¿Cuánto puede enseñarnos un niño?
Cádiz Molina
Los niños son seres de luz que no abrigan egoísmos ni rencores.
Sean blancos, negritos, o amarillos, todos son encantadores y carismáticos.
Son generosos por naturaleza y hasta los más pequeñitos saben cuando alguien los ama.
Son seres inefables y conocen el corazón de cada ser humano.
Sin importar su estatus o color perciben las vibraciones del entorno.
Para ellos no existen las diferencias sociales, ni raciales, y desconocen la codicia.
Su mente desprovista de malicia es armoniosa y aman la verdad. Las especies por sobre todas las cosas.
Les gusta compartir su comida, juguetes, y sufren intensamente las separaciones aunque no puedan expresarlo.
Ellos podrían ser nuestros maestros y deberíamos poner en sus manos las decisiones del mundo.
Lo más valioso es que pueden ser dichosos con todo tipo de carencias carencias y sus fantasías les permiten cumplir todos sus sueños.
¡Qué maravilloso que puedan soñar! Convertirse en hadas o escarabajos. Cuando reciben amor son capaces de hacer milagros como los ángeles.
Es una pena que los adultos les robemos su inocencia. Limitando su capacidad de amar sin egoísmos. Ellos son inmensamente dichosos con su imaginación.
Los adultos deberíamos tener alma de niños. Ser tiernos y afectuosos. Carismáticos y generosos. Seríamos mucho más felices.
Lamentablemente conforme vamos creciendo perdemos comunicación con el reino espiritual. El grosero materialismo nos atrapa.
Dice La biblia que “deberíamos recuperar la inocencia de los niños”. Ser soñadores, creativos e ingeniosos. Tal vez lograríamos un mundo mucho más armonioso.
Próximamente: “Los niños nos enseñan a ser felices”. X Cap. del libro: Te regalo 100 gramos de felicidad.
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