martes, 25 de noviembre de 2014

VERDE PRISIONERO





José de Cádiz



Qué infeliz me siento entre estas rejas que me aprisionan.  Mis carceleros me traen de comer siempre la misma ración.  La misma rutina, la misma soledad que amenazan con asfixiarme. A veces ni siquiera me dirigen la palabra. Otras, son excesivamente amables conmigo y hasta tratan de acariciarme. Yo, recibo temeroso esas muestras de cariño.

He perdido la noción del tiempo y creo que también la cordura.  Intento tranquilizarme caminando de un lado para otro; o platico yo solito. Si cuando menos tuviera una novia con quien platicar soportaría este encierro. Siempre estoy completamente solo.






Recuerdo cuando me arrancaron de los brazos de mi madre. Me trajeron prisionero siendo muy pequeño.  Yo dormía con mis hermanitos y ella nos acariciaba. De pronto, sentí unas tenazas que me sujetaban por la cintura. Todos comenzamos a gritar y mi madre lloraba y suplicaba. De nada valieron sus ruegos, nos separaron y me llevaron a un cuarto oscuro. No volví a saber más de mi familia.


Yo no comprendía lo que ocurría. Sigo sin entender porqué el genero humano es tan perverso y deshumanizado. Por qué abusan de su fuerza y poderío. Allá, en mi hábitat, nosotros convivimos con todas las especies. Hay una permanente comunión entre las flores, las aves, y los ríos. Tenemos suficiente comida en un valle verde y lleno de armonía.


Y cuando sale el sol nos alegramos, y cuando llueve retozamos juguetones. Pensar que nunca seré libre me dan ganas de morir.  Cuando hablo nadie me escucha, o solo se ríen de mí. 
Mi nombre es Crispín. ¿Les parece feo el nombre? Ese me pusieron al llegar aquí. Todos mis carceleros lucen diferentes uniformes, pero yo solo tengo un traje verde. Afirman que verde es el color de la esperanza, pero ya no les creo nada.

Esta cárcel es para volver loco a cualquiera y tiene reglas muy especiales. Todos pueden entrar y salir de sus celdas, todos menos yo. Pueden trabajar, tomar el sol, hacer deporte.  Hasta pueden salir a pasear.






Mis carceleros son dos: Brígida, y Claudio, y tienen dos hijos pequeños. Hacen vida marital en una celda sin importarles que yo los vea. Que envidia siento cuando los veo salir con una cara de satisfacción.  Luego se sientan a cenar o ver la Tv.  Ellos son mis compañeros de prisión. Nada más que sus celdas son más grandes. 
Varias veces los he observado cuando están en plena faena amorosa. Entonces desquito mi frustración y grito indignado--: !Brígida puta! ¡Brígida puta!

Ella, me contesta furiosa: 


--¡Cállate Crispín cabrón! ¡Te quedarás sin cenar!


Más tarde llegan de la escuela sus pequeños hijos, Katia, y Flavio.  Se sientan a ver Tv, comen, y luego hacen su tarea.  Ese aparato les ha robado su libertad. En la noche se bañan, cenan, y otra vez ven televisión. Sus papás casi nunca platican con ellos. Varias veces los he visto llorar en silencio.




  

Un día le pregunté a Flavio--:¿Qué se siente salir a la calle y caminar? Contestó: "Nos sentimos regocijados un ratito". Enseguida pregunté a Katia--:¿Y qué se siente ir a la escuela y ser libre? Me dijo: "¡Un fastidio aprender cosas que te desagradan! Materias que no van conmigo".


Argumenté--: Pero yo quisiera aprender como ustedes.  Trabajar, estudiar, salir al parque.




  

--No, Crispín, de veras -observó Flavio- nosotros quisiéramos jugar, pasar más tiempo en casa.  La calle es dura y la realidad más cruel. Dichoso tú que no te dejan hacer nada.  Nada más comes y observas.


--¡Pero ya no quiero vivir encerrado! Me siento tan infeliz. Quiero ser tan libre como ustedes. !Por favor ayúdenme a escapar!





Katia, me miró detenidamente y observó:

-Crispín, te aconsejo no pidas eso a mis papás, no te escucharán. Veremos qué puedo hacer por ti.


Quedé triste y desesperanzado. Todos los moradores de este hogar son prisioneros de sus defectos.  Brígida, es envidiosa y lujuriosa, y Claudio odia a las personas que tienen dinero.  Dice que las matará para quedarse con su fortuna.  Su corazón está lleno de odio.





Recuerdo cuando me capturaron en el bosque.  Inmediatamente me pusieron a la venta en una plaza pública. Yo trataba de esconderme para que no me descubrieran los ojos perspicaces de los clientes. Pero hasta ahí llegaban señoras y niños preguntando:"¿Cuánto cuesta esta preciosidad?" Mi carcelero contestó-: 500 pesos, pero le puedo hacer una "rebajita".


Escuché a una niña gritar entusiasmada.  Era la pequeña Katia:


-¡Mamá, mamá, cómprame ese periquito!





La niña me cayó bien y pensé que sería muy afortunado viviendo a su lado. Pero cuando me encerraron en esta jaula supe que ya no sería feliz. Nunca más regresaría al campo ni vería a mis hermanitos. He pensado en suicidarme por inanición. Katia me prometió hace poco: 

-¿Sabes Críspin? He pensado detenidamente en lo que me pediste. Yo te puedo ayudar a ser libre si guardamos el secreto.  Te tengo mucho cariño y me dolería que te fueras para siempre.  No volver a verte nunca más sería muy triste. Katia, lloraba cuando me imploró--: ¿Si te ayudo a escapar me prometes venir a visitarme algún día?


-Yo también te quiero -contesté llorando- pero comprende que aquí soy desdichado.  Extraño mucho la alegría del campo.  Prometo venir a visitarte todas las mañanas.


Katia, al oír eso, no pudo más y abrió la jaula.  Yo volé a la pradera más cercana. Que delicia aspirar el perfume de la libertad.  Ahora vuelo cada amanecer frente a su ventana. Ella, me saluda con la mano en alto y una sonrisa. 





  

    

viernes, 21 de noviembre de 2014

UNA CASA ABANDONADA





 José de Cádiz



Sobre la carretera nacional, México-Veracruz, a la altura del pueblo de Perote, dos jóvenes caminan presurosos con sendas mochilas al hombro.   Son las 6 de la tarde y en su rostro hay desesperanza y cansancio.  Ellos no han podido conseguir un "aventón", desde su partida del puerto de Veracruz, que los traslade a la Cd. de México.


Resultado de imagen para 2 jovenes pidiendo raid
El calor es sofocante y el sudor les moja el rostro.  Son Gibrán, y Leonel, de 17 y 19 años, respectivamente. Decidieron venir a pasar sus vacaciones al puerto jarocho, y se han quedado sin dinero, teniendo que rematar sus escasas pertenencias de viaje.







Empieza a oscurecer y el pintoresco pueblo de Perote, con sus restaurantes al aire libre, ha disminuido sus actividades.  Los jóvenes ven con tristeza que ya se hizo de noche sin poder avanzar gran cosa en el trayecto.  Sin poder encontrar un conductor generoso que, venciendo sus temores, decida darles un "raid".


Las luces del poblado se encienden poco a poco.  A distancia los muchachos se detienen desconcertados y temerosos.  La luna se asoma medrosa entre los cerros y la noche se hace cada vez más lenta y pesada.  A lo lejos observan un letrero luminoso: "Restaurante las gaviotas".






Instintivamente, echan mano a su bolsillo y todo lo que encuentran de capital son 7 pesos.  Imposible comprar con ese dinero.  Gibrán, comenta a Leonel que aún les quedan unas gafas para el sol, podrían rematarlas con los dueños del restaurante.  El lugar se antoja agradable y acogedor.  Se acercan cautelosos al modesto restaurante.  En encuentran a un señor regordete que los saluda con firmeza y rigor.


--Buenas noches, ¿qué desean?


--Vera Usted -explica Leonel-, nosotros vamos a la Cd. de México, venimos de vacaciones y nos quedamos sin dinero.  Tenemos hambre y solo tenemos 7 pesos y unas gafas para el sol.  ¿Podríamos intercambiarlas por alimentos?






--¡Están bien padres! -interrumpió Gibrán-, con la ilusión característica de su juventud tratando de convencer al hombre a hacer una transacción.


El tipo los miró reprobatoriamente y les dijo:


--No me interesan sus gafas, y he de ser franco muchachos, son ustedes unos perfectos irresponsables que confían demasiado en su suerte.  Ahora, retírense por favor. Por compadecido ya me han pasado incidentes.


Los muchachos dieron media vuelta y se alejaron.  Habían caminado unos metros cuando escucharon la voz del viejo a sus espaldas:


--¡Esperen muchachos! Disculpen mi brusquedad, últimamente he andado mal de los nervios.  Tengo algo para ustedes.  Ahora vuelvo.


El tipo regresó trayendo consigo pan, jamón, tocino ahumado, refrescos. Con una nueva actitud les dijo:


--Llévense estos víveres, sobre la carretera hay una casa abandonada, ahí podrán comer y descansar.  No se preocupen, nadie los molestará, porque los lugareños le temen a esa casa.  Puras supercherías de gente ignorante. Quiero creer que son ustedes muy valientes, de otra manera no andarían viajando de "raid".  ¡Adelante jóvenes y buena suerte!


Ilusionados, con los víveres bajo el brazo, y sin hacer caso a los comentarios de aquel hombre los jóvenes se encaminan al lugar indicado.  A medida que se acercan sienten una mezcla de curiosidad y nerviosismo.


La vieja casona es más grande de lo que pensaban.  De cerca, dada la oscuridad de la noche, presenta un aspecto fantasmagórico.  Su imagen contrasta con  la quietud de la luna.  De formidable estilo barroco parece una hacienda antigua.  La luna dibuja la silueta de casa, los árboles, y los muchachos a la perfección imprimiéndoles vida y movimiento.






Después de pensarlo un poco se introducen lentamente a la inhabitada casona.  En silencio, temerosos de encontrar algo inusitado atraviesan lo que parece fue un jardín con árboles secos. Tres estatuas rodean la otrora quizá hermosa fuente.  Las pétreas figuras de mármol bajo la luz de la luna parecen sonreír nerviosas.  Enfrente un molino de viento lleno de maleza.


Los muchachos se detienen a cada momento y tratan de ubicarse en medio de la oscuridad.  Las paredes y el techo semi destruidos hacen que se respire un aire extraño.  No se escucha ruido, ni un grillo, absolutamente nada. Eligen una largo pasadizo que conduce a una recámara cerrada.  Unas desvencijadas paredes y una puerta enorme.  Ésta rechina al abrirse.





Una desbandada de murciélagos les da la bienvenida.  Los pequeños vampiros se dispersan con estrépito por los altos ventanales.  Su chillido es agudo y penetrante.   Por un momento sienten la tentación de salir corriendo pero su deseo de descansar es más fuerte.


En silencio, devoran aquellos víveres.  Después de un día sin comer les parece un manjar digno de Dioses.  Gibrán,  después de alimentarse se atreve a romper aquella quietud casi sepulcral.


--Después de todo se portó buena onda el viejo, ¿no crees, Leo?


--¡Que si no! Nos dio alimentos para comer una semana.


--Solo me preocupa una cosa -agrega Gibrán- en todo el día no hemos podido conseguir un "raid".  Traemos muy mala suerte.  ¿Crees que mañana tengamos un mejor día?


--No lo sé -dice Lenonel- pero tenemos que continuar.  ¿A qué se referiría el viejo al decir que hay chismorreo acerca de esta casa?


Grbrán, contesta con firmeza y seguridad:


--Lo que pasa es que de las casas viejas y abandonadas se dice que están embrujadas.  Pura supertición de la gente, el viejo fue muy claro.


-Tienes razón, eso debe ser.  Tratemos de descansar, mañana será un día ajetreado.


Los muchachos se acomodan en el piso sirviéndole las mochilas de cabecera.   Bromean un poco con la malicia de su juventud.  En menos de quince minutos Gibrán se queda profundamente dormido.  No así Leonel que aunque cansado se siente nervioso y no puede conciliar el sueño.  El chillido de una rata lo sobresalta. Se revuelve de un lado a otro presa de una extraña inquietud.  Levanta la cabeza y por una rendija observa  las estatuas, que en el patio, y con la luna en plenilunio, parecen acechar todos sus movimientos.





Su miedo aumenta a medida que pasa el tiempo y comprobar que aquella quietud semeja un camposanto.  Para colmo un malestar estomacal empieza a hacer presión.  La necesidad de ir al baño se vuelve cada vez más apremiante.  Se mueve inquieto tratando de contenerse.  Pero las estatuas y las ratas lo intimidan.  ¡Maldita sea! -piensa Leonel para sus adentros.


Como si sus palabras tuvieran un efecto mágico escucha a lo lejos unos pasos que se acercan vacilantes.  De manera sigilosa se acercan cada vez más.  Leonel, se hace a la idea de estar soñando, o imaginando quizá. Duda, entre ir al baño, despertar a Gibrán, o aguantar aquella imperiosa digestión. Se recuesta de costado tratando de serenarse contando hasta mil. La presión va cediendo poco a poco.  A punto está de quedarse dormido cuando unos leves toquidos en la puerta lo sobresaltan. Todo vuelve a quedar en silencio.


Leonel, expectante, aguza los oídos.  Los toquidos se reanudan esta vez con mayor fuerza. Se detienen bruscamente, y un aire frío penetra por una de las ventanas.  No hay duda, hay alguien detrás de esa puerta.  El joven contiene la respiración al comprobar que no están solos. Un estremecimiento lo recorre de pie a cabeza.


Por un momento los toquidos se hacen lentos, quedos, insistentes.  Se percibe una urgente necesidad de entrar.  Leonel siente la tentación de salir corriendo pero tiene las quijadas apretadas y el aliento cortado.  Intenta balbucir una palabras sin lograrlo. Desea despertar a Gibrán pero se percata con terror que sus manos no le responden.


Los toquidos cesan repentinamente.  Leonel respira aliviado y logra moverse. Con premura, sigiloso, intenta despertar a su amigo temeroso de que su voz delate su presencia:


--Gibrán, Gibrán, despierta, hay alguien detrás de esa puerta.


--¡Eh, qué pasa! ¿Cómo dices?


--Que hay alguien detrás de esa puerta.


--¿De cuál fumaste? Estás nervioso, trata de dormir.


--Te lo juro.  Estuvieron tocando largo rato.


--¡Vaya, ahora te vas a creer el cuento de los fantasmas! -exclamó Gibrán incorporándose molesto.


--Si piensas que estoy drogado, espera y verás.


En silencio esperan algunos minutos los muchachos.  No escuchan nada pero el lejano ladrido de un perro interrumpe la noche.  El canto de un búho les pone los pelos de punta.  Los murciélagos irrumpen nuevamente inquietos.


De pronto, escuchan unos pasos lentos, cansados, vacilantes. Tan lentos que parecen arrastrar el paso de la eternidad.  El ruido de una cadena que cae al piso arrastra con estrépito un objeto.  Alguien se acerca de nuevo a la puerta. Instintivamente, Gibrán abraza a Leonel mudos de espanto.

Los pasos se acercan cada vez más hasta quedar justo frente a la puerta.  Se detienen sigilosamente.  Un aire helado envuelve aquel ambiente.  Los muchachos sudan frío y respiran con dificultad.  Mil imágenes revolotean en su mente.  Aquellos malditos toquidos se reanudan.


El pánico se apodera de los muchachos y se abrazan en el suelo firmemente entrelazados.  Su corazón amenaza con salírseles del pecho.  Al extraño visitante le urge comunicarse con ellos. Los jóvenes saben que en cualquier momento entrará aquel ser súbitamente. Quiéranlo o no, créanlo o no, porque se palpa urgido, tenaz, y persistente de entrar en contacto con ellos.


De la angustia pasan a la desesperación al imaginar que no saldrán de ahí con vida. Casi de manera mecánica se ponen a rezar deseando que todo sea una cruel pesadilla.  Pero no es así: "Padre nuestro, que está en el cielo, santificado sea tu nombre", repiten incesantemente los jóvenes. "Santo ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares", agregan atropelladamente.


El tiempo parece detenerse.  El estrépito y crujir de la puerta al abrirse los paraliza.  La oscuridad se rasgan violentamente y una ráfaga de luz golpea en su cara.  El resplandor es como un haz luminoso que cubre toda la habitación y no les permite ver nada más. Nada más. Enloquecidos, escuchan una voz ronca que brota de aquella luminosidad:


--¡Eh Muchachos! ¿Son ustedes?¡Caramba ya me retiraba pensando que habían decidido irse a dormir a otro lado!  Levántense y andando.  Los llevaré a mi casa para que descansen mejor.


Los vacacionistas se miran uno al otro confundidos.  No aciertan a comprender cómo la generosidad de un hombre pudo hacerlos vivir momentos tan angustiantes.  Un hermoso perro danés arrastra una pequeña cadena moviendo su cola. El viejo con paso lento y acento cordial pregunta:


--¿Por qué no contestaban muchachos?


--Lo que pasa -contesta Gibrán- es que estábamos tan cansados que caímos como fardos.  Ud. disculpe, tampoco lo esperábamos.


--Mi esposa, me exigió, ve a buscar a esos muchachos, algo malo les puede pasar.  No se preocupen, mañana será otro día.                  


    





    



lunes, 17 de noviembre de 2014

¡QUE NO CANTE EL CISNE!








José de Cádiz 


“Amo el canto del cenzontle
pájaro de las cuatrocientas voces
amo el color del jade
y el enervante perfume de las flores
pero más amo a mi hermano: el hombre”. 
Netzahualcóyotl



Siempre he pensado que los mexicanos tenemos alma de poetas. Lo llevamos en la sangre bien arraigada en nuestro corazón y pensamientos. Algunos tan excelsos como aquel rey de Texcoco autor del poema.  Ahora bien, ¿qué es la poesía?, es el don de tocar el corazón transformando sentimientos y emociones. Si una poesía no te conmueve no es tal cosa.

Por supuesto, nuestros ancestros llámense Mayas, Aztecas, Olmecas, o Teotihuacanos, eran culturas cósmicas altamente evolucionadas que tenían como figuras arquetípicas de su filosofía a los cinco elementos de la naturaleza: tierra, agua, aire, fuego y... éter.  Las ciencias naturales solo reconocen cuatro.

Los Dioses de esas civilizaciones eran la fertilidad, la lluvia, el Sol, el trueno, y la naturaleza en su conjunto. Elementos que consideraban símbolos de lo sublime o espiritual. Pero, ¿en dónde tiene su más fiel expresión la divinidad?En lo etéreo e infinito.  Las flores, la luz del sol, la sonrisa de un niño, el amor de una madre, son expresiones del cielo.





Entendían lo "sobrenatural" como una energía que nos anima y conecta con lo sagrado y trascendente.  Tenían clara la noción que el Gran creador tiene una íntima relación con los sonidos naturales, con el canto de aves, murmullo de los ríos, movimiento de las hojas, y otras dimensiones que escapan a nuestros 5 sentidos pero no a los sentidos internos.

El poeta es por su naturaleza un vector o mensajero de lo excelso y lo sublime. Sus musas han sido más frecuentemente el amor, la nobleza, la verdad, la paz, justicia, etc. Justamente valores que son eternos y que sabios y filósofos nos han recomendado siempre.  La mejor idea de la evolución de un hombre no los da su estatura moral.

La función del poeta...

Las metáforas, los versos y las rimas, sabiamente administradas son un arma poderosa para convencer, conquistar, defender. Afirman eruditos que la pluma es un arma letal que hay que saber esgrimir. Libros hay que han derrumbado imperios, corrientes de pensamiento, quebrantado voluntades. "La pluma es más fuerte que la espada, dijo Edward Bulwer- Lytton.





Los amantes de la poesía y de narrativa en general podemos conjuntar esfuerzos en un propósito común: La defensa de la ecología y naturaleza en su conjunto escribiendo un poemario que sea único en su género.  Un libro que inspire, motive, y persuada. Cada creador que ponga lo mejor de su inspiración y reflexión para evitar la destrucción total e inconsciente del planeta.  

Un libro irrepetible donde se conjuguen sensibilidad y análisis; belleza y arte, pero también amor y justicia por lo que tenemos, nostalgia por lo que se ha ido, y preservación y cuidado por lo que vendrá. Un libro que sea como un homenaje al silencio de la Luna junto al canto de las ranas y los grillos. Una alabanza a la naturaleza y una apología de nuestra creación.





Un libro que plasme la firme convicción de preservar nuestro hábitat natural, de volver a nuestros orígenes, y encontrar lo maravilloso que es vivir en comunión con la naturaleza. Un libro que lo mismo sean leídos por un niño que por un catedrático universitario. Poemas hermosos donde podamos encontrar grandeza en una oruga, en un delfín, en una montaña, o en un amanecer.

Despojémonos del egocentrismo típico del creador, del artista envanecido por su talento o prestigio. De la soberbia o indiferencia hacia un mundo en decadencia que reclama nuestra atención. Nuestra llamada "civilización" va rumbo al precipicio sino cambia su manera de pensar. Finalmente, la vida es breve y solo nos dignifica nuestra capacidad de amar.

Retomando principios extraviados podemos hacer las paces con la naturaleza y por ende con el creador. Necesitamos valores éticos para enfrentarnos a la destrucción masiva con las llamadas bombas nucleares de las cuales se han armado muchos países. Toda arma quien la posea es porque la va a usar en algún momento.  Despertando la paz interior entramos en armonía con el cosmos. El equilibrio alfa y omega lo llevamos dentro de nosotros mismos.

Crecemos más cuando miramos en nuestro derredor quebrantando toda inercia y apatía gritando a los 4 vientos: "¡Quiero un mundo mejor para mí y los que me rodean!”. Antes que sea demasiado tarde y los experimentos nucleares y “nuevas tecnologías” acaben por destruir el planeta. Países en guerra todo el tiempo tienen el dedo en el misil.





Aquí presentamos una poesía bellísima, de un poeta norreamericano llamado: Robert A. Brewer, que ilustra muy bien lo que he querido decir:

“¿Dónde estabas tú cuando las grandes ballenas pedían piedad
y los peces desaparecían de nuestros ríos envenenados?

¿Escribiste alguna carta?

¿Cantaste alguna canción?

¿O te quedaste sentado diciéndote que tu carta no sería leída ni tu canción escuchada?

¿Dónde estabas tú cuando la tierra comenzó a morir? “.

Urge escribir libros que despierten conciencias y amor universal. Las especies nos lo agradecerán y las futuras generaciones algún día se preguntarán: ¿Cuándo se comenzó a destruir el planeta? Y la pregunta obligada será: ¿Qué hicieron los antepasados para evitarlo? La respuesta puede ser fatal y se antoja patética, ¿cuántas especies hay desaparecidas hasta el momento? Miles que ya no están con nosotros. 

“QUE NO CANTE EL CISNE”

Un libro que estoy escribiendo tiene este título y la finalidad de despertar conciencias. Un libro que seguramente pueden hacer los poetas del mundo resumiendo todo esfuerzo y creatividad. Es obvio que para defender a la naturaleza hacen falta muchos libros.  Muchas voces que conformen un coro que ilumine nuestra luz interior. Que nos hagan comprender que la paz del corazón es también la armonía del universo.





¿Un título sugerente? 

En alusión a una anécdota curiosa que encontré acerca de este bello espécimen. Se dice que los cisnes no cantan nunca excepto cuando ya van a morir. No permitamos que muera el cisne. Yuxtaponiendo la idea no permitamos que muera la naturaleza y sus especies. Estamos a tiempo de impedirlo aunque parezca un sueño o una utopía intentarlo.







Los poetas somos seres soñadores que podemos crear un mundo más amable con la pluma. Mentalistas y profetas consideran que todo lo creado tuvo su origen en una idea. "El universo es mental", nos dice el libro del Kibalyón. La tierra tiene actualmente vibraciones negativas que hay que cambiar para sobrevivir. "La energía no se crea ni se destruye simplemente se transforma".



Que la paz y el amor prevalezcan en todo ser viviente.







sábado, 15 de noviembre de 2014

¡MÉXICO EXIGE JUSTICIA!
















José de Cádiz


Ciertamente, hay un México convulsionado, y Peña Nieto y su frívola esposa alejados completamente de la realidad, viajando por todo el mundo en su avión de lujo. Me recordaron a Luis XVI, y María Antonieta, que se gastaban el erario público en fastuosas fiestas mientras el pueblo francés se moría de hambre.



Fue cuando tomaron La bastilla, estalló la revolución, y a los dos inútiles monarcas los decapitaron. Parece que la historia tiende a repetirse, pero hay que tomar en cuenta una cosa: Peña Nieto, solo es un títere de USA, mientras el pueblo de México está pidiendo a gritos su renuncia, ellos viajan a China y Austria ocultando nuestra sangrienta realidad.


Por ello es que una diplomática norteamericana está proclamando "calma y paciencia" para un México que estalla y exige violentamente sus derechos. Que se larguen los gringos a gobernar su país y seguir NEGOCIANDO el narco cultivo de las drogas. USA, es un país en plena decadencia moral, física, y espiritual, intoxicados con drogas y el dinero de los países que explotan. Solo les importa el dinero y mantenerse como "gran potencia" sojuzgando a los pueblos.




Pero las naciones ya se cansaron de ser vigilados y manipulados por la Cía, El Pentágono, y La casa blanca. En México ya nos quitaron la mitad de nuestro territorio, en 1846; torcieron el camino de nuestra democracia, en 1913, asesinando a Francisco I. Madero; y nos despojaron del petróleo con las "nuevas reformas" recientemente aprobadas. ¿Qué pretenden ahora los norteamericanos?

El hombre que denunció al mundo la férrea vigilancia de la Cía... Edward Snowden.

¡Fuera gringos de suelo mexicano!


Una frase célebre... durante la revolución francesa.


Cuando funcionarios de Luis XVI y María Antonieta les dijeron que había multitudes en las calles exigiendo justicia, democracia, y comida, María Antonieta contestó: "¡Pues denles pasteles!". A ese grado de inconsciencia llegaba la estulticia de la monarquía francesa. Los resultados históricos son de todos conocidos.  ¿Se repetirán los hechos con Peña Nieto y su farandulera "gaviota"?






martes, 11 de noviembre de 2014

PARA EL AMIGO MÁS FIEL






José de Cádiz



Eres el mejor amigo que me ha dado la vida.  También el más olvidado durante largos periodos de tiempo.  No comprendo cómo puedo ser tan ingrato e insensible.  Un día descubrí tu presencia y desde entonces suelo comunicarme contigo.  A veces dialogamos pero generalmente nos comunicamos en silencio.


Has estado conmigo en la felicidad y el sufrimiento,  en la  bonanza y escasez.  Cuando soy feliz tu brincas de contento.  Cuando el amor ha tocado a mí puerta eres el primero en felicitarme.  Me expresas quedito: “Ve en pos de lo que amas, no te detengas”.  Gracias a tus sabios consejos he encontrado el verdadero amor con una mujer maravillosa.  






No utilizas discursos para corregirme, ni para señalarme lo bueno y malo.  Me avisas del peligro en cualquier situación.  Me pones en contacto con las personas adecuadas.  Varias veces me adviertes: “Cuidado, esa persona te quiere hacer daño”, pero he prestado oídos sordos a tus sugerencias.  Luego vienen los remordimientos cuando ya es demasiado tarde.

Eres infinitamente compasivo y me has dicho siempre que crea en la divinidad.  Que mi cuerpo es la morada del espíritu y que la luz del Sol, el agua y canto de las aves son la más fiel expresión de Dios.   Dices que la oración es el poder más grande que existe sobre la tierra.  Con todo esto, a veces me olvido de tu presencia.
 
Vigilas todo el tiempo mi bienestar físico y emocional.  Ante mis pasiones desbordadas te fallo y desobedezco.  Te someto al estrés sin percatarme siquiera.  A veces el resentimiento o la frustración  me hacen comportarme como un animal herido.  Entonces me tocas dulcemente : “No te preocupes, todo estará bien”.
 
Perdona mi ocasional necedad y soberbia por no reconocer tu valiosa presencia.  En adelante te trataré con ternura y delicadeza.  Hoy quiero decirte cuanto te amo y necesito; tanto que no podría vivir sin ti.

Eres mi más fiel compañero y confidente.  Doy gracias a Dios porque estás conmigo todo el tiempo. Me cuidas como un cachorrito recién nacido, como el cielo cuida el palpitar de las estrellas.


Gracias por tener tan bonito nombre: CORAZÓN.










AL CALOR DE TU REGAZO José de Cádiz Abrázame fuertemente como cuando yo era un niño me arrullabas con dulzura y besabas con cariño Luego cua...