José de Cádiz
Remontémonos un poco en la historia. Cuando Porfirio Díaz hacía convenios con empresarios gringos, franceses, o ingleses se encerraba con los interesados. Ya fuera en su domicilio, o en Palacio nacional, recibía a embajadores, cónsules, y mandatarios en general. Solo un asistente les llevaba café y bocadillos. Más tarde los invitaba a comer.
Frecuentemente, lo acompañaban algunos de los llamados "científicos". Que no eran otros que sus ministros, o senadores, fieles cómplices del régimen. Estaban ahí para aplaudirlo, no para decidir en ningún sentido, que conste. Había un servilismo terrible y una sumisión al dictador aberrante: “Lo que Ud. diga señor presidente”.
Ni por asomo el déspota daba a conocer lo acordado. Ocasionalmente, su oficina de prensa enviaba breves boletines a los periódicos subrayando la estancia en México de tales personajes. Jamás consultó a la ciudadanía para concesionar mineras, ferrocarriles, telégrafos ni fábricas textiles. Todo fue en el más absoluto silencio. Esto trajo como consecuencia una polaridad extrema entre los de abajo con los de arriba. Es verdad que Porfirio Díaz industrializó a la nación pero solo benefició a una minoría. Hacendados, empresarios, y latifundistas vivieron una época de gloria.
¿Discípulos de Porfirio Díaz?
Comportamiento que adoptaron fielmente todos los presidentes posteriores (1876-2018). De Victoriano Huerta para acá fueron una especie de semidioses que decidían con el dedo la suerte de cada mexicano. Venustiano Carranza, y posteriormente Álvaro Obregón, y Plutarco Elías Calles llevaron hasta sus últimas consecuencias una democracia simulada por el PNR (partido fundado en 1929) y posteriormente convertido en PRI. Ellos eran los monarcas, ellos manipulaban y decidían lo que convenía o no a un pueblo ávido de justicia.
Obviamente, se aseguraban de tener a los periódicos de su parte haciéndoles llegar sobres con dinero a directores de diarios, reporteros y columnistas. El soborno a la prensa ha sido una práctica común en todas las épocas. Por supuesto, existen periodistas que jamás aceptan el "chayo", mis respetos para todos ellos. La mayoría de comunicadores actuales ven como cosa natural la dádiva de funcionarios. Dueños de televisoras, conductores, y reporteros reciben canonjías por “concepto de publicidad”, o “servicios a la patria”. Todo bajo la mesa.
Pobre de aquel columnista que se atrevía a cuestionar a don Porfirio. Era acusado inmediatamente de "revoltoso", por alterar el orden y "las buenas costumbres". La represión a los periodistas ha sido un factor clave para prostituir al medio. Otro motivo fundamental es que el periodismo en México ha sido muy mal pagado. Con excepción de los conductores de Tv, los reporteros ganan una miseria. O aceptan el soborno o abandonan el oficio.
La falta de claridad de los gobernantes con su pueblo trajo como consecuencia una corrupción superlativa y negocios turbios en donde todos ganaban menos la sociedad. Durante el porfiriato los obreros que se atrevían a exigir mejores salarios, y condiciones de vida, eran reprimidos sin misericordia. Basta recordar a Río Blanco y Cananea. Qué pronto se olvidó de sus orígenes el oaxaqueño. Viniendo de cuna humilde al llegar a la presidencia defendió encarnizadamente al sector financiero. Teníamos una sociedad "afrancesada".
Desgraciadamente, no han cambiado mucho las cosas en el nuevo milenio. El sueldo mínimo del obrero mexicano es el más bajo de latino américa. Por un lado tenemos en la balanza al hombre más rico del mundo (Carlos Slim) frente a 50 millones de mexicanos en la miseria. ¿Por qué? Pues porque la cúpula empresarial hace y deshace con nuestra economía. Los presidentes están al servicio de los poderosos olvidando que la soberanía de un país radica en el pueblo. Elegidos para defender a las mayorías traicionaron a su patria.
La aristocracia porfirista conformada por empresarios, hacendados, y gobernantes contrastaba con la pobreza extrema del populacho. La tecnología, las modas, e ideas académicas eran importadas de Francia, Alemania, o EE.UU. Por supuesto, USA siempre se mantuvo vigilante del establichment nacional. De que todo "marchara en paz". Y cuando, en 1910, nos atrevimos a rebelarnos abortó nuestra revolución. Han torcido el destino político de todos los países de América latina. Es el principal enemigo del mundo.
Lo peor, viene cuando un pueblo es castrado por la represión. Entonces sus intelectuales, artistas, y académicos callan por temor. Una sociedad aletargada pierde sensibilidad y se vuelve apática. Y la peor infamia, que los medios estén al servicio del régimen y no de la verdad. Entonces la injusticia, la impunidad, y el abuso se vuelven el pan de cada día. Y si no, pregúntenle a la PGR, o a la SCJN. Son verdaderas catedrales de la ignominia y la rapacidad junto con los tres poderes de gobierno: ejecutivo, legislativo, y judicial.
Es el mismo panorama de antaño con la salvedad que hoy la prensa es más abierta y sofisticada. Mexicanos, estamos de plácemes, hay motivo de regocijo. Después de 120 años por fin vislumbramos la democracia en puerta. AMLO, inaugura el fin de un régimen y el principio de otro. Los grupos financieros ya no mandarán a nuestros gobernantes. Para cada proyecto futuro se consultará a la nación. Empieza la IV transformación en pleno. La cúpula empresarial, y Enrique Peña Nieto, están furiosos. Fustigan la democracia participativa dando patadas de ahogado. Se jalan los cabellos y arremeten contra AMLO.
Tal parece que los mexicanos no estamos conscientes del enorme beneficio que adquirimos con la primera consulta nacional. ¿Será que el vasallaje y la humillación por décadas nos impiden ver un horizonte de libertad? ¿Estamos tan acostumbrados a dictadores y corrupción que un cielo despejado ya no nos impresiona? Miren, en su derredor, los empresarios y ex gobernantes están nerviosos, afligidos. Ahora, el pueblo manda, y ellos ya no serán nuestros verdugos. F-e-l-i-c-i-t-a-c-i-o-n-e-s a la nación mexicana.
"Las plumas vendidas no vuelan alto". José Vasconcelos.
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