Cap. VI1
Sueños reveladores y premonitorios
José
de Cádiz
Pasamos una velada
agradable y nos quedamos a dormir en el yate. En el camarote me sentí inquieto
ante la cercanía de Marilyn que dormía profundamente. Decidí que no era el momento
de satisfacer mis deseos y el sueño me venció completamente. Jamás me
aprovecharía de una mujer en aquellas circunstancias.
Me despertó de madrugada
el canto de las gaviotas. Me asomé por una ventana bostezando y con mucha
sed. Pardeaban las primeras luces del alba y habíamos regresado
nuevamente al puerto. El yate se mecía pausadamente cual palmera perezosa.
Contemplé a la actriz dormida y me pregunté qué soñaba para tener esa sonrisa
tan plácida. Su posición era parecida a la de un feto.
Tal vez añoraba pasajes de su niñez o, ¿quizá tenía fantasías oníricas de una felicidad
que se le escapaba? De esa manera evadía una realidad que la asfixiaba.
De algo estaba yo seguro: la estrella no hubiera querido despertar jamás. Me levanté
sigilosamente al baño. La regadera despejó cualquier vestigio de borrachera.
Abrí la puerta del camarote. Un carrito simpático contenía el más suculento
desayuno: Frutas, yogurt, jugo de naranja, café, pan tostado. Evidentemente la cocinera conocía los gustos culinarios de Marilyn. Regresé a la recámara
cuando la actriz ya había despertado. Me saludó:
--Hola, poeta, ¿qué hora es? –-y se tocó suavemente las sienes.
--Las 6:30 de la mañana.
--Hola, poeta, ¿qué hora es? –-y se tocó suavemente las sienes.
--Las 6:30 de la mañana.
Cerró de nuevo los ojos,
situación que aproveché para depositar una uva en sus labios. Traje el
desayuno y le dije quedito al oído:
--Tengo que reportarme a la jefatura, preciosa.
Argumentó:
--No te preocupes, llamaré ahora mismo a la Capitanía del Puerto para informarles que sigues de guardia conmigo. ¿O no está Ud. para cuidarme señor policía?
Sonrió e hizo la llamada. Luego se fue directamente a la regadera. Escuché las gotitas de agua como perlas en tropel que parloteaban. Salió envuelta en una toalla y se cambió con ropa ligera. Desayunando comentó:
--Anoche tuve un sueño que me impresionó bastante: Un águila me perseguía y atrapaba en sus garras. Era enorme y yo no me podía zafar estando aterrorizada. Luego llegaron unos buitres y se disputaron mi persona como un trofeo. Suelo tener pesadillas desde que aquel sujeto abusó de mí.
--Tengo que reportarme a la jefatura, preciosa.
Argumentó:
--No te preocupes, llamaré ahora mismo a la Capitanía del Puerto para informarles que sigues de guardia conmigo. ¿O no está Ud. para cuidarme señor policía?
Sonrió e hizo la llamada. Luego se fue directamente a la regadera. Escuché las gotitas de agua como perlas en tropel que parloteaban. Salió envuelta en una toalla y se cambió con ropa ligera. Desayunando comentó:
--Anoche tuve un sueño que me impresionó bastante: Un águila me perseguía y atrapaba en sus garras. Era enorme y yo no me podía zafar estando aterrorizada. Luego llegaron unos buitres y se disputaron mi persona como un trofeo. Suelo tener pesadillas desde que aquel sujeto abusó de mí.
--Los sueños reflejan lo que no hemos logrado superar. O también pueden ser premonitorios.
--Claro, ocasionalmente tengo sueños hermosos. La otra noche yo volaba encima de un lago cristalino y repentinamente me caía gritando muy angustiada. Mi madre vino en mi auxilio y me trasladó en sus brazos. Me sentí feliz al verla. ¿Sabrá ella que estoy sufriendo? ¿Existirá la gloria y el infierno?
--El alma sobrevive cuando partimos. El infierno lo podemos vivir ocasionalmente cada día. Si gozas estás en la gloria y si sufres es todo lo contrario. En el mundo astral podemos comunicarnos con nuestros difuntos. Morir es tan natural como nacer. Nadie se extingue del todo.
--Qué interesante, ¿y no te da miedo esa información?
--Estoy familiarizado con el tema. Todos partiremos algún día y será mejor no temer.
--Pero a la mayoría nos aterra la muerte. Pensamos que todo termina con el último suspiro.
--Es por desconocimiento, cuando creemos en una vida más trascendente desaparece el miedo.
--¿Mi madre me observará desde el cielo?
--Creo que sabe que estás sufriendo y tratará de ayudarte.
--Pues ojalá y sea pronto porque la vida me tiene muy acorralada. Siento que me faltan fuerzas.
Nos dispusimos a abandonar el yate y regresar a nuestras respectivas actividades. A la salida interceptó la cocinera a Marilyn y le entregó un telegrama. La actriz palideció al leerlo:
--¡Dios mío! Es de mi compañía cinematográfica y me están demandando por incumplimiento de contrato. Quieren que regrese ahora mismo a continuar filmando o pagaré un millón de dólares. ¿Qué hago, Joe?
Temí que mi respuesta fuera contraproducente y contesté:
--Haz lo que dicte tu conciencia y toma la mejor decisión. Eres la única que puede elegir.
--Pero yo no quiero irme aún. Necesito estas vacaciones para despejarme un poco. Hace tanto tiempo que no visitaba una playa.
--No te aflijas, que todo saldrá bien. A veces hay que arriesgarse y desafiar las circunstancias. Si te quedas será excelente. Si te vas sabré comprenderte.
Se hizo un silencio prolongado y nos miramos con tristeza. Yo tampoco quería que se marchara pero no quería complicarle la vida con mis exigencias. Ella ya tenía demasiados problemas para agregarle uno más. Caminamos brevemente por la Avenida costera.
Me percaté que dos tipos vestidos elegantemente a prudente distancia la seguían. Era obvio que sabían dónde había pasado la noche Marilyn. Ella lo notó y se encogió de hombros diciendo:
--Son guardaespaldas del FBI. Estoy acostumbrada que me sigan a todas partes.
--No te aflijas, que todo saldrá bien. A veces hay que arriesgarse y desafiar las circunstancias. Si te quedas será excelente. Si te vas sabré comprenderte.
Se hizo un silencio prolongado y nos miramos con tristeza. Yo tampoco quería que se marchara pero no quería complicarle la vida con mis exigencias. Ella ya tenía demasiados problemas para agregarle uno más. Caminamos brevemente por la Avenida costera.
Me percaté que dos tipos vestidos elegantemente a prudente distancia la seguían. Era obvio que sabían dónde había pasado la noche Marilyn. Ella lo notó y se encogió de hombros diciendo:
--Son guardaespaldas del FBI. Estoy acostumbrada que me sigan a todas partes.
-¡Guardaespaldas del FBI!
¿Y se puede saber qué hacen en territorio mexicano? Si un colega se adentra en
USA lo sacan inmediatamente. Pero ellos entran a México como si fuera su casa.
-Tienes razón, pero
siempre ha sido así. Como EE.UU es una potencia mundial se siente el dueño
del mundo. México es como una colonia gringa.
--Marilyn ¿Tanto te cuidan esos
señores? Lamentaría que estuvieras en gran
peligro y sin poder ayudarte.
--Si me voy será esta misma noche, la compañía me mandó boletos de avión. Si me quedo podré recrearme un poco más con la naturaleza. Puedes estar tranquilo.
--Si me voy será esta misma noche, la compañía me mandó boletos de avión. Si me quedo podré recrearme un poco más con la naturaleza. Puedes estar tranquilo.
Como salido de la nada apareció
el chofer con la limusina. Amablemente abrió la puerta y la abordamos de
inmediato. En el trayecto le pregunté si la compañía de cine podría
meterla a la cárcel. Argumentó:
--¡Claro que pueden! Y te aseguro que no se andan con rodeos. En estas circunstancias sería lo mejor que me pudiera pasar. Me aislaría de todos mis problemas. Hasta podría escribiría un libro, no sé, hay tanto que hacer en una prisión.
--¡Claro que pueden! Y te aseguro que no se andan con rodeos. En estas circunstancias sería lo mejor que me pudiera pasar. Me aislaría de todos mis problemas. Hasta podría escribiría un libro, no sé, hay tanto que hacer en una prisión.
Norma, era una mujer admirable no cabía duda. No le temía a la cárcel ni a sus victimarios. En ella se
conjugaban maravillosamente belleza y temeridad. Yo no había aquilatado su
valor hasta ese momento. Cada día me sorprendía con sus actitudes.
Y pensar que también
tenía su lado platónico. Pero al ver aquellos hombres siguiéndola supuse que
no era dueña de su vida como pretendía. Las grandes luminarias cuentan con
guardaespaldas todo el tiempo pero aquellos agentes se comportaban más bien como sicarios. No inspiraban nada de confianza con sus lentes oscuros.
Yo no tenía nada que perder y sí mucho que ganar con su amistad. No me importaban el peligro ni las circunstancias. En el fondo me sentía afortunado de ser su amigo. Estaba sacudiendo mi vida como un terremoto.
Yo no tenía nada que perder y sí mucho que ganar con su amistad. No me importaban el peligro ni las circunstancias. En el fondo me sentía afortunado de ser su amigo. Estaba sacudiendo mi vida como un terremoto.
Nos despedimos como
siempre a las puertas de su suite. Le pregunté si deseaba conocer otro balneario.
Expresó inquieta:
--No, Joe, por favor ya no me busques. Si decido hacerlo yo te llamaré. Quiero estar sola. Hacer un balance de mi vida. Por favor, márchate sin despedirte. Adios, y gracias por todo, fue un placer.
--No, Joe, por favor ya no me busques. Si decido hacerlo yo te llamaré. Quiero estar sola. Hacer un balance de mi vida. Por favor, márchate sin despedirte. Adios, y gracias por todo, fue un placer.
Caminé unos pasos. A mi me entristecía más su partida. Me detuve brevemente para escuchar:
--Si me voy te dejaré un recado en la recepción.
Necesitaba encontrar su propio equilibrio. Comprendí que yo era un intruso que de alguna manera estaba alterando sus planes. Tampoco era mucha la seguridad que podía ofrecerle. Solicité al comandante me diera el día franco. No quería presenciar su partida.
La euforia había terminado. Norma Jean debía regresar a su mundo. Sentí la urgente necesidad de caminar y perderme entre la muchedumbre
anónima. Una sociedad ajena a la vida de una estrella de cine. Me encaminé a mi hogar y
disfruté la soledad escuchando música.
Pensé que era la última vez que veía a Marilyn. Era hora de despertar de un
sueño. Seguramente la diva era un pajarito errante que volaba de rama en rama. Que
resolviera sus problemas aunque tuviera que marcharse esa noche.
Observé que mi hogar se encontraba más sucio que de costumbre. En realidad parecía un muladar con platos tirados por todos lados. No era el lugar ideal para albergar a una diva. Seguramente al ver mis calcetines y ropa interior tirada hubiera salido corriendo. La pulcritud no era una de mis cualidades. Me alegré que no hubiera tenido oportunidad de conocerlo.
Me reconfortaba saber que la actriz también había conocido la pobreza al venir de orfelinatos. A decir verdad tampoco me importaba demasiado. Únicamente llegaba a dormir a mi departamento y pasaba el mayor tiempo trabajando. Hice el aseo y limpié mi coult 45. Percibí que el ejercicio resultaba terapéutico.
Tenía varios días que no veía a mi novia y la llamé por teléfono. Noté que estaba muy molesta conmigo. Tenía razón, mis ausencias eran cada vez más inexplicables y prolongadas. Había una señora mayor que también aseaba mi departamento y tampoco había venido. Fabiola, era una gran amante pero tenía como penitencia asear mi cuarto antes de acostarse conmigo.
Observé que mi hogar se encontraba más sucio que de costumbre. En realidad parecía un muladar con platos tirados por todos lados. No era el lugar ideal para albergar a una diva. Seguramente al ver mis calcetines y ropa interior tirada hubiera salido corriendo. La pulcritud no era una de mis cualidades. Me alegré que no hubiera tenido oportunidad de conocerlo.
Me reconfortaba saber que la actriz también había conocido la pobreza al venir de orfelinatos. A decir verdad tampoco me importaba demasiado. Únicamente llegaba a dormir a mi departamento y pasaba el mayor tiempo trabajando. Hice el aseo y limpié mi coult 45. Percibí que el ejercicio resultaba terapéutico.
Tenía varios días que no veía a mi novia y la llamé por teléfono. Noté que estaba muy molesta conmigo. Tenía razón, mis ausencias eran cada vez más inexplicables y prolongadas. Había una señora mayor que también aseaba mi departamento y tampoco había venido. Fabiola, era una gran amante pero tenía como penitencia asear mi cuarto antes de acostarse conmigo.
Pocas veces discutíamos y respetábamos nuestro espacio. No sabía cómo reaccionaría de conocer mis paseos con Marilyn. Decidí ser discreto.
Recostado pensaba insistentemente en la partida de Marilyn. Lamentaba no haber tenido oportunidad de conocerla íntimamente. O quizá no supe aprovechar la ocasión. Ni pude comprobar si era un torbellino en la cama. Pero había conocido su alma y eso era para mí lo más importante. Contemplé con devoción y largo rato en la pared el póster rojo que me había autografiado. En el se leía con letras grandes: “Con todo cariño para Joe. M M."
Simplemente volvería a mi trabajo y me olvidaría de todo. Me dormí con añoranzas y sin despertar toda la noche. Tuve una pesadilla espantosa que me dejó apesadumbrado: Marilyn abordaba un barco extraño y todos sus tripulantes eran gente ya difunta. Personajes célebres que se mostraban felices al verla. Rodolfo Valentino, Jeans Dean, Lupe Vélez, Frida Khalo y otros más que ya no recuerdo.
Veía sus rostros de un
color azulado y pálido. Como en una verbena sonreían rodeando a Marilyn como
una Hada madrina. Se desvivían por
atenderla. Algunos habían muerto en circunstancias trágicas. En un enorme palacete la recibieron como reina de la belleza y el glamour. Ella se mostraba radiante y satisfecha. Se sentó en un estrado y todos los presentes le
brindaron nutridos aplausos. Desperté sobresaltado.
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