sábado, 28 de diciembre de 2013

EL ROSTRO OCULTO DE MARILYN III









Cap. III

"Me siento como un pedazo de carne devorado por dos leones" .


José de Cádiz




Estuvimos contemplando el espectáculo de clavadistas. En silencio como si las palabras salieran sobrando y si sólo se comunicaran nuestras almas.  Cada uno sumergidos en nuestras quimeras, explorando la riqueza de nuestro mundo interior. No supimos cuanto tiempo pasó pero nos percatamos que el público desalojaba los acantilados hasta quedar solo espacios vacíos.

Regresamos a la mesa y nos tomamos la última copa. En el bar los turistas bebían y conversaban animadamente. La música acariciaba los oídos como queriendo retenernos las notas musicales para siempre. La actriz preguntó:


--¿Hay alguna playa solitaria cerca? Me gustaría contarte algo, pero en otro lugar.  Uno donde solo haya cielo y mar.


--La hay, es una playa preciosa. A esta hora debe está casi desierta.


Salimos del restaurante. Me sorprendió ver al chofer con la limusina a las puertas mismas de la hospedería. Comprendí que vigilaban a Marilyn a distancia. No era para menos era una mujer demasiado importante y asediada. Me percaté que sus deseos eran órdenes y paseaba bajo estrictas medidas de seguridad.


Enfilamos rumbo a una bahía llamada “Pie de la cuesta”.  Playas en mar abierto donde sólo los más osados se atreven a nadar, peligrosa para quien no sabe hacerlo.  Un lugar inolvidable por sus puestas de sol.  Se puede caminar o simplemente contemplar el atardecer. Nunca hay demasiada gente y en la noche queda prácticamente desierta.


Llegamos y el chofer nos dejó solos nuevamente. La brisa del mar nos saludó bajo un cielo tachonado de estrellas.  El aire fresco extasió nuestros cuerpos juveniles y la luna brillaba intensamente.  Mar y cielo parecían comulgar en aquel horizonte silencioso. La diva exclamó:


--¡Oh, qué belleza! Cuánta quietud y placidez se respiran aquí. Se siente el aire de la libertad.  ¡V
amos a nadar!


Le advertí:


--Es mar abierto, un peligro para quien no sabe nadar.  Los tiburones están hambrientos.


--Por favor, Joe, fui campeona de natación en un colegio.


Con decisión la estrella se quitó su vestuario hasta quedar solo en minúsculo bikini. La silueta perfecta que hubiera envidiado la mismísima Venus de Milo. Se lanzó al agua. Los reflejos de su piel satinada brillaban nítidamente. Sonrisa y labios entreabiertos parecían una clara invitación a besarlos. Si alguna vez conocí la belleza perenne, fue a su lado; si contemplé de cerca a una diosa, fue con ella. Insistió:


--¡Anda vente a nadar! Así nos comerán los tiburones a los dos, Jajaja


Me quité cautelosamente mi ropa hasta quedar en mis bóxer. Temía que mis instintos se sublevaran ante la diosa. Que descubriera los estremecimientos que me provocaba su presencia. Claro que ella estaba consciente lo que sucedía en su alrededor.  Conocía las debilidades de los hombres porque era una mujer de mundo. Una mujer que a sus 36 años había vivido lo suficiente como para impresionarse por un admirador pudoroso. Salté al agua pensando que el agua fría calmaría mis instintos.






Nadamos mucho tiempo sobre las olas. Hacía mucho que no me zambullía en el mar. En efecto, la actriz nadaba como una experta. Destellos fosforescentes alumbraban nuestros cuerpos juveniles. Casi agotados salimos y nos tendimos boca arriba en la playa.


Miles de luceros nos miraban con curiosidad. El murmullo de las olas era un bálsamo relajante que invitaba a la reflexión. No existe nada más parecido al edén que contemplar las estrellas con una mujer hermosa; teniendo como fondo aquella quietud cósmica. Le expresé hondamente emocionado:

--¿Te gusta la poesía, Norma?

--¡Ay sí, me fascina! Neruda, Machado, y Sor Juana, me subyugan -me sorprendió saber que era una mujer instruida, nunca lo hubiera imaginado.

--Te voy a declamar un poema que hice especialmente para ti. Pero, dime, ¿qué me ibas a decir?

Norma Jean se sentó en la arena y se puso meditativa. Parecía cambiar de ánimo con mucha facilidad.  Después de pensarlo habló con sinceridad:

--Estos momentos me alejan de toda mi tristeza. Son una tregua en mi vida tan ajetreada.  Te voy a contar una historia que no he contado a nadie.  Ni siquiera a mi psicólogo, ni a mis amigos más íntimos. No sé quién eres pero el corazón me dice que eres un muchacho bueno.  Un fiel admirador que solo quiere acostarse conmigo. Vine a Acapulco tratando de mitigar mis penas y si por mí fuera ya no regresaba a Hollywood. Creo que la vida ya no me pertenece.

--¿Tan grave es el problema?

--Demasiado. Estoy involucrada sentimentalmente con dos hombres poderosos.

Al momento recordé que había leído algo en revistas y periódicos del espectáculo. Le pregunté expectante:

--¿Te refieres a tu romance con John F. Kennedy?

--Acertaste, pero eso fue en el pasado.  Actualmente soy la amante de su hermano Robert.  Siempre tuve esperanzas de formar un hogar y los dos me engañaron con promesas que nunca cumplieron.  Me siento humillada en lo más hondo de mi ser.

--Por favor, serénate.

 --Un día, conocí a John, y lo lamento. En una reunión se encontraba con su cuñado Peter Louford y varios amigos.  Fue muy amable conmigo.  A partir de ahí me llamaba diariamente por teléfono.  Llenaba mi casa de flores.  Debo decirte que los detalles me enternecen.

--Bueno, ¿y qué pasó después?

--Me convertí en su amante. Posteriormente se alejó de mí y sentí morir de tristeza.  Dejé el cine y me encerré en mi habitación.  Yo estaba enamoradísima y había dejado un vacío en mi alma.


--Bueno, pero no entiendo cómo fuiste a dar en brazos de su hermano.


--Entonces empezó a asediarme Bob, con regalos, joyas, y toda clase de atenciones. El conocía mi relación con su hermano y se aprovechó de mi soledad.  Me pretendió mucho tiempo. Decidí hacerle caso para estar cerca de John.

--¿No te importó involucrarte sentimentalmente con los dos?

--Debo decirte que soy inestable emocionalmente. Tengo gran necesidad de ser amada y mucho miedo a la soledad.  Por eso me he casado muchas veces.


--He leído que eres infiel por naturaleza.  Que buscas la felicidad en múltiples relaciones.


--Es cierto, lo soy. El cine me volvió promiscua.  Busco el amor todo el tiempo.


--Bueno, ¿y cómo fue tu relación con Bob?

--También me contó esas patrañas que inventan los hombres para seducirnos.  Él fue más lejos y me prometió matrimonio. Me compró una casa en Miami y me dijo que se divorciaría de su esposa. Los Kennedy piensan que son intocables.  Que pueden jugar con los sentimientos de una mujer impunemente.  Les voy a demostrar que no es así. Son tan vulnerables como cualquier otra persona.

Yo la escuchaba atento sin dar crédito a sus revelaciones.  En su rostro vi la determinación y el resentimiento.  Marilyn parecía llena de rencor en otra faceta de su personalidad.  Atrás había quedado la mujer sufrida que yo conocí en el hotel.  Se había operado en ella una metamorfosis instantánea. Agregó:


 --Después de divertirse conmigo el muy cretino también me abandonó. Ahora ya no recibe mis llamadas. Ni me visita en mi residencia. Antes lo hacía diariamente.


--¿De veras pensaste que se iba a casar contigo siendo casado? Dicen que tiene un montón de hijos con Ethel, su esposa.


--Es verdad, pero yo me aferré a esa ilusión. Los Kennedy jugaron conmigo y no les importaron mis sentimientos. Me siento como un pedazo de carne devorado por dos leones. 


--Bueno, ¿y qué piensas hacer?


--Tomar venganza. Los odio encarecidamente. Tengo un arma poderosa. 


 --Norma, odiar nos hace infelices.  ¿Por qué no tratas de olvidar todo simplemente?

--Porque no puedo. He sufrido demasiado y me he convertido en una mujer valerosa. Los hombres me tratan como un filete suculento.  Todos ven en mí a la hembra en celo, a la ninfómana.   Y lo he sido, lo reconozco, desde que entré al cine. Los Kennedy interceptan mis llamadas y me siguen a todas partes. ¿Comprendes por qué prefiero pasear con un admirador anónimo?

--Claro, no soy un peligro para nadie.

--Desconfío de las personas en mi derredor. Veo con indignación como todos se rinden ante el presidente.  Hombres y mujeres obedecen ciegamente al poder.  Ya no lo haré más, lo juro. No quiero seguir siendo una marioneta en sus manos. Me siento degradada como ser humano. 

Norma empezó a llorar sumamente consternada. En sus ojos vi la llama del sufrimiento y una gran decepción. La abracé tratando de mitigar un poco su dolor. Ella se acurrucó en mis brazos como palomita herida buscando protección.  Me percaté que tras esa chica se ocultaba un corazón ávido de comprensión. Norma sollozaba destrozada y no pude evitar sentir empatía por su sufrimiento. 

Dejé que se desahogara. Después de un rato proseguí:

--¿Por eso estabas tan triste en el hotel ayer?

--Sí, era por eso. Allá no podía confiar en ti.   Lo que te dije también es verdad.  Me siento en medio de un torbellino. 

--Oye, Marylin, ¿y llegaste a enamorarte de los dos Kennedy?

--Solo a John, tanto como ahora lo detesto.  Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por él, retirarme del cine inclusive.  De Robert no llegué a enamorarme y solo llenó un vacío interior.  Las mujeres tenemos armas que los hombres jamás sospechan. Puedo terminar con sus carreras si me lo propongo.


---¿¿?? 


La miré desconcertado y agregué:

--Tú sabías que eran casados. No iba a dejar  a sus esposas fácilmente.  Creo que jugaste con fuego y terminaste en la hoguera.

--Los dos me decían cosas bonitas al principio.  Que me amaban y que yo era todo para ellos.  Visitaban mi residencia casi a diario.   Sin embargo la última vez que hablé con John me dijo categórico: "Mi esposa conoce nuestra relación y me pide el divorcio”. Expresó muy afligido que un escándalo no le convenía en ese momento.  Teníamos que dejar de vernos. Así de fácil se deshacen de cualquier romance. 

--En cierta forma tienen razón.  Deben proteger su reputación.  Tu error fue enamorarte de un hombre casado.

--Es verdad pero en el corazón no se manda. Los dos son expertos en conquistar mujeres, una afición que heredaron de su padre.  Sentí tan bonito de ser cortejada por un presidente y un ministro de justicia.  Me sedujo la idea de pasar de estrella de cine a primera dama de EE.UU.

--Llegaste demasiado lejos en tus pretensiones sentimentales.

--Lo sé y voy a ser sincera. Me gustaría dejar una huella en el mundo.  No quiero ser olvidada como Greta Garbo, o como Rodolfo Valentino. ¿Quién los recuerda ahora? ¡Nadie absolutamente!  Las nuevas generaciones ni los conocen.  Primero las candilejas, luego el glamour y la gloria, y posteriormente el olvido.  ¿Puedes comprenderme?

--Trataré –y le di un beso en la mejilla como se besa un niño que llora para consolarlo. Le acaricié la barbilla con extrema suavidad. A lo lejos escuchamos el canto de los gallos, ya estaba amaneciendo.

Caminamos otro rato por la playa. Dos seres tan diferentes comulgaban entre sí. Norma Jean compartiendo con un fan desconocido. El  poeta soñador y una mujer exaltada por la magia del cine.  Aquel escenario cósmico nos pertenecía. Pero la realidad se impone y alerta.

Solo el océano era testigos de aquella insólita confesión.  Nos metimos un momento al agua para quitarnos la arena. Norma, quizá deseando que el mar se tragara sus penas. Yo, que la aurora le trajera nuevas esperanzas de vida. La animé  lleno de fe:

--Pronto amanecerá.  Te hará bien conversar con las estrellas. Puedes pedir lo que quieras.  Ellos tienen vida y nos miran todo el tiempo. Pueden comprendernos y llevar un mensaje al creador.  En cuanto aparezcan los primeros rayos del sol te leeré mi poema.

--Es la primera vez que me dedican una poesía.  

-Espero te guste, la hice especialmente para ti.

Norma me abrazó como una niña traviesa. Solo pensé en brindarle fortaleza. Jamás supuse que Marilyn tuviera ese lado platónico. La vi suspirar y entrecerrar sus ojos.  Yo traté de grabarme en el alma sus facciones para siempre.




Continuará...







2 comentarios:

  1. Impresionante!

    Este relato me cautivó desde su inicio. Te felicito, tienes un enorme talento, incluyendo el descriptivo.

    Excelente manera de ilustrar el carácter de los personajes y de colorear con sus emociones variadas ese ambiente de suspenso-romántico que se insinúa en la descripción.

    Mucho Exito!

    Davinci

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  2. Hola, gracias por tus palabras, son un estimulo. Toda la historia la he corregido y de manera especial los primeros capítulos. Publicaré un fragmento recreando la violación de Marilyn en su infancia. No lo he subido porque he tenido bloqueos. También publicaré: "Diálogos con Pancho Villa".

    Te deseo el mismo éxito en tus actividades.

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AL CALOR DE TU REGAZO José de Cádiz Abrázame fuertemente como cuando yo era un niño me arrullabas con dulzura y besabas con cariño Luego cua...