martes, 11 de noviembre de 2014

PARA EL AMIGO MÁS FIEL






José de Cádiz



Eres el mejor amigo que me ha dado la vida.  También el más olvidado durante largos periodos de tiempo.  No comprendo cómo puedo ser tan ingrato e insensible.  Un día descubrí tu presencia y desde entonces suelo comunicarme contigo.  A veces dialogamos pero generalmente nos comunicamos en silencio.


Has estado conmigo en la felicidad y el sufrimiento,  en la  bonanza y escasez.  Cuando soy feliz tu brincas de contento.  Cuando el amor ha tocado a mí puerta eres el primero en felicitarme.  Me expresas quedito: “Ve en pos de lo que amas, no te detengas”.  Gracias a tus sabios consejos he encontrado el verdadero amor con una mujer maravillosa.  






No utilizas discursos para corregirme, ni para señalarme lo bueno y malo.  Me avisas del peligro en cualquier situación.  Me pones en contacto con las personas adecuadas.  Varias veces me adviertes: “Cuidado, esa persona te quiere hacer daño”, pero he prestado oídos sordos a tus sugerencias.  Luego vienen los remordimientos cuando ya es demasiado tarde.

Eres infinitamente compasivo y me has dicho siempre que crea en la divinidad.  Que mi cuerpo es la morada del espíritu y que la luz del Sol, el agua y canto de las aves son la más fiel expresión de Dios.   Dices que la oración es el poder más grande que existe sobre la tierra.  Con todo esto, a veces me olvido de tu presencia.
 
Vigilas todo el tiempo mi bienestar físico y emocional.  Ante mis pasiones desbordadas te fallo y desobedezco.  Te someto al estrés sin percatarme siquiera.  A veces el resentimiento o la frustración  me hacen comportarme como un animal herido.  Entonces me tocas dulcemente : “No te preocupes, todo estará bien”.
 
Perdona mi ocasional necedad y soberbia por no reconocer tu valiosa presencia.  En adelante te trataré con ternura y delicadeza.  Hoy quiero decirte cuanto te amo y necesito; tanto que no podría vivir sin ti.

Eres mi más fiel compañero y confidente.  Doy gracias a Dios porque estás conmigo todo el tiempo. Me cuidas como un cachorrito recién nacido, como el cielo cuida el palpitar de las estrellas.


Gracias por tener tan bonito nombre: CORAZÓN.










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