sábado, 7 de marzo de 2015

Mi encuentro con Jesús

Mi encuentro con el mesías

 

 54 ideas de Jesús de Nazaret | jesus de nazaret, jesús de nazareth, jesús


 

 Cádiz Molina













Nunca fui una persona propiamente religiosa aunque de niño mi madre me enseñó a orar. Cuando tenía problemas escolares lo hacía hincado y alguien me ayudaba.  Al llegar a la universidad me quitaron la fe en Dios. El comunismo, y materialismo dialéctico afirman que Dios no existe.  Me volví ateo.  El peor error que cometí.

Viví mi juventud alejado de cualquier relación con Dios. Pensaba erróneamente que la Biblia era para personas mayores.  El nazareno era solo un revolucionario más, un hombre altruista pero nada más. No tenía nada que ver conmigo. Lo veía tan lejano y misterioso.


Debo confesar que yo no era feliz. Me sentía vacío y mi vida era un caos. Abandoné la universidad y me dediqué a la vagancia.  En casa tenía constantes pleitos con mi madre por mi pésima conducta. Conseguía trabajo y lo abandonaba por indisciplina.  Era como un barco a la deriva. Fracasé en todos los aspectos: social, económico, cultural, profesional.








Sabía que descendía por una peligrosa pendiente. Intuía que en algo estaba fallando.  Me volví un lector voraz de historia, filosofía, metafísica y psicología. Me ayudaban de alguna manera pero pronto volvía al mismo estilo de vida.  Como si la ilustración no tuviera ningún efecto sobre mí.  Los libros eran incapaces de brindarme estabilidad emocional.  Empecé a escribir poesías, cuentos, ensayos para escapar de una existencia monótona y vacía.  Las letras me servían de catarsis pero no eran el puente hacia la felicidad.


Cierta noche tuve tuve un sueño que me impresionó bastante: Estando de pie, junto a un árbol, vi venir de frente al maestro Jesús. Me encontraba en una avenida de terracería, como en una ciudad antigua. Parecida a la Jerusalen de la antigüedad. Había carretas, caballos, y personas vestidas de largo.  Me alegré al ver venir hacia mí al nazareno. Pero como a 20 metros  dio la media vuelta y se alejó.  Esto me desconcertó y lo seguí intrigado. Pronto una muchedumbre surgió de ambos lados de la calle caminado en la misma dirección.


Vi perfectamente al nazareno rodeado de una áurea luminosa y bella.  Vestía una túnica azul y roja.  No cabía duda, era él, y caminaba con paso firme, decidido,  mientras la multitud lo aclamaba.  Algo no me agradó: su estatura era muy pequeña, de un metro aproximadamente.  Continué caminando entre el gentío mirando aquel ser lleno de luz.  Estaba francamente arrobado con su imagen.  Desperté sobresaltado.  Nunca había tenido un sueño tan extraordinario.








¿Por qué vi tan pequeñito al Gran maestro? ¿Qué me había querido revelar con ese sueño? Anduve maquinando varios días y consulté a un experto. Me dijo a otro día: "Viste bajito al maestro Jesús, porque tu fe hacia él es pequeña, casi nula".  Me costaba trabajo creerlo pero era verdad. Nunca había pensado en él como salvador de almas, ni como enviado del Padre.


Ya tenía trabajo pero seguía teniendo problemas y tropiezos de toda índole. Gastaba más de lo que ganaba y los pleitos con mi familia eran constantes. Me sentía lleno de inseguridad y temores. Frente a mi casa había un templo cristiano que había visto y escuchado durante 10 largos años. Me invitaba mi hermana sin perder las esperanzas.  Sin embargo me negaba a tener un encuentro con Dios.  Algo me decía que cambiaría mi vida para siempre.


Mi esposa decidió ir y más tarde ella me invitó.  Todas las mañanas escuchaba orar a los fieles y eso no me agradaba.  "¿No se cansan nunca de orar?", pensaba.  Llegó el día en que tuve un problema de salud muy grave.  Los médicos no me daban esperanzas de vida. Debido a una intoxicación mis defensas y plaquetas se redujeron al mínimo.








Se me quitó el apetito durante mes y medio. Sabía que se acercaba el final porque me desmayaba a cada rato.  Entonces decidí ponerme en paz con Dios y le supliqué que me devolviera la vida.  Oraba y pedía a Jesús, desesperadamente, que me sanara y me convertiría a su fe.

Cada tarde contemplaba el ocaso pensando que sería el último. Me dolía ver a mi familia triste y desesperanzada. Al amanecer daba gracias a Dios por estar vivo. Nunca valoré tanto la existencia como en esos momentos. Sin duda El nazareno escuchó mis súplicas porque empezó mi recuperación.  Sané completamente.  Me entregué a Dios con toda el alma.  Retomé la fe en su misericordia infinita.






A la fecha no falto a mi casa de oración y me he vuelto un fiel devoto del redentor.  Leemos la biblia y oramos por la paz del mundo.  Convivimos armoniosamente con los fieles. Aplicamos los 10 mandamientos de Moisés. Mis problemas se han disuelto gradualmente. Terminé mi carrera de filosofía por Internet. En la comunidad tomamos cursos de superación personal, salud, ética. Practico yoga.  Ahora sé a qué he venido al mundo. Todo mi amor y agradecimiento al maestro Jesús por darme una nueva oportunidad de vivir.  No tomo ni fumo y soy inmensamente feliz.  Ahora sé que existen los milagros.



Si Jesús hizo eso por mi lo mismo puede hacer por ti










Que la paz y el amor prevalezcan en nuestros corazones.









1 comentario:

  1. Muy hermoso el relato, la fe en Dios es grande como grande es su Misericordia. Alabado sea Dios. Bendicenos Señor

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