Los infantes nos enseñan a ser felices
Cádiz Molina
"Despierta por la mañana con el espíritu que tenías cuando eras niño".
Es admirable para cualquier observador ver cómo los niños se
relacionan entre sí. Son
gregarios por naturaleza y hacen
amigos con facilidad. Aunque no
se conozcan se acercan unos a otros y se miran
con simpatía. Se
prestan sus juguetes y en seguida ya
están compartiendo como si
se conocieran de antaño. En el
parque, en la escuela o en la vecindad, la mayoría se llevan bien.
No son rencorosos
y si
se llegan a
pelear olvidan pronto las ofensas. "Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad". Se divierten con lo más
común como jugar canicas, lotería
o rayuelas. Los pequeños en los primeros
5 años de vida solo piensan
en jugar, comer y dormir. No tienen responsabilidades y es
una época interactiva y quizá la más
feliz. Sobre todo si tiene un
hogar estable y unos
padres que los aman.
La burbuja del bienestar infantil se termina al llegar la edad escolar.
Se acabaron los juegos y el sueño hasta bien entrada la mañana.
Finaliza una vida sin responsabilidades Ahora
tiene que levantarse temprano, bañarse, cambiarse,
y tomar un desayuno
que no le apetece. Se enfrenta a
un mundo nuevo con maestros
y compañeros desconocidos.
El niño llora al separarse del
seno familiar. Pronto se acostumbra y termina pintando, cantando y bailando. Del casillero del hogar pasa al casillero de la escuela.
“El hogar es la primera escuela”. José Vasconcelos.
Claro, es una premisa. Para un profesor es fácil conocer el medio ambiente
del pequeño. Si es peleonero o dice
palabrotas es porque es el espejo de su
hogar. Si es tímido o callado posiblemente sus padres lo maltratan. Si
es responsable o extravertido es porque en su casa hay libertades y
valores. Afortunadamente, la mayoría
de los pequeños son fáciles de
educar.
Los niños de hogares destruidos.
Ahora bien, arriba hablamos de infantes con hogares bien integrados. ¿Qué sucede con los niños de la calle o padres divorciados? Con ellos la vida es de color gris. Sus progenitores al separarse no les importa lo que sienten sus hijos. El dolor emocional es tan profundo que prefieren callar. Si sus padres son adúlteros pueden repetir esos moldes de conducta al crecer. Un niño maltratado prefiere renunciar al hogar y escapar de su triste realidad. Carece de ilusiones y pierde la alegría de vivir. Terminará con malas compañías o drogándose. A menos que tenga un asesor que lo vigile y oriente.
Lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre (Jean-Jacques Rousseau)
Los pequeñitos no
sienten deseos de
venganza. Cazar mariposas o volar un papalote los llena de
júbilo. Somos los adultos
quienes les enseñamos a odiar. Les mostramos la codicia y envidia. De los infantes podemos aprender mucho si quisiéramos. Por Ej., sonreír con facilidad
como los bebés. Los mayores somos más cautelosos y reservados. Solo nos abrimos cuando conocemos a
quien tenemos enfrente. Es raro
que un adulto nos regale una sonrisa. ¿A qué
se debe esa falta de empatía?
A que vivimos en un mundo convulsionado por la violencia y mentira. Prevalecen la corrupción y mala fe. Nos miramos con desconfianza ignorando en qué momento nos asaltan. Las mujeres temen ser agredidas sexualmente. Niños que pueden ser presa fácil de pederastas en redes. La cultura y la raza tienen mucho que ver con nuestro temperamento. Montesquieu, dijo al respecto: “el clima determina el carácter de los pueblos”. Los norteamericanos sugieren sonreír en todo momento. En calles y aeropuertos hay slogans con esta consigna: “Con la sonrisa, siempre con la sonrisa”. Los mexicanos nos llevamos bien únicamente entre grupos de amigos. Los hombres convivimos con varones y las mujeres con féminas. El Yang y el ying. La parte masculina y femenina.
Las pandemias y el daño psicológico.
Pestes como el covid 19 nos obligan a encerrarnos. La mayoría por temor al contagio. El gobierno y los medios se esfuerzan en combatir el virus. Ese miedo lo trasmitimos a los pequeños que son tan efusivos. Necesitan grandes dosis de cariño. Nos duele no poder abrazarlos y besarlos. El covid ha agudizado el distanciamiento social. El aislamiento nos estresa y traerá graves consecuencias: Económicas, académicas, culturales, psíquicas. Afecta sobre todo a los infantes quienes necesitan la convivencia diaria.
La infancia es una etapa maravillosa. No hay pasado, no hay futuro; sólo un presente que se mira con inocencia e ilusión (Carla Montero)
Las epidemias han asolado a la humanidad a lo largo de los siglos. Basta recordar: “La peste negra” (1347- 1353) que diezmo en un 60 por ciento a la población europea, africana y asiática. “La gripe española”, que mató varios millones en 1918. La viruela que trajeron los españoles a centroamérica cuando nos "conquistaron" a balazos, en 1421. Trajeron muerte y esclavitud.
Habrá un antes y un después del covid.
Se irá
quien se tenga que ir. Aun
cuando sea erradicado ya nada será igual.
Cambiarán nuestros valores y
apreciación de la vida. Las
peores crisis tienen siempre su lado
positivo. Nos proporcionan algo valioso: Nos acercamos más a Dios. ¿Quién
sintiéndose en peligro de muerte
no ora? El miedo nos obliga a
refugiarnos en la fe. Aflora en nosotros la parte humana y divina. Nos volvemos más comprensivos y tolerantes. Nos
percatamos que somos un puñado de tierra nada más.
Esa delgada línea divisoria entre la vida y
la muerte.
¿Cuánto dura la felicidad
en la infancia?
Pueden serlo en todo momento si conocen la alegría y convivencia familiar. Su personalidad se desarrolla hasta los 14 años. Cuando aparecen su inteligencia y cualidades: generosidad, valor, nobleza, ternura. En adelante solo adquieren habilidades y experiencia. De los pequeños podemos aprender a ser dichosos. Inclusive, pueden ser nuestros maestros. Por eso la Biblia recomienda: “recuperar la inocencia de los niños”.
Si llevas tu infancia contigo, nunca envejecerás (Tom Stoppard)
No tienen mayores preocupaciones que cazar mariposas o subirse a un
columpio. Los más pobres se
conforman con jugar canicas o las
escondidas. Curiosamente, un niño
en condiciones de miseria se vuelve creativo.
No puede tener un triciclo pero elaboran sus
carritos con cajitas de
cerillos, madera, o cartón. No
les importa mucho la pobreza si tienen comida
y amor.
No son nada ambiciosos. A los adultos nos
importa mucho el dinero y el
confort. Por alguna razón la codicia nos atrapa. Ellos carecen de vanidad y orgullo. No son exigentes con su vestimenta. Conforme crecen aparecen la envidia y mala voluntad.
Si en casa no tienen buenos ejemplos pueden terminar en una correccional. Con unos padres pendientes
de su educación no tendrán esos problemas.
Con
nuestras actitudes les mostramos el
rencor y egoísmo. Si un
niño ve golpear a su madre puede sentir odio o deseos de venganza.
Si en casa
hay educación y buenas
maneras inconscientemente
los adoptará. “El ejemplo es la vida en lugar de la lección”.
La escuela solo contribuye a fomentar su criterio. Sus progenitores los llevan como becerritos a un potrero.
Los niños no lo saben, pero son los más felices de esta loca sociedad.
Para un
profesor es fácil conocer de dónde vienen sus pupilos. En la forma de comportarse o hablar. Si hace
sus tareas y es respetuoso sus progenitores se lo inculcan. Si es grosero o peleonero lo vive. No nos engañemos. La
felicidad es una cadena
de sucesos, como la responsabilidad, el afecto y la
bondad. “De tal causa
tal efecto”.
Sinceramente no lo creo. Los grandes genios no siempre fueron felices. El escritor Edgar Allan Poe murió alcohólizado porque sus cuentos no tuvieron éxito. Miguel de Cervantes, no fue reconocido hasta que murió. Bethoven, gran compositor, quedó sordo y le afectó el aislamiento mentalmente. Vincent Van Gog, fracasó con sus pinturas y se suicidó. Hoy han capitalizado su obra y son considerados genios. Un científico vive pendiente de su nuevo invento que no tiene tiempo ni de comer. Albert Einstein ni siquiera se peinaba.
Howard Gardner, psicólogo norteamericano, afirma que existen
12 tipos de
inteligencia y todos poseemos
alguna. Emocional, lógico matemática,
lingüística, espacial, musical, corporal cinestésica, creativa,
interpersonal, naturalista, mecánica, etc. No obstante, conocemos personas de mediana
inteligencia que parecen ser más dichosas. Es mejor tener
códigos éticos elevados que un IQ sobresaliente. Hay
una larga lista de criminales bastante inteligentes: Pablo Emilio
Escobar Gavira, Hitler, Stalin, Idí
Amín, Jack el destripador, Goyo Cárdenas, Felipe Calderón, Fidel Castro, Vicente
Fox, Daniel Ortega, Enrique Peña
Nieto, Landrú, Florence Cazzes, etc.
La
inteligencia emocional.
“La inteligencia emocional, dicho de manera muy breve,
es la capacidad de percibir, reconocer y expresar nuestras emociones, así como
comprenderlas y regularlas (moderando las negativas y potenciando las
positivas) para nuestro mayor bien personal y social”1.
Niños con grandes talentos.
Infantes con habilidades especiales y una inteligencia superior a 150 grados son considerados genios . Saben
pintar, bailar o expresarse
con propiedad. Buenos para
las matemáticas y la lógica. Son
desinhibidos y una lumbrera
en varias materias. Un niño con talentos destacados es como un
águila en medio de un gallinero. A sus condiscípulos les provoca envidia
y lo miran con recelo. Reconocen que entre
ellos hay enormes diferencias. Les
ponen apodos o se burlan de ellos.
Origen
de la orientación sexual.
Un niño que
crece sin la presencia de un padre puede
confundir sus roles.
No tiene un arquetipo
masculino con el cual identificarse. Se
siente minimizado en su hombría y no sabe cómo comportarse. Son hiper sensitivos y pueden ser
heridos con facilidad. Sus
emociones y sentimientos lo desorientan. Al llegar a la adolescencia puede sentir
atracción por chicos de su edad.
En la escuela un niño delicadito se
convierte en el centro de las burlas. Sus
compañeros no saben el daño tan
grande que le provocan.
Tratarlo como un homosexual es condenarlo
a sentirse como tal. El pequeño ni
siquiera conoce el significado de la palabra. Lo único que necesita es el cariño de un padre.
No buscan sexo sino afecto. Los psicólogos le llaman: “hambre de
padre”.
Preferencias sexuales adquiridas o congénitas.
El medio ambiente es fundamental. Los genes pueden ser determinantes. Hay niños que nacen con ciertas inclinaciones. Otros son abusados en su infancia por pederastas o familiares. Un pequeño acomplejado si no recibe la terapia adecuada terminará vistiéndose de mujer. Lo peor es que científicos y la misma OMS justifican las desviaciones sexuales. Afirman erróneamente que son congénitas y deben respetarse. Los bebés no nacen homosexuales. Sus testículos producen testosterona desde la más tierna edad. ¿Ignora la ciencia que pueden superar sus traumas y llegar a ser adultos perfectamente normales? Nacemos con un pene y grandes testículos que al madurar nos proporcionan ríos de placer. Debemos agradecer lo que Dios nos dio.
Niñas con orientación masculina.
Con frecuencia tienen un padre golpeador, alcohólico, o emocionalmente frío. Nunca las abraza ni las
besa. O una madre excesivamente controladora. Ese ambiente carente de amor se fija en
su subconsciente y puede llegar a
pensar que todos los hombres son
iguales. En la adolescencia prefiere la
compañía de las niñas.
De la simpatía viene la complicidad y posteriormente la
atracción sexual. Llega el
enamoramiento. La niña no es lesbiana simplemente
está confundida. Es patético ver al LGTB haciéndose
las víctimas ante una sociedad acusada de “retrógrada” o "machista". Dicen buscar comprensión pero son los primeros en
hacer escarnio de su
condición. Casarse y vestirse de mujer resulta grotesco. ¿Qué ejemplo le pueden dar a un niño adoptado? Biológicamente somos bi. Cierto. Energía
yang (solar), y energía ying (lunar).
¿Son
felices los jóvenes con
preferencias diferentes?
No lo creo. Carecen de la comprensión familiar. Pocas veces encuentran una pareja estable. Su necesidad de afecto es superior al deseo sexual. La sociedad desconoce sus traumas emocionales. La soledad los orilla a buscar placer (para sentirse acompañados). Entre ellos hay grandes seres humanos. Como amigos pueden ser irrepetibles. Tarde o temprano terminan renegando de sí mismos. Inclusive quitarse la vida.
Aprender a ser felices desde la infancia. (AUCA, projectes educatius)
“Hace cinco años la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decidió dedicar cada 20 de marzo como reconocimiento del importante papel que desempeña la felicidad en la vida de las personas, en especial los niños.
Sin embargo, la idea de la felicidad
como valor internacional comenzó en el Reino de Bután hace aproximadamente 40 años, cuando
el Rey Dragón IV decidió que la filología de su Gobierno se basase en hacer
felices a sus súbditos creando el concepto revolucionario: la Felicidad
Nacional Bruta (FNB). De hecho, fueron ellos los que presentaron ante la ONU la
idea de celebrar un día como este en todo el mundo.
Y ¿qué es ser feliz?. Según la RAE es el “Estado
de grata satisfacción espiritual y física”, pero esto se queda un
poco corto y limitado. Lo cierto, es que la felicidad es un sentimiento muy
subjetivo que podría definirse como un estado de bienestar, seguridad
y tranquilidad al que todos pretendemos llegar y mantenernos el mayor tiempo
posible. Acceder a ese estado se logra disfrutando de todo aquello
que implica un placer inmediato (una comida, un paisaje o una reunión entre
amigos); y por medio de la satisfacción general lograr un objetivo.
Alcanzar ese
estado de bienestar es importante hacerlo desde la infancia y como padres,
educadores y tutores somos los responsables de conseguir que niños y niñas
lleguen a él. Pero ¿cómo podemos ayudar a que nuestros pequeños aprendan a ser
felices?
En esta tarea de ser felices desde la infancia, según dicen los
expertos, es necesaria la construcción de la autoestima
del niño/a y promover un ambiente lleno de alegría con el fin
de construir en los infantes una personalidad saludable.
Una crianza
afectiva y una educación adecuada contribuyen a que los niños/as puedan
alcanzar la tan anhelada felicidad, promoviendo su autonomía y
seguridad en si mismos. Igualmente, es muy importante que los pequeños se
sientan estimulados a tener un comportamiento empático y solidario, lo cual los
lleva a establecer relaciones sociales de calidad.
El juego y niños
felices
Según un estudio elaborado por
Imaginarium, la felicidad de los niños y las niñas estaría conformada
en torno a aspectos como la amistad, las relaciones sociales y familiares y el
pasar tiempo con sus seres queridos.
Otro aspecto, según Imaginarium, es el papel del ocio y del juego, una
actividad necesaria y vital de la niñez para ser felices. A través de él los
más pequeños maduran, tienen un correcto desarrollo cognitivo y
afectivo, y trabajan más su pensamiento creativo. A pesar del
nacimiento de las nuevas tecnologías y pantallas en la vida de los niños montar
en bici, construir, instrumentos musicales o las manualidades son los juegos
que más causan felicidad en niños y niñas.
Por medio del juego los niños pueden
explorar sus emociones, identificar sus sentimientos y construir una
inteligencia emocional que les permitirá afrontar con optimismo los desafíos de
la vida. Por eso un niño que juega es un niño feliz.
8 claves para
potenciar la felicidad en la infancia
Conseguir la felicidad depende de muchos factores, pero desde la infancia se pueden poner ciertas bases para que los niños y las niñas se desarrollen de forma armónica y saludable desde el punto de vista emocional.
·
Ser
amable
Los niños/as
experimentan mayores niveles de satisfacción y energía, son más cariñosos,
agradables y gozan de estabilidad en su ámbito social.
·
Ser
agradecido
Los pequeños desarrollan su actitud de reconocimiento y
gratitud hacia las cosas que poseen. Dar las gracias favorece
la estabilidad mental y enriquece su crecimiento en el entorno familiar.
·
Ser
positivo
Educados en una interpretación positiva del mundo crea niños/as más
seguros/as de si mismos/as. El positivismo les
ayuda a encontrar en la edad adulta oportunidades a nivel personal y laboral
más fácilmente.
·
Cero
etiquetas
Las etiquetas
limitan el desarrollo de la identidad infantil y moldean negativamente su
actitud.
·
No
dramas
Es
imprescindible educar a un niño/a para que le de a las cosas su justo valor,
ayudándoles a diferenciar y a distinguir lo que realmente importa en la vida.
·
Logro
personal
Los niños son
más felices si consiguen sus objetivos por méritos propios.
·
Ser
autónomo
Los niños/as
desarrollan su independencia del entorno paterno conforme crecen, esto potencia
la autoestima del niño/a y la confianza en si mismo. Dejarle realizar tareas
por sí mismo es una manera de educar en la igualdad.
·
Inteligencia
emocional
Es importante
que los peques aprendan a controlar y regular sus emociones para resolver cualquier conflicto que se les presente
de manera pacífica. Esto generará tranquilidad y armonía en su carácter”.
Aprender a ser felices desde la infancia. (Auca projectes educatios)
X Cap. Del libro: “Te regalo 100 gramos de felicidad".
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