José de
Cádiz
Afirma, Valentino, en mi Ensayo sobre el éxito I:
“El éxito literario actual reside en:
1- La ganancia
2- El capital
3- Mercado condicionado
4- Olfato comercial del editor y el
mismo artista
5- Que el artista sea un espejo influyente
de la sociedad
6- ¿El genio? Bueno, ese se descubre
poco después.
Estoy de
acuerdo que en toda empresa comercial hace falta el capital. Que el autor necesita dinero para resolver
sus problemas. Un editor también. Si la buena literatura ayuda de alguna manera
a los lectores es justo que el escritor tenga alguna compensación. En la medida que se consagra en el gusto
popular es porque el respetable encuentra un valor en su obra. No es gratuito que esos lectores habiendo
tanto que leer se hayan fijado en su libro.
Este
escritor tiene tareas que cumplir y
conoce su gran responsabilidad. Tampoco
necesita ser un pensador profundo para brindar esparcimiento o ayuda, puede ser un
reflexivo caricaturista al estilo
Eduardo del Río. En este caso, la utilidad sí determina el valor de la mercancía. Quiero decir, el costo de un libro debiera ser
acorde con lo que ofrece a la sociedad.
¿Qué es lo
primero que tiene que hacer un autor?
Lo primero
es demostrar que puede ser rentable para cualquier editorial. Que puede mover a las masas y vender sus
obras. Si los editores buscan autores
que vendan es de sabios olfatear que necesita leer el gran público. Se
puede alternar el arte con el gusto popular y el mercado.
Si tienes la suerte de colocar un best seller (y debiera ser una primicia), es porque te has
tomado el tiempo de conocer muchas cosas, por ejemplo: Las necesidades inmediatas
del lector, porqué esa gran apatía
hacia la lectura. Que les
ofrece un autor y les niega otro.
El lector
anda buscando obras que lo motiven, diviertan, orienten.
A lo mejor escapar de una realidad que lo asfixia. Necesita escuchar una voz que critique un
orden de cosas. Lo que quizá él no se
atreve a expresar en voz alta. Leer esa novela o ensayo novedoso que no se había escrito nunca. Develar un misterio sobre determinados
personajes. Quiere leer una realidad
novelada pero con un fondo de verdad.
Quiere leer libros que no lo aburran.
Punto.
En otras
palabras, el autor antes que nada tiene que ser humanista, psicólogo, filósofo.
Lo ideal sería que fueran sabios quienes escribieran libros, pero no siempre es así.
¿Es
recomendable que un editor también escriba libros?
¡Por
supuesto! Él sabrá comprender las necesidades inmediatas de cualquier autor y del público. Generalmente, estos no andan tras el dinero, y
mucho les interesa la proyección literaria a groso modo. Saben, porque conocen el oficio, cuáles son las
preferencias del respetable y de los mismos autores. Frecuentemente, son promotores culturales que tratan de ayudar
a autores noveles. Justamente, lo que
necesitan un novato es un mecenas que lo ayude a proyectarse. Hay muchísimos autores con talento que solo
necesitan un empujoncito para despegar. Si el editor
se equivoca en su elección es su responsabilidad.
Tenemos que
dejar atrás la anquilosada costumbre que autores y narrativa sean ofertas del mercado. No lo es, ni lo ha sido nunca, a lo largo de los siglos. El oficio
editorial es un arte pero también una industria. Valoren
su obra y los demás harán lo mismo por añadidura. Hay que aprender a cotizar con justicia el
precio de un libro de acuerdo a la ley
de oferta y demanda. De acuerdo al servicio social que presta un libro. Hay que decidirnos a quebrantar la apatía de los
lectores.
En EE.UU, y en Francia, como son países cultos que tradicionalmente leen mucho, no es casual que sean super potencias, se valora mejor el oficio de escritores. Un bets-seller, por allá, alcanza un tiraje inicial de un millón de ejemplares. Se les paga muy bien a los autores por concepto de regalías. Un escritor de gran éxito se convierte en una celebridad y cobra un dineral por adelantado. No así en América latina donde un best-seller apenas alcanza los cien mil ejemplares. De hecho en los países subdesarrollados pocos autores viven de sus libros. Pero el panorama pinta mejor y esperamos pronto cambien las cosas.
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