lunes, 26 de marzo de 2018

El rostro oculto de Marilyn 4




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Cap. IV

Una flor exótica que merece ser mimada

José de Cádiz



Yo guardaba celosamente la poesía que me había inspirado Marilyn mucho antes de conocerla personalmente.  Nunca pensé que tendría oportunidad de declamárselo a ella. Antes de llevarla a disfrutar los acantilados de La quebrada me lo guardé cuidadosamente. Lo atesoraba siempre muy esperanzado.

Amanecía y conversábamos amigablemente en aquella playa encantada. Sentados en la arena observábamos tranquilamente el panorama.  Era como si aquel momento estuviera concertado por el destino.  Como si Neptuno, el dios del mar, hubiera preparado aquel encuentro.  Frente al inmenso horizonte pregunté a Marilyn con añoranza:

--¿Ves ese lucero enorme que está allá enfrente?

--Sí, es precioso, y el más radiante de todos.

--Es venus, el planeta del amor y la belleza. El que hace que seamos desdichados o felices en ese aspecto. Determina nuestra felicidad con la pareja cuando la encontramos. Pidámosle que cada uno encuentre lo que busca.

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La diva guardó silencio, y después de un momento inquirió:

--¿Y al astro rey qué podemos pedirle? ¡Qué lindos se ven sus fulgores en el mar! Hasta me siento en otra dimensión.

--El Sol es el creador del universo. El que da vida a todo lo que toca. En la antigüedad era el símbolo del padre o Gran logos solar.  Hay que pedirle que nuestro paso por la vida sea fructífero; que traiga paz a nuestro corazón. Que ensanche nuestros horizontes y prolongue la existencia.

--Qué bonita petición.  Nunca pensé que fueras tan inspirado.

--Ni yo que fueras tan hermosa  como espiritual.

--¿Desde cuándo escribes poesía, Joe?

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--Desde niño, como una forma de canalizar mis emociones y recrearme con la pluma. Este poema me surgió aquí precisamente y lo guardo con veneración. Te conocí en una película y hoy comprendo que hay sueños que se cumplen.   Prométeme que pase lo que pase jamás olvidaremos este momento. Debemos guardarlo en algún rincón de nuestro corazón.  ¿Me lo prometes?

--Te lo prometo –-contestó con su vocecita musical.

--Bien, aquí está el poema:

A Norma Jean frente al mar


Eres un sueño guardado en el fondo del océano
todo caricia y fulgores  alumbrados por el sol
eres el ideal dorado de los hombres terrenales
una mujer primorosa que hace perder la razón.

Todas las estrellas nacen y se miran tan distantes
hombres quisieran tocarlas y sentir su irradiación
pero los seres humanos tan carentes de ternura
nunca podrán alcanzarlas ni palpar su resplandor

Eres una flor exótica que merece ser mimada
a la que sobran promesas y lisonjas por doquier
nunca serán tan sinceras como el canto de las olas
ni tan sublimes y etéreas como esta puesta de Sol

Siempre soñé con besarte y expresarte mi cariño
quiero que venus permita que se cumpla esa ilusión
pero si no nos conceden un momento tan dichoso
sé que podremos hacerlo en la cuarta dimensión.

Tal vez la fama te abruma y destruye tu alma pura
el cine es un medio frívolo semejante al espejismo
te sugiero que abandones el glamour y candilejas
antes de que tenebrosos te lleven hacia el abismo

Los momentos más felices no vuelven a repetirse
vivamos estos instantes como un regalo supremo
cuando te sientas muy triste visítame en una barca
yo te esperaré en la playa con mariposas monarcas

Cuánto le daría a la vida para tocar las estrellas
qué diera yo por un beso a tus caderas tan bellas
las gaviotas se te acercan para conocer tu historia
saben bien que contemplarte es conocer a la gloria.

Con cariño y admiración.

Le entregué el poema, la estrella ya no dijo nada, cerró los ojos y permitió que sus lágrimas fluyeran.  Se incorporó lentamente y me abrazó, había despertado sus emociones más sublimes. Una vibración genuina entre dos seres tocados por la magia de las musas.  

Me percaté que Marilyn era una víctima más del medio que la encumbró. Tal vez demasiado tarde para abandonarlo. El peso de la fama la estaba colapsando y destruyendo su delicado equilibrio. Una mujer anhelante de ser amada con delicadeza.  Abatida por la estulticia de los poderosos; esos que pueden disponer de una mujer a su antojo y que ambicionan dinero y poder.

Una chica humillada en extremo pero consciente que se había corrompido. Deseaba salir a flote y llevar una vida normal, escapar de ese mundo pernicioso. No obstante, seguía siendo la adolescente soñadora que anhelaba el verdadero amor.  Aquel que nada tiene que ver con orgasmos ni bajas pasiones.  Pero nadie se denigra sin sentirse despreciable.

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Marilyn era considerada una aventurera de la fama, una actriz caprichosa, frívola y tonta, fundamentalmente hedonista.  Decían que se había acostado con muchos hombres y ella tampoco lo negaba. Que sus compañeros sentimentales la habían abandonado por infiel. Yo estaba dispuesto a comprobarlo en cualquier momento.  Pero en aquella playa solo me interesaba devolverle la confianza en la vida.

Por la forma desencantada en que se expresaba parecía ya no esperar nada de este mundo. Los hombres más poderosos del orbe la estaban destruyendo.  En su corazón había anidado el odio y eso era demasiado temerario en una mujer tan conocida.  Aquellos gobernantes podrían eliminarla como rayo en cualquier momento.  ¿Cuáles eran esas armas poderosas que mencionaba? ¿Tendría los arrojos para utilizarlas?

Fui prudente en sus confidencias y dado su estado de ánimo era mejor callar. Lamentaba que tuviera que marcharse a otro día sin conocer más detalles de su vida. Me hubiera encantado retenerla y ofrecerle el paraíso en tierras costeñas. Hubiera dado lo que fuera con tal de que ya no regresara a Hollywood. Pero, como afirmaba, fuertes compromisos la reclamaban en la meca del cine.

Estaba consciente que la diva llevaba un tren de vida lleno de lujos y extravagancias. Yo únicamente podía aspirar a gozar de su amistad y ese era ya un gran privilegio.  Era superar mis propias expectativas.  Marilyn me atraía como un imán y el deseo de poseerla era demasiado imperioso. En mis noches de insomnio solía tener los pensamientos más arrebatados con ella. Curiosamente, en Pie de la cuesta, solo me inspiró sentimientos de compasión.  Un afán de protegerla, como se cuida un ave recién nacida, como los bebés que acaban de venir al mundo.

Había amanecido completamente cuando nos retiramos de aquel balneario entrañable. Tal vez más adelante regresaríamos. Abordamos la limusina que nos esperaba cerca.  Ya me empezaba a impacientar la actitud puntualita y circunspecta del chofer. Después de conocer las desventuras de Marilyn me hubiera gustado llevarla a las montañas donde nadie la conociera. No obstante, debí ser prudente dadas las circunstancias tan delicadas que la rodeaban.  Evidentemente, estaba involucrada en las aguas pantanosas de la política.

Llegamos al hotel y nos despedimos en las puertas de su suite. Expresó:

--¡Ha sido una noche maravillosa! Y me gustaría repetir la experiencia. ¿Te abrumé demasiado contándote mis problemas? Perdóname, tenía necesidad de desahogarme.  Te agradecería me mostraras otras maravillas del puerto. Remontarme en un velero en alta mar. ¿Podemos hacerlo más tarde?

--Estoy a tus ordenes. 

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--Te espero hoy a las 6 PM.

--Aquí estaré puntual.

Norma, sonrió, y me dio un beso fugaz en los labios: “que descanses y gracias por todo baby” –-y entró rápidamente a su habitación.

Me alejé, pensando entusiasmado como un niño--: !Me besó, Norma Jean, me besó! Sus labios son como pétalos de rosa.

Regresé con mis compañeros quienes se encontraban apostados frente a su suite.  Conversaban ajenos a cualquier problema que hubiera en torno a la estrella.  No les interesaba mayormente que se tratara de una celebridad.  Los saludé con camaradería y comenté que había llegado mi hora de salida.  Me fui a casa pensando que nadie lo tiene todo en la vida.  Siempre supuse que las estrellas de cine tenían el mundo a sus pies. Ahora me cercioraba lo equivocado que estaba.

Aquella velada había sido inolvidable porque conocí al extraordinario ser humano que había detrás de Marilyn. Una mujer sorprendente y multifacética. De haber sabido lo que le esperaba ya no se hubiera marchado del puerto.  Acapulco le gustaba para quedarse a vivir. Así me lo hizo saber. Pero la vida tiene sus propias rutas, tan impredecibles como misteriosas.

Conocí a la chica soñadora pero también tierna y generosa. Por un momento la imaginé sentada en la playa conviviendo con los nativos. Tomando cocos y desayunando mariscos. Por la mañana tomaría el sol caminando sobre la fina arena y las gaviotas rodeándola curiosas.  No la obligarían dos mandatarios a tener sexo con ella.

Su vida era una montaña rusa intentando alcanzar la curva de la felicidad. Una caja de pandora que ocultaba grandes sorpresas.  Un diamante azul y raro lleno de aristas.  Un mundo donde ser diva y tan célebre no eran suficientes elementos para ser feliz.

¿Dónde estaba la felicidad realmente? ¿Dónde encontrar los elementos para ser dichosos?  Todos anhelamos la felicidad pero pocos han sabido encontrarla. Como si la misma fuera una mariposa arisca que cuando creemos alcanzarla esta vuela más y más lejos aún.

Llegué a mi departamento tratando de asimilar las vivencias.  Tantas emociones y sentimientos encontrados. Donde el odio y el amor rebasaban cualquier frontera. Tenía tiempo suficiente para dormir antes de llevar a la diva a otro balneario.  Sus palabras rebotaban en mi mente y no dejaban de intrigarme: "Me gustaría repetir la experiencia; remontarme en un velero en alta mar".


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