Cap. IV
Una mujer anhelante de ser amada con delicadeza.
José de Cádiz
Yo guardaba celosamente la poesía que me había inspirado
Marilyn mucho antes de conocerla personalmente. Nunca pensé que tendría la oportunidad de declamárselo a ella. Antes de llevarla a disfrutar los
acantilados de "La quebrada" me lo guardé cuidadosamente. Lo
atesoraba todo el tiempo siempre muy esperanzado.
A punto de amanecer, conversábamos amigablemente en aquella
playa encantada. Sentados en la arena observábamos tranquilamente el inmenso cielo. Era como si aquel momento estuviera concertado por el destino. Como si Neptuno, el dios del mar, hubiera preparado aquel encuentro. Estábamos frente a los elementos comulgando con los Dioses.
Pregunté a Marylin con añoranza:
--¿Ves ese lucero enorme que está allí enfrente?
--Sí, es precioso, el más radiante de todos.
--Es Venus, el planeta del amor y la belleza. El que hace que seamos desdichados o felices en ese aspecto. Determina nuestra felicidad con la pareja cuando la encontramos. Pidámosle que cada uno encuentre lo que busca.
La diva guardó silencio, y después de unos minutos inquirió:
--¿Y al astro rey qué podemos pedirle? ¡Qué lindos se ven sus fulgores en el mar! Hasta me siento en una dimensión desconocida.
--El Sol es el creador del universo y da vida a todo lo que toca. En la antigüedad era el símbolo del padre o gran logos solar. Podemos pedirle que nuestro paso por la vida sea fructífero. Que traiga paz a nuestro corazón. Que ensanche nuestros horizontes y prolongue la existencia.
--Qué bonita petición. Nunca pensé que fueras tan inspirado.
--Ni yo que fueras tan hermosa y espiritual.
--¿Desde cuándo escribes poesía, Joe?
--Desde niño, es una forma de canalizar mis emociones y recrearme con la pluma. Este poema me surgió aquí precisamente y lo guardo con veneración. Te conocí en una película, y hoy comprendo que hay sueños que se cumplen. Prométeme que jamás olvidaremos este momento. Quiero que lo guardemos en algún rincón de nuestro corazón. ¿Me lo prometes?
--Te lo
prometo –-Contestó con su vocesita musical.
--Bien, te declamo mi poema.
--Bien, te declamo mi poema.
A Marilyn frente al mar
Eres un
sueño guardado en el fondo del océano
Eres
caricia y fulgores alumbrados por el sol
Eres el
ideal dorado de los hombres terrenales
Eres
mujer primorosa que hace perder la razón
Todas las estrellas nacen y las vemos tan distantes
Hombres
quisieran tocarlas y sentir su resplandor
Pero los
seres humanos tan carentes de ternura
Nunca
podrán alcanzarlas ni palpar su irradiación.
Eres una flor sensible que merece ser mimada
A la que
sobran promesas y lisonjas por doquier
Nunca
serán tan sinceras como el canto de las olas
Ni tan
sublimes y etéreas como esta puesta de Sol.
Siempre soñé con besarte y expresarte mi cariño
Quiero
que Venus permita que se cumpla esa ilusión
Pero si
no nos conceden un momento tan dichoso
Sé que lo haremos en grande en la cuarta dimensión
Tal vez la fama te abruma y destruye tu alma pura
El cine es un medio efímero semejante al espejismo
Te sugiero que abandones el glamour y candilejas
Te sugiero que abandones el glamour y candilejas
Antes que los tenebrosos te lleven hacia el abismo
Los momentos más felices nunca pueden repetirse
Vivamos
estos instantes como un regalo supremo
Si te encuentras sola y triste visítame en una barca
Yo te
esperaré en la playa con mariposas monarcas
Cuánto le daría a la vida para tocar las estrellas
Qué diera
yo por un beso a tus caderas tan bellas
Las
gaviotas se te acercan para conocer tu historia
¡Saben
bien que contemplarte, es conocer a la gloria!
Con todo cariño para Norma Jean.
Le entregué el poema. La estrella ya no dijo nada, cerró los ojos y permitió que sus lágrimas fluyeran. Se incorporó lentamente y me abrazó. Experimentamos una sensación de pertenencia espiritual absoluta. Hay sentimientos que están más allá de las fronteras de la carne. Una emoción genuina entre dos seres tocados por la magia de las musas.
Me percaté que Marilyn era una víctima del medio que la encumbró. Tal vez demasiado tarde para abandonarlo. El peso de la fama la estaba colapsando y destruyendo el sosiego interior. Una mujer anhelante de ser amada con delicadeza. Abatida por la estulticia de los poderosos, ésos que pueden disponer de una mujer a su antojo, y que ambicionan dinero y poder.
Una mujer humillada pero consciente que se había corrompido. Deseaba salir a flote y llevar una vida normal. Lastimada en extremo, anhelaba escapar de ese mundo pernicioso. No obstante seguía siendo la chica ingenua que soñaba con el amor. Aquél que nada tiene que ver con orgasmos ni bajas pasiones. Ningún ser humano se corrompe sin sentirse despreciable.
Marilyn Monroe era considerada una aventurera de la fama; una actriz caprichosa, frívola y tonta, fundamentalmente hedonista. Decían que se había acostado con muchos hombres y ella tampoco lo negaba. Que era insaciable, y que sus maridos la habían abandonado por infiel. Yo estaba dispuesto a comprobarlo en cualquier momento. Pero en aquella playa sólo me interesaba devolverle la confianza en la vida.
Por la forma desencantada en que se expresaba, parecía no esperar nada de este mundo. Los hombres más poderosos del orbe la estaban destruyendo. Desgraciadamente, Marilyn estaba dispuesta a tomar revancha. En su corazón había anidado el odio, y eso era demasiado temerario en una mujer tan famosa. Aquellos gobernantes podrían eliminarla como rayo en cualquier momento. Pero, ¿cuáles eran las armas poderosas que mencionaba? ¿Tendría los arrojos para utilizarlas?
Fui prudente con sus confidencias, y dado su estado de ánimo era mejor callar. Me preocupaba que tuviera que marcharse a otro día sin conocer más detalles de su vida. Me hubiera gustado retenerla y ofrecerle el paraíso en tierras costeñas. Hubiera dado lo que fuera con tal de que ya no regresara a Hollywood. Pero como afirmaba: fuertes compromisos la reclamaban en la meca del cine.
Sabía que llevaba una vida llena de lujos y extravagancias. Sólo podía aspirar a gozar de su amistad, y ese era un gran privilegio; era superar mis expectativas de vida. Marilyn me atraía como un imán, y el deseo de poseerla fue demasiado imperioso. En mis noches de insomnio solía tener los pensamientos más arrebatados con ella.
Curiosamente, en aquella costa sólo me inspiró sentimientos de compasión. Un afán de protegerla como se cuida un ave recién nacida. Como un cachorrito que ha perdido a su mamá. Como los bebés que acaban de venir al mundo.
Había amanecido completamente cuando nos retiramos del "Pie de la cuesta". Más adelante regresaríamos. Abordamos la limusina que nos esperaba cerca. Ya me empezaba a impacientar la actitud puntualita del chofer. Después de contarme Norma sus desventuras, me hubiera gustado llevarla lejos donde nadie la conociera. No obstante, debí ser prudente dadas las circunstancias tan delicadas que la rodeaban. Evidentemente estaba involucrada en las aguas pantanosas de la política.
Llegamos al hotel, y nos despedimos como siempre a las puertas de su suite. Me dijo:
--Ha sido una noche maravillosa y me gustaría repetir la experiencia. ¿Te abrumé demasiado contándote mis problemas? Perdóname, tenía necesidad de desahogarme. Te agradecería me mostraras otras maravillas del puerto. Remontarme en un velero en alta mar, ¿podemos hacerlo mañana?
--Por supuesto, sería estupendo.
Marilyn sonrió y me dio un beso en los labios. Musitó cariñosa:“que descanses y gracias por todo baby”, y entró rápidamente a su habitación.
Regresé
con mis compañeros quienes se encontraban apostados frente a su cuarto.
Conversaban ajenos a cualquier problema que hubiera en torno a la estrella.
Se limitaban a cuidarla y no les interesaba que se tratara de una
celebridad. Los saludé y comenté que había llegado mi
hora de salida. Estaba agotado emocionalmente y necesitaba descansar. Me fui a casa pensando que nadie lo tiene todo en la
vida. Siempre pensé que las estrellas de cine tenían el mundo a sus
pies. Ahora me cercioraba lo equivocado que estaba.
Aquella vela había sido inolvidable, y me enteré de cosas que nunca imaginé. Fascinado por conocer la vida íntima de Marilyn. Ella no lo sabía, pero sería su último viaje al puerto.
De haber sabido lo que le esperaba se hubiera quedado a vivir en Acapulco. La vi extasiada y también abatida por el sufrimiento. Soñaba con vivir en una casa frente al mar tomando el sol con sus gafas. Conviviendo con los nativos y tomando cocos frescos. Comiendo mariscos como cualquier chica de barrio.
Por las mañanas contemplaría el sol, y las gaviotas la rodearían curiosas. No la obligarían dos mandatarios a tener sexo con ella. Norma Jean era demasiado sensitiva y frágil.
Aquella vela había sido inolvidable, y me enteré de cosas que nunca imaginé. Fascinado por conocer la vida íntima de Marilyn. Ella no lo sabía, pero sería su último viaje al puerto.
De haber sabido lo que le esperaba se hubiera quedado a vivir en Acapulco. La vi extasiada y también abatida por el sufrimiento. Soñaba con vivir en una casa frente al mar tomando el sol con sus gafas. Conviviendo con los nativos y tomando cocos frescos. Comiendo mariscos como cualquier chica de barrio.
Por las mañanas contemplaría el sol, y las gaviotas la rodearían curiosas. No la obligarían dos mandatarios a tener sexo con ella. Norma Jean era demasiado sensitiva y frágil.
Su vida en el cine era una ruleta de la suerte donde se
apostaban la serenidad y la dicha. Una caja de pandora que ocultaba
grandes sorpresas. Un abanico de posibilidades donde ser diva y tan célebre no eran suficientes elementos para ser feliz.
¿Dónde estaba la felicidad realmente? ¿Cómo encontrar los
elementos para ser dichosos? Todos anhelamos la felicidad, pero pocos saben encontrarla, como si la misma, fuera una mariposa arisca, que cuando
creemos alcanzarla, vuela más y más lejos aún.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario