José de Cádiz
En México el culto a la muerte data de épocas prehispánicas. Los Olmecas, Mayas, y Aztecas ya ofrendaban a sus muertos. Los mexicanos sentimos respeto y tristeza por nuestros desencarnados. Otras veces nos reímos o le cantamos a la "calaca". La identificamos con el sufrimiento pero también con la liberación. Quienes creemos en una vida más trascendente sabemos que sólo cambiamos de dimensión. De un plano de conciencia a otro.
Vivimos en la 3a dimensión y pasamos a la 4a (la eternidad). Nadie muere en realidad porque el alma y el espíritu son eternos. Por eso a través del sueño (mundo astral) podemos comunicarnos con nuestros difuntos. Verlos, abrazarlos, recibir un mensaje o advertencia. Es el mundo de los vivos y de los muertos. Con la diferencia que un difunto ya no puede regresar a la vigilia y quien está dormido sí.
Cuando muere un familiar equivocadamente le lloramos. Cuando debiéramos alegrarnos por haber llegado al mundo celestial. Ahí donde será juzgado y se encontrará con los suyos. Donde la ley del karma medirá sus buenas o malas obras. La justicia divina es implacable y nadie podrá escapar de ella. Existe el limbo, el purgatorio, y el infierno. Un héroe bienhechor no tendrá el mismo lugar que un genocida.
Curiosamente, cuando nace un niño lo hace llorando por llegar a un mundo de maldad. El alma se siente aprisionada en el cuerpo y llora de pena. No ignora que ese envoltorio es producto del pecado. Un niño es sabio porque recuerda vivamente el reino celestial. A medida que crece los pliegues de la materia lo hacen olvidar aquel reino que dejó. Lo absorbe lo material.
Los mayas no lloraban a sus muertos y sabían cuando iban a desencarnar. Se preparaban a tiempo y dejaban sus asuntos terrenales en buenas manos. Es una de las culturas más evolucionadas espiritualmente del orbe. En 2012 se habló de la profecía maya del fin del mundo. Es metafórico y no literal. Se refería al final del reino material y la supremacía del reino espiritual. Quién no despierte conciencia para comprender las grandes verdades del cosmos vivirá en desacuerdo con su época.
A partir del nuevo milenio entró de lleno la Era de Acuario. Es la edad de la confraternidad, altruismo, y amor al prójimo. Se retomarán los principios espirituales basados en el amor a un Dios omnipotente y universal. El dinero dejará de tener importancia al comprender que la codicia es el origen de todos los males. Vivimos en un mundo de perversidad y mentiras. Por habernos alejado de los 10 mandamientos de Moisés. Como sabemos Él fue elegido por el padre para darnos a conocer su voluntad. El hombre es necio por naturaleza y tiene la tendencia a vivir en la maldad.
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