El rincón del esoterismo
Más allá de la muerte
Cádiz Molina
La muerte es una ilusión. En realidad nadie muere. La consciencia o alma sobreviven. Simplemente abandonamos la envoltura física . Alma y espíritu son inmortales. Los fallecidos se trasladan a la IV dimensión o mundo etérico. Quien teme a la muerte es porque desconoce tales dimensiones. Si supiéramos lo que nos aguarda nos iríamos contentos. Perderíamos el miedo a otros planos de consciencia.
La cultura más avanzada del universo
Antropólogos y arqueólogos pretenden estudiarlos con los sentidos físicos, pero es con los sentidos del alma como los encontrarán. Sé los digo yo que he podido acceder a su mundo. Los hombres de ciencia repiten incesantemente: “desaparecieron misteriosamente”. Hacen conjeturas equivocadas sobre la civilización más avanzada del universo. Se fueron al lugar que les correspondía acorde a su nivel evolutivo.
Pues, bien, en una ocasión durmiendo accedí a la IV dimensión y tuve ocasión de encontrarlos. Comprobé lo que siempre había pensado. Que estaban en otros planos de conciencia y no habían desaparecido jamás. Ellos sabían que se avecinaba la llegada de los españoles y vendría una época de oscurantismo y esclavitud. No quisieron presenciar el saqueo despiadado de México a merced de vándalos codiciosos.
¿Qué vi en la IV dimensión?
¿A dónde van los difuntos?
En 1975, Raymond Moody, escribió la obra titulada: “Vida después de la vida”. Rápidamente se convirtió en un referente sobre lo que hay más allá de este mundo. Se le ocurrió entrevistar a esas personas que fueron declaradas clínicamente muertas. Los médicos o familiares lamentaban: “Se nos fue. No hay nada qué hacer”. Pero para su buena suerte regresaron y nos cuentan lo que presenciaron.
Concuerdan en que veían su cuerpo inerte mientras levitaban encima de la habitación. Ya fuera del hospital o del propio hogar. Los doctores y enfermeras trataban de reanimarlos. El tiempo sin latir de su corazón va de los 15, 20 o 45 minutos. Amigos y familiares lamentan su partida. En cierto momento el difunto se eleva y ve su tierra, su país y los continentes alejarse. Por fin fin llega a un túnel oscuro y al final una luz esplendorosa. Se sumerge en el sin resistencia. Aquella luminosidad lo envuelve amorosamente sintiendo una gran beatitud. El alma no ignora que está frente a Dios. Se hinca reverente.
Al bajar encuentra su cuerpo inerte y los doctores luchando por reanimarlo. El desencarnado suplica que por favor lo dejen allá pero se percata que no es escuchado ni puede tocarlos. Tampoco ellos los ven porque es otra dimensión. Contra su voluntad vuelven a la vida tridimensional. Lo interesante es que tanto ateos como creyentes cambian su percepción de la vida. Transformados moral y espiritualmente ahora ya saben que hay una vida eterna mucho más gloriosa. Ya no les importa el dinero, ni el poder, ni la fama. Saben que son cosas transitorias que a nada conducen. Dejan de temer a la muerte. Ahora vivirán para amar al prójimo. Y contarán lo que encontraron en ese lapso de tiempo.
A partir de este libro se abrieron una serie de investigaciones que llegaron a la misma conclusión. Hay vida después de la muerte. Tenemos que prepararnos para la eternidad que nos aguarda. Se hicieron películas, documentales, más libros, revistas, etc. Los medios hablaron poco del tema por ignorancia. La ciencia desacreditó el libro. Los científicos no creen en nada que no puedan ver ni tocar. A pesar de las evidencias la ciencia sigue dando explicaciones absurdas. Que son alucinaciones o reflejos del inconsciente. Que las neuronas y la percepción se alteran con la muerte. Equivocaciones garrafales porque el hombre que medita y ora despierta sus chacras y accede a otras dimensiones. Cuidando su alimentación y ejercitando su cuerpo para mantenerse joven.
En fin, como los antropólogos no creen en los sentidos internos están completamente errados. Ha sido siempre la postura científica aunque posteriormente se rindan ante las evidencias. Nicolás Copérnico, y Galileo Galilei, afirmaron que la tierra y los planetas se movían alrededor del Sol, y "La Santa inquisición" los excomulgó. Actualmente es una verdad irrebatible por la Astronomía. ¡Ah, si los científicos fuera más abiertos a la Percepción Extrasensorial!
Leonardo de Vinci, expresó que el hombre volaría y lo tildaron de loco. De todos los inventos modernos, Julio Verne, habló de ellos en sus libros, en el siglo IXX. La ciencia siempre ha sido un obstáculo para lo que no comprende. La metafísica tiene su parte de verdad y no miente ni desacredita a nadie. Los científicos relegan al escarnio a quienes se atreven a dar un paso más allá. Galileo Galilei, Nicolás Tesla, Copérnico, Leonardo de Vinci, Julio Verne, y un largo etc. Quienes investigamos el tema a profundidad no tenemos la menor duda. Mientras tanto los incrédulos que sigan debatiendo y polemizando. Hay una verdad irrebatible: Existe Dios y hay vida después de la muerte.
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