la limpieza. Después de pasar la noche en mi hogar decidimos asearlo.  Salí a comprar lo necesario para comer ese día. Me interesaba atenderla a ella.

Comprendí que atrás de esa sonrisa se encontraba la niña huérfana, marginada y solitaria.  Una chica ansiosa de tener el hogar que nunca tuvo.  Siendo célebre tampoco pudo conservar sus matrimonios de manera permanente. Regresé de compras cuando terminaba de asear mí cuarto.  Una pañoleta enmarcaba perfectamente su rostro.

Debido a la excitación de la noche anterior no tuve tiempo de ocultar una fotografía de mi novia que adornaba un pequeño buró.  Marilyn la vio y preguntó sonriente:

-¡Qué chica tan simpática! ¿Tu novia?

--Sí –-contesté titubeando.

--Me gustaría conocerla. Podemos ser buenas amigas.

Comprendí que una mujer de mundo no se iba a espantar por mi noviazgo. La actriz tenía una mentalidad gringa sin prejuicios de ninguna índole. Me agradó sobremanera su actitud. Saqué los víveres de las bolsas y preparamos una rica ensalada de frutas.

Marilyn no comía tortillas y acompañamos la comida con pan. Nos saciamos con buen apetito y me miró detenidamente al final, quizá pensando: “¿Qué hago aquí comiendo con un policía?”, pero al instante recobró su sonrisa y sirvió dos vasos de agua.

Noté que su diario estaba intacto encima de la mesa como aguardando el momento de revelar su contenido. No resistía la tentación de leerlo pero no encontraba la oportunidad.  El calor arreciaba y encendí el ventilador.




Por primera vez la diva sentía el calor de un verdadero hogar.  Se comportaba serena y sin artificios. Algo teníamos en común los 2: nos gustaba leer y escribir.  Era lo que daba sentido a nuestras vidas.

No pude evitar acordarme de Fabiola y hacer comparaciones. Si la diva era un torbellino en la cama mi novia no se quedaba atrás.  No obstante Fabiola era mucho más práctica y después de una prolongada sesión se iba rápidamente a su casa. Únicamente platicábamos un poco cuando aseaba mi departamento. 

Siempre pensé que a Fabiola sólo le interesaba el sexo pero era incapaz de entregar su corazón.  Una relación anterior la había dejado marcada y juró no volver a casarse. Cuando comíamos juntos se desahogaba contándome los problemas con su hijo.  La consideraba prudente y nada celosa pero creo que me equivoqué rotundamente.  Lo pude comprobar esa tarde.

Marilyn quería leer otros poemas de mi autoría y se los mostré con gusto.  Se puso a leerlos con toda calma situación que aproveché para tomar su diario.  Si la diva estaba leyendo mis poesías yo tenía derecho a conocer su vida.




Lo abrí con expectación. Estaba escrito en inglés y por haber vivido 10 años en California lo entendía.  Noté al instante la excelente redacción que tenía. Sabía que escribía un diario pero desconocía sus habilidades literarias.  Leí con premura la dedicatoria e inicio:

“Para todos los hombres de mi vida. De una estrella errante en busca del amor.  A mis admiradores y a quienes buscan la verdad.   Reciban este diario con un beso y una flor desde el rincón más apartado de mi alma.   M M.

Y continuaba:

Escribo este diario cuando la tristeza o nostalgia me invaden.  En noches de pesadumbre en que no puedo dormir.  La soledad es como un fantasma que me persigue toda la vida.  A veces tan insoportable que salgo a la calle a platicar con el barrendero.

Lo inicié hace años para escapar de una realidad que me prohíbe ser feliz.  Siendo célebre lo continué para dejar un testimonio a la posteridad.  Sé que no soy eterna y pretendo dejarles un pedacito de mí.




Como sabrán no tengo familia y a mi padre no lo conocí.  De niña mi  madre tuvo que internarme en orfanatos para poder trabajar.  Cuando me preguntan quién es mi padre, contesto: “Abraham Lincoln”, y tengo una foto de él en la pared de mi casa. Lo admiro por haber abolido la esclavitud en EE.UU.

Siempre me sentí rechazada y más tarde traté de llamar la atención con los reflectores ansiosa de que me quisieran aunque sea un poquito.   La felicidad no está hecha para mí y el amor verdadero no lo he conocido.  Los hombres se acercan a mí por deseo o curiosidad.

El destino me ha dado fama y fortuna pero me ha negado grandes privilegios como la maternidad. Eso me duele pero nunca lo confieso. Ser madre es un gozo que toda mujer necesita para sentirse realizada. Cuando pude embarazarme el cine me lo impidió.  En mi primer contrato con la Twenty Century Fox especificaban que no tuviera hijos. 

Mi vida de actriz ha sido una pose permanente que oculta realmente lo que soy. Por primera vez he decidido quitarme la careta y mostrar mi corazón.  No voy a ocultar más mis sentimientos porque esa Marilyn que todos conocen no soy yo. Sino un ser humano completamente diferente. 




A los astros del cine nos consideran frívolos y carentes de valores.  Afirman que vivimos en un mundo de oropel muy apartados de la realidad.  Hay algo de verdad aunque no del todo cierto.  Somos superficiales, hedonistas, y nos cuesta diferenciar entre ficción y realidad.  Tan narcisista que una arruga nos puede poner a llorar.  Representamos tantos personajes que terminamos por no saber quiénes somos. Es el precio que pagamos por besar a tantas bocas.

Como artistas somos sensitivos y los desengaños nos duelen más que a la mayoría.  La fama nos puede encumbrar o aniquilar. El adulterio y las drogas son tan comunes en Hollywood.  Las aventuras interesadas me convirtieron en una golfa.  Buscaba pronto quien llenara ese vacío interior sólo para caer en una nueva frustración.

La popularidad con frecuencia marea y hace perder la cabeza.  Recibimos tantos elogios que empezamos a gravitar en las nubes.  Entonces recurrimos a los estupefacientes para aliviar estados de angustia o frustración.   He probado todas las drogas y en mis inicios tuve que ejercer la prostitución para poder sobrevivir.

Mi madre confeccionaba vestidos en los estudios de cine donde trabajaba.  No tener papá me produjo una sensación de orfandad toda la vida.  Desde niña tuve la impresión de ser un estorbo para quienes me trataban.


 
Siempre vivía pensando que nadie me quería.  Me he casado varias veces para no estar sola y sentirme protegida.  Desgraciadamente no encontré la felicidad con mis parejas.  Yo buscaba comprensión pero ellos buscaban sexo.

Desde que me inicié como modelo tuve amantes.  De Elia Kazan a Marlon Brando pasando por Frank Sinatra.  Viví un tórrido romance con James Dean. Lo conocí cuando estudiábamos en el Actor Studio en Nueva York.  Todos saben que los contratos de cine se firman en la cama.

La vida me trajo a un set cinematográfico que me convirtió en una estrella.  Pronto descubrí que la fama no trae la felicidad, tampoco el dinero.  Un espejismo que todos los actores persiguen.

Temo a la muerte y jamás me suicidaría.  Creo firmemente en Dios y en los valores de la fe.   Los principios que me inculcaron las monjitas del hospicio nunca se me han olvidado.  Suelo ir a misa los domingos aunque de incógnito. 





He cometido muchos errores que la vida me ha cobrado demasiado caro.  Como haberme enamorado de un hombre casado y además presidente de USA.  Tuve algunos abortos provocados al principio de mi carrera que afectaron mi matriz y quedé estéril. 

Me casé a los 16 en plena II guerra mundial. Mis tutores iban a cambiar de domicilio y no sabían qué hacer conmigo.  Ofrecieron mi mano a James que era mi vecino. A mi marido lo reclutaron en La marina para irse a la guerra. Me dejó trabajando en una fábrica donde un fotógrafo me invitó a posar para una revista.  Me negué pero insistió tanto que me convenció. Gracias a una portada conseguí un contrato de modelo.  Le cobré amor al oficio.

De niña mi madre me llevaba a los estudios de cine donde trabajaba. Ahí conocí a grandes luminarias del cine mundial.  Soñaba con ser tan aclamada como ellas.  Las veía bellas, seductoras, glamorosas.





Deseaba ser tan hermosa como Lupe Vélez, o tan misteriosa como Greta Garbo. Marlene Dietrich, me impresionó con esas piernas preciosas y un vozarrón de trueno.  A Mary Picford la conocí en plena decadencia y dicen que fue esposa de Rodolfo Valentino.

 A Greta, "la divina", la veía caminar en los pasillos tan despacito como una serpiente. Pocas veces sonreía y era tan gélida como un copo de nieve. Cómo me fascinaba ver a Gary Cooper ponerse la corbata frente a un espejo, ¡qué elegante y guapote se veía con esos ojos azules como burilados en el cielo!

Douglas Fairbanks, me saludaba diciendo: “!Hola pequeñita!”, y me regalaba dulces, globos y en mi cumpleaños una muñeca.  Me daba un beso y se iba de prisa a la filmación.  Iba a decirle a mamá que un señor me había besado.  Ella sonreía acariciándome el pelo.

A Mae West, la recuerdo siempre tan provocativa en las locaciones.  Tenía unos senos enormes y una sonrisa pícara.  Dicen que la encarcelaron por desnudarse en una obra de teatro.  Dolores del Río, era tan modosita como una princesa y me fascinaba su vestuario.  Todos ellos actores de primera.  Me emocionaba escuchar el grito del director--: ¡Luces, cámara, acción!




Todo eso pertenece al pasado y ya no me interesa. Debo aprender a vivir en el presente.  Si hubiera sabido lo que me esperaba jamás hubiera aceptado posar desnuda.  Sin saber que la gloria y el infierno me aguardaban. Una chica inexperta que se dejó envolver por los reflectores. 

Es demasiado tarde para arrepentirme.   Norma Jean es una chica sensible y de corazón tierno.  Amo la naturaleza y a los huérfanos.  Mis defectos y virtudes aquí se los voy a mostrar.



Admiro el conocimiento y el talento.  Me gusta leer a los clásicos: Flaubert, Neruda, Cervantes, Shakespeare.  La poesía me hace reflexionar.  El cine nunca me ha dado un papel verdaderamente valioso.  Para los productores sólo soy "la rubia tonta" , y mis fans son la única familia que tengo.

Tengo pocos amigos en este medio es difícil encontrarlos.  Un perro, un fotógrafo, y una amiga a quien le tengo mucho cariño.  En el cine hay demasiados intereses creados. Todos te miran con envidia o hipocresía.  Para los hombres soy un filete suculento que quisieran devorar.  Eso me hace sentir vulnerable.




Seguramente los estoy abrumando con mis aprehensiones y querrán adentrarse en mi vida como en una película del tiempo.  Espero un poquito de su comprensión al final.  Tal vez encuentren una explicación racional a las interrogantes de mi vida porque yo no la he encontrado”. 
    
Así terminaba la presentación. Hice una pausa y observé a Marilyn absorta leyendo mis poemas.  Tomé un vaso de agua y continué la lectura. Sus anécdotas y vivencias excitaban mi imaginación.  Eran experiencias dispersas de buena parte de su vida.  Como tantas mujeres célebres Marilyn tuvo necesidad de contar su vida. Tal vez presintiendo que moriría joven y que el público querría saber detalles.



Fragmentos de la novela, "El rostro oculto de Marilyn", próxima a publicarse.



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